«Hay más esclavos hoy, que en el momento más álgido de la trata de esclavos’’. Ross Kemp.

El pacto internacional de derechos civiles y políticos tiene en un segmento del preámbulo lo siguiente… ” Comprendiendo que el individuo, por tener deberes respecto de otros individuos y de la comunidad a que pertenece, tiene la obligación de esforzarse por la consecución y la observancia de los derechos reconocidos en este Pacto …” Artículo 8 Numeral 1. “Nadie estará sometido a esclavitud. La esclavitud y la trata de esclavos estarán prohibidas en todas sus formas” Artículo 8 Numeral 2. “Nadie estará sometido a servidumbre”.

La esclavitud está documentada. La historia ha dado constancia de los esclavos en Mesopotamia durante la época de los sumerios. En el Antiguo Egipto existió un número de esclavos suficiente, como para tener cierta importancia social. En Roma, niños abandonados eran recogidos por los traficantes de esclavos. Un hombre libre también podía convertirse en esclavo por deudas o por haber cometido algún delito. Las guerras de conquistas emprendidas por la República romana significaron la adquisición de numerosos esclavos. En la Edad Media, los bárbaros provenientes de los países nórdicos, importaron tantos esclavos que lograron alterar la genética escandinava.

La revolución feudal, las encomiendas y las conquistas de nuevas tierras, reedito una nueva forma de esclavismo. La imposición de la fe cristiana fue la excusa. La iglesia se encargó de martirizar al continente europeo al perseguir a brujas y hombres de ciencias para inmolarlos como esclavos. Todo en nombre de la libertad espiritual -panacea integrada a la retórica de Jesús de Nazaret-. ¡Cáspita! Qué familiar me resulta esa excusa.

Cercenar el pensamiento y el progreso es una forma de esclavitud. Las aventuras de la colonización en diversas geografías resultaron otra forma de esclavitud. El “comercio negrero” fue el cenit de la metodología del sometimiento humano. Las más representativas de las esclavitudes del hombre surgieron justo en la América de los derechos civiles. En los Estados Unidos de América. La tierra del capitalismo.

La democracia es incompatible con la esclavitud. ¡El capitalismo no!

Sin embargo, fue en la tierra del capitalismo mundial donde se legisló, en contra del esclavismo y muchas otras formas de segregación, siendo reconocido hoy, como el país con las mayores libertades civiles del planeta.

Al preguntarme ¿por qué? Les responderé en forma sencilla. Porque se aprendió a respetar el Estado de Derecho y hubo el suficiente compromiso de sus ciudadanos, para mantener la división de los poderes públicos. En Norteamérica, las leyes se respetan. Punto.

Desde la exaltación de la justicia como una virtud –en los ideales filosóficos de Platón y Aristóteles- que en la antigua Grecia, comprimió en forma abstracta Hesíodo en su texto “Trabajos y días”, se ha legislado para proteger a los más desvalidos.

La esclavitud reaparece con la instauración de gobiernos autoritarios. Su carácter represivo es directamente proporcional a la actividad laboral, de donde se pretende extraer beneficios económicos. Gobiernos despóticos con economías improvisadas, optan por ideologías como el Marxismo. Ideología que simplifica el establecer una nueva forma de esclavitud.

La esclavitud como práctica social y económica fue usual en la antigüedad greco-romana. El estatus social y el papel de los esclavos eran considerados inferiores, sin valor o inexistente en relación con una persona libre.

Durante la presidencia de José Gregorio Monagas se dio la estocada final a la abolición de la esclavitud. “Ninguna persona podrá ser sometida a esclavitud o servidumbre».

Con el salario actual de los educadores, el gobierno mando pa’l carajo el pensamiento bolivariano, el decreto de la abolición de la esclavitud de José Gregorio Monagas y el artículo 54 de la “supuesta” mejor Constitución del mundo.

Vemos sin embargo, a educadores conscientes de la debacle del sistema educativo, maestros con salarios promedios de cinco (5) dólares al mes gritar sin descanso, mantener su constancia con ese estandarte de formación pleno de ética y dignidad, mantenerse en pie de lucha por una recompensa salarial, acorde a su vocación, esfuerzo y mística. Su nobleza y tenacidad ha sido tan inmensa, que ha logrado adherir a su reclamo a casi todo el pueblo venezolano.

La diferencia entre un esclavo y un ciudadano es que el ciudadano puede preguntarse por su vida y cambiarla. Alejandro Gándara


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