Julio Alexander Parra Maldonado. Maestro y emprendedor social @Jalexp1

El desarrollo sostenible representa la satisfacción de las necesidades de la población actual, garantizando recursos de vida para las generaciones futuras. No se puede asimilar este concepto sin definir el papel fundamental de la escuela en el logro de los objetivos de ese desarrollo que equilibre el cuidado ambiental, el aprovechamiento económico y la acción social de la actividad humana en el planeta Tierra.

La agenda 2030 representa el plan político de los sectores mundiales que se acogen al desarrollo sostenible como principio de acción para garantizar un futuro posible a nuestros hijos y nietos. Donde tengan agua potable, tierras agrícolas, recursos forestales y marinos, vida silvestre, reservas genéticas, organización social justa y responsable, en un planeta saludable.

La escuela se mantiene como conductora del proceso formativo básico en toda sociedad contemporánea, pese al cuestionamiento de sus resultados. Debe tenerlo claro para que sus estudiantes asuman su rol de ciudadanos activos en el cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS. Y deben lograrlo los responsables de la escuela: sus maestras y maestros. De hecho, el cuarto ODS es “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. Aquí hay un rol fundamental para los educadores.

Así, esta educación puede dar a la población local las herramientas necesarias para desarrollar soluciones innovadoras a los problemas más grandes del mundo. Se requiere entonces profesores capacitados y escuelas con calidad en su infraestructura al igual que en sus criterios formativos. Tenemos que invertir en becas, formación y actualización docente, escuelas con acceso al agua y electricidad, particularmente para poblaciones vulnerables geográfica y socialmente.

Los docentes deben ser personal calificado, consciente y con condiciones dignas de vida para el cumplimiento de su misión educativa. Este debe ser el marco de una educación que responda a las urgencias y tendencias educativas actuales: estilos de vida sostenibles, derechos humanos, igualdad de género, promoción de una cultura de paz y no violencia, ciudadanía mundial, inteligencia financiera, emprendimientos económicos  y valoración de la diversidad cultural.

Desde lo local, también debe haber acciones apuntando a esta realidad educativa planetaria. Escuelas con educadores emprendedores y actuar sostenible. No se enseña lo que no se sabe.

Recientemente en Mérida se realizó el 1° Congreso Educativo de Niveles y Modalidades, que incluyó entre sus 12 ponencias centrales, la de “Educación para el Desarrollo Sostenible”, “Ruta conceptual del manejo integral y sostenible de los residuos y desechos” y la de “Educación, cultura y ciudadanía”, que abordaron la sostenibilidad directamente; aunque todas incluían esta mirada educativa integral en su marco referencial, a la educación de calidad y al desarrollo sostenible como eje transversal.

Vale la pena resaltar la participación de 1.100 maestros en dos jornadas organizadas por la gobernación del estado, acompañado por universidades y organizaciones de la sociedad civil. Inmerso todo en la diatriba política de la Venezuela actual.

Entre las conclusiones de este congreso está la realización del curso Educación para el Desarrollo Sostenible, para la formación de maestros junto a docentes universitarios para la aplicación de proyectos de aprendizaje en escuelas sostenibles. Integración Gobierno–Universidad.

Y otro resultado es la aplicación del Programa Ambiental de Aprovechamiento de Residuos y Desechos Escolares, con un plan piloto que inicia en el mes de noviembre en 10 escuelas, en coordinación de organismos oficiales regionales, organizaciones de la sociedad civil y empresa privada. Estos tres sectores integrándose con criterios previstos en los ODS. Ejemplo de lo que seguramente se realiza en otras regiones del mundo, concreción de la agenda 2030. Hay esperanza.


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