Poco más de un mes ha pasado desde que se produjo el indulto del “diplomático” Alex Saab. Previamente, “The Office of the Pardon Attorney”, que es la oficina dependiente del Ministerio de Justicia de Estados Unidos, encargada de asistir al presidente en el ejercicio de la gracia de indulto, tuvo listo el trámite con la celeridad requerida, para que Biden, ejerciendo su facultad señalada en el Artículo Dos de la Constitución de los Estados Unidos de América, le confiriera el inesperado Pardon al empresario colombiano. Todo un trago amargo que dejó perplejos a los venezolanos en plenas navidades. San Nicolás haciendo de las suyas.

Para el presidente norteamericano no era novedosa esta modalidad con el régimen, anteriormente ya había indultado de buena nota a los sobrinos de la pareja presidencial. De manera que pareciera cosa de “coser y cantar”, tanto para Mr. Biden como para Maduro. La sinergia se hizo de nuevo presente en el más alto nivel en un acomodo inusitado. El propio “do ut des” de la política en su estado más sublime. Sin embargo, cuantificar y cualificar los beneficios para cada uno, en el corto y mediano plazo, no es tarea fácil. De seguro, ambas partes han tenido presente la máxima que se le atribuye a Sun Tzu, quien sostenía que: “El arte de la guerra se basa en el engaño”.

No nos referimos al canje, propiamente dicho. De lo que se trata es de ponderar las consecuencias que en lo inmediato generarán estos acuerdos directos, sin intermediarios. Sin duda, el tema del mercado petrolero y el levantamiento de sanciones, con sus matices, copan la escena. México y Barbados no han marcado pauta en este lance. Por un lado, de hecho, se están abriendo las compuertas para la participación de empresas estadounidenses, asiáticas y europeas; y, por otro, se perfila un alivio sostenido de las sanciones económicas. Aún nada firme de la ruta electoral y las elecciones libres.

En ese marco, cabría entonces preguntarse por la eliminación de las sanciones personales, que es para los sancionados el meollo, lo que les quita el sueño. Más que las económicas. Pareciera que el indulto es la única vía posible para dejarlas sin efecto. Recordemos que la lista de los principales afectados es larga (más de 11), difícilmente manejable para pretender una especie de indulto en masa, en lo que pareciera el último autobús de quienes saben que este régimen tiene fecha de vencimiento. Saben que no son eternos, como lo entendió el desaparecido exvicepresidente y exministro petrolero que se alzó con todo, hasta con el queso que había en la mesa.

Todo esto representa para ambas partes un gran escollo; para Mr. Biden, a quien le quedan escasos 10 meses en el poder, le urge exhibir algunos logros y no cargar con enormes costos políticos que afecten su hipotética reelección. Trump lo dejaría en terapia intensiva. El indulto masivo no es una opción y todo apunta a que en esa carrera contrarreloj solo pudiera colarse lamentablemente un beneficiario: el candidato presidencial Maduro, quien por lo demás, con este propósito, jugando con las cartas marcadas, estaría supuestamente dando a cambio luz verde a la habilitación de María Corina.

De manera que las consecuencias serán muy relevantes y difíciles de sortear, especialmente para Maduro, quien tendrá que lidiar con aquellos quienes también se considerarían “indultables”, como Cabello y Padrino. Ni los ciudadanos norteamericanos, ni los venezolanos digeriríamos de buena gana cualquier indulto, menos uno colectivo; por lo pronto, pareciera que con Biden “The Office of the Pardon Attorneywould process only one y para los demás caldo de sustancia. Con Trump ni se diga, never in the life.

X @vabolivar


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