La expresión de buenos deseos y la reflexión sobre el país en este arranque de año traen a primer plano la necesidad de metas y propósitos, de organización y motivación, valores que se expresan y se conjugan en la imagen del líder y en la función del liderazgo. Venezuela es hoy, no cabe duda, un país urgido de líderes.

Más allá de la tendencia a relacionar el liderazgo casi exclusivamente con la vida política o empresarial, una perspectiva más abarcadora obligaría a vincular la necesidad de líderes con la acción humana en otros muchos ámbitos: el de las ideas, de la comunicación, de la educación, del deporte, la ciencia, las organizaciones sociales, la comunidad, el barrio. Se dan, de hecho, en todos ellos, pero el país ganaría con la propagación de un liderazgo con más formación y conciencia de su responsabilidad, un liderazgo honesto, valiente y positivo, no concentrado en la capital sino difundido en todos los estados y en todas las actividades. La tarea, en consecuencia, es estimularlo, desarrollarlo, robustecerlo.

La formación de líderes es, entre nosotros, una tarea en buena medida pendiente. Más allá de las condiciones personales de voluntad, claridad, decisión de trabajo, coraje, honestidad, autenticidad, humildad, objetividad, resistencia, está, efectivamente, la necesidad de una mayor capacitación para el diálogo, la planificación, la organización, la fijación de metas y estrategias, la comprensión de la dinámica social, la actualización en la visión del mundo y sus cambios, las necesidades y las posibles respuestas.

Para quien valora la creciente conciencia de ciudadanía y le preocupa la fortaleza del tejido social como base e instrumentos para un cambio positivo se impone la necesidad de un liderazgo cuyo primer objetivo no sea el líder mismo y sus intereses sino las metas y propósitos del equipo, del grupo, de la sociedad. Lo esperable y por lo que hay que trabajar, en consecuencia, es por un liderazgo que estimule la participación, que escuche, que ponga en contacto a los ciudadanos, que se haga responsable de las decisiones y de su cumplimiento, que atienda primordialmente la causa o el bien común, que se renueve con la participación, la protesta, el reclamo, la observación, la cercanía con los otros.

La imagen del líder necesario se asocia menos con su ambición personal y más con la exigencia de ser útil. Las expectativas sociales frente a ellos construyen una imagen en la que se conjugan eficiencia con dinamismo, humildad con entrega a los fines de la comunidad, comprensión de la realidad con cercanía a la vida diaria y a los intereses de las personas, ambición con realismo, objetividad con imaginación, aporte personal con disposición para para estimular la participación de otros en la resolución de los problemas, responsabilidad con disposición para consultar y buscar apoyo, capacidad para distinguir el liderazgo productivo y generoso del liderazgo fatuo, engañoso, concentrado en el propio presunto líder y limitado a sus intereses.

A lo que se aspira es a líderes con capacidad para entender y transformar el presente, con visión para adelantarse y preparar el futuro, con autoridad y autenticidad, con objetivos, resiliente, decidido, merecedor de respeto, alguien a quien se escucha y en el cual se cree hasta el punto de confiarle los intereses colectivos. Se espera por líderes motivados menos por sus expectativas personales y más por su capacidad de avanzar y entregar resultados, con visión de equipo y habilidad para trabajar con otros, dispuesto a no ser el centro, a establecer relaciones y apoyarse en sus pares, capaz de superar presiones y enfrentar la desidia, la incomprensión, el reclamo injusto, las amenazas, las obstrucciones, la falta de apoyo.

La sociedad espera por este tipo de líderes. Son ellos en buena medida los que marcan la diferencia entre el avance o el retroceso, la dignidad o el sometimiento. La sociedad crece con ellos cuando son capaces de sacar lo mejor de sus integrantes, de fomentar el cambio y mejorar las organizaciones y las expectativas de la gente. Son los líderes que necesita Venezuela.

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