En el artículo publicado la semana anterior, explicaba lo que ocurrió con la moneda en Francia durante y después de la Revolución francesa, donde los ciudadanos estaban divididos en tres clases sociales que eran: la nobleza, la iglesia y el resto de la población, compuesto por la mayoría de los ciudadanos, siendo que las dos primeras castas sociales se creían con el derecho divino, de ser los beneficiarios exclusivos de los privilegios y las riquezas de la nación, mientras la clase mayoritaria era: sometida, esclavizada, hambreada, expoliada y arruinada, con impuestos, multas y trabajo servil y mal pagado, para sostener la vida dispendiosa de unas élites: corruptas, avaras e insensibles y por esa razón, algunos de los miembros de esas élites terminaron decapitados en la guillotina, como fue el caso del rey Luis XVI y de su esposa María Antonieta de Austria.

Debido a que los revolucionarios franceses cayeron en la trampa propuesta por el conde de Mirabeau y sus secuaces corruptos –los think tanks para esa época– de crear dinero fiduciario en grandes cantidades sin que hubiera un respaldo en oro para el pasivo producido, se generó una hiperinflación que arruinó a la población y entonces Napoleón Bonaparte dio un golpe de estado y como solución a la crisis económica implantó el Franco de oro, con lo cual volvieron a circular las monedas de oro y de plata, siendo que también todos los billetes emitidos bajo el sistema del patrón oro creado, debían estar respaldados por ese noble metal.

Lo interesante del patrón oro es que obliga a los emisores de dinero en papel o actualmente digital, a mantener oro de reserva, para poder redimir el pasivo emitido con ese metal precioso, cuando los usuarios lo soliciten, lo cual se constituye en una camisa de fuerza para que los gobiernos mantengan disciplina monetaria y por ende, sean muy cautos y sensatos con: el crédito, las inversiones, los gastos públicos y los controles a la corrupción y a la especulación, lo cual subyacentemente genera una disciplina fiscal, que junto a la monetaria, mantienen a las economías relativamente estables y prósperas.

Aunque para el ensayo original publicado había investigado sobre el caso de Alemania pero no lo había incluido, ahora considero que esa historia monetaria aporta valor al análisis y, por tanto, a continuación, expondré parte de la información relevante sobre esos eventos históricos.

2.- Caso de Alemania

Durante el siglo XIX y a principios del siglo XX, el patrón oro era usado por varias naciones como fue el imperio alemán con su Marco de oro –Goldmark o simplemente Mark, donde cada Marco era respaldado y redimido por 0,358 gramos de oro– el cual se utilizó entre 1873 y 1914, pero cuando comenzó la

rimera guerra mundial fue sustituido por el Papiermark que eran unos billetes sin respaldo, que le permitían a Alemania generar cantidades astronómicas de dinero de la nada, para pagar los gastos de la Primera Guerra Mundial –28 de julio de 1914 a 11 de noviembre de 1918–.

Más adelante el Papiermark se reemplazó por el Reichsmark –también sin respaldo con oro– tras la instauración de la República de Weimar, que es el período de la historia alemana comprendido entre 1918 y 1933, cuando la hiperinflación fue de tal magnitud que había que pesar el dinero en vez de contarlo, por ejemplo: para el 1º de noviembre de 1923, el precio de una libra de pan era 3.000 millones de marcos, el precio de un vaso de cerveza era de 4.000 millones y una libra de carne de res costaba 36.000 millones de marcos.

Esta crisis monetaria e hiperinflación junto con los gastos de compensación a las naciones ganadoras después que Alemania perdiera la primera guerra mundial y la gran depresión que empezó en 1929 –debido al crack bursátil por especular con acciones de empresas quebradas, durante los locos años veinte– crearon el ambiente propicio que llevó al poder a Adolfo Hitler junto con los nazis, pues la destrucción de las instituciones convencionales y la ruina de los ciudadanos, donde: el trabajo, el estudio, el ahorro y la inversión en la economía productiva, dejaron de tener sentido y sirvieron para crear una población propensa al reclutamiento militar por las fuerzas bélicas, que propiciaron el odio, el resentimiento y el deseo del Tercer Reich de expandirse para invadir y saquear a sus vecinos de Europa y del norte del África, iniciando así la Segunda Guerra Mundial.

3.- Caso de Estados Unidos

La Segunda Guerra Mundial ocurrió entre 1939 y 1945 y fue iniciada por Alemania, a raíz de su crisis económica y la hiperinflación generada por la impresión exponencial de billetes sin valor, que hacía necesario usar sacos de dinero en papel para comprar una hogaza de pan y donde Adolfo Hitler emulando a Napoleón Bonaparte, declaró la guerra a algunos países, para apoderase de las riquezas de esas naciones de Europa y del norte de África y así salvar a la economía de su país que estaba colapsada.

Al finalizar esa guerra mundial, algunas naciones de Europa y Japón quedaron destruidas y arruinadas, de tal forma que en 1944 se realizaron los acuerdos de Bretton Woods, para establecer las reglas de un nuevo orden comercial y financiero mundial, entre las naciones más industrializadas del mundo y se crearon el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, estableciendo el uso del dólar como moneda internacional y comprometiéndose Estados Unidos a respaldar y redimir cada 35 dólares con una onza de oro, es decir, con una paridad de 0,889 gramos de oro por dólar.

En 1971, el presidente Richard Nixon, aconsejado por Milton Friedman –padre del Monetarismo– debido a la sobreimpresión de dólares existente en ese momento, para financiar la guerra del Vietnam, decidió desconocer los acuerdos de Bretton Woods y le quitó el respaldo de oro al dólar. Esta acción le ha permitido a la Reserva Federal –FED– imprimir todo el dinero que desee, por no haber necesidad de contar con un activo tangible de respaldo de la moneda como era el oro.

Muchos ingenuos consideran que la sobreexpansión de liquidez no genera inflación, debido a que Estados Unidos lograba en el pasado mantener este índice cercano al 2%, sin darse cuenta de que al ser el dólar considerado una moneda de reserva mundial desde 1944, le permite a ese país adquirir todos los bienes y servicios generados por la oferta agregada global. Esto significa que pueden disponer del PIB mundial, a costo de imprimir dinero sin respaldo de activos tangibles, aunque esta práctica les genera: desempleo, inflación, pobreza, indigencia, delincuencia, desindustrialización y relajamiento moral, donde solo los especuladores financieros hacen grandes negocios, pero crean otras distorsiones en su economía, que es netamente importadora.

A partir de 1980 un grupo de expertos económicos académicos de las universidades más reconocidas de ese país, que también eran asesores de las empresas financieras, de donde obtenían honorarios muy superiores a sus sueldos como catedráticos, iniciaron una campaña para convencer a los gobiernos sucesivos y a la opinión pública, de las supuestas bondades de la eliminación de las regulaciones al crédito, para que las entidades financieras pudieran relajar los controles, que minimizan el riesgo de hacer préstamos y otorgar créditos a entes y personas que no pueden pagarlos.

A raíz de la desregularización del crédito lograda por esos expertos académicos que volvieron a fortalecer la idea keynesiana de incrementar el gasto público y la liquidez para supuestamente aumentar el PIB y con la idea de Milton Friedman de eliminar al máximo los controles por parte del Estado, desde el año 2001 se inició una expansión crediticia y una sinergia especulativa entre bancos comerciales, bancos de inversión, calificadoras de riesgo y compañías de seguros y se crearon unos productos financieros llamado CDO –Collateralized Debt Obligations– que consistían en colocar en un paquete, deuda hipotecaria y deuda al consumo, donde los bancos comerciales daban préstamos y créditos sin control, que les vendían a los bancos de inversión, quienes a su vez pagaban grandes comisiones a las calificadoras de riesgo, para que calificaran a esos instrumentos como AAA, que eran comprados por los fondos de pensiones y otros inversores ingenuos y eran asegurados por compañías de seguros, de tal forma que entre más volúmenes de venta existieran, había más comisiones y bonificaciones para quienes participaban como ejecutivos financieros y consultores en este tipo de pirámide fraudulenta, que produjo la burbuja crediticia de Estados Unidos y que les dejó a unos cuantos especuladores y a sus asesores grandes fortunas sin ningún tipo de castigo posterior.

Cuando muchos prestatarios no pudieron pagar los créditos en el año 2008, como era de esperarse, comenzó un efecto dominó, que llevó a la quiebra a bancos y a empresas, haciendo que el sueño americano se convirtiera en una pesadilla, al perder millones de personas en ese país y en otras partes del mundo: ahorros, vivienda, trabajo, bienestar, paz y en algunos casos hasta la vida, por suicidios al quedar en la ruina.

La solución dada por la Reserva Federal y el gobierno consistió en continuar con las expansiones de base monetaria y deuda, incrementando de este modo exponencialmente la liquidez monetaria, para auxiliar financieramente a bancos y empresas quebradas, lo cual ha llevado al gobierno del año 2013 a un «shut down«, por exceso del déficit fiscal y el endeudamiento, lo que hizo enviar de vacaciones sin remuneración a 800.000 trabajadores del gobierno, estando a esa fecha pendiente para comienzos del año 2014, una solución eficaz a los problemas de: déficit, endeudamiento y expansión exorbitante de la liquidez en Estados Unidos.

Más recientemente y a partir del 30 de enero de 2020 se declaró como epidemia una enfermedad viral llamada covid-19 y debido al confinamiento de las poblaciones, las diversas naciones del mundo autorizaron mayor expansión de liquidez monetaria, para evitar el colapso económico y Estados Unidos no fue la excepción, por lo cual en estos momentos los bancos centrales del globo están tomando medidas para contrarrestar la inflación inherente a las flexibilizaciones cuantitativas anteriores, con el riesgo de que se produzca una recesión mundial similar a la producida en 1929.

Por el bien de la humanidad, esperamos que se imponga la lógica, la inteligencia y la racionalidad, para que Estados Unidos y las demás naciones del mundo no traten de resolver las crisis económicas generadas por la expansión de liquidez, utilizando los métodos belicistas de Napoleón Bonaparte o de Adolfo Hitler, promoviendo la tercera guerra mundial.


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