Foto Marco Bello

Cuando Chávez llegó al poder en 1998, travestido de revolución, operó con la absoluta certeza de que él y su gente habían llegado para quedarse para siempre.

Así que desde un inicio se dio a la tarea de tomar el control de los aparatos de Estado, de todos, especialmente de los llamados aparatos autoritarios de poder (el sistema de justicia,  la Fuerza Armada y aparatos represivos del Estado). Luego se ahorcó a la creación de una estructura militar paralela y constituyó a largo de la sociedad venezolana enclaves autoritarios que se insertaron en la sociedad civil, caso de los llamados “colectivos”.

En el mismo proceso comenzó a desmantelar toda la estructura de la organización sindical y la estructura de la organización empresarial que se había forjado incluso antes del advenimiento del hecho democrático de 1958, con la cual una vez que se liquidan los organismos corporativos que monopolizan los intereses de trabajadores y empresarios, se dificultan nuevos acuerdos obreros-patronales.

Luego se apropia del excedente petrolero mediante la cooptación por completo de la industria petrolera, desmantela el sector productivo nacional y finalmente liquida a los partidos políticos tradicionales y a su liderazgo.

Así, y un poco mas, se dio lugar a la dictadura chavista, que antes con mucha prudencia, demasiada diría yo, llamamos régimen iliberal, democracia no liberal o régimen con pretensiones autoritarias, etc. Pero, nunca, nunca, nunca definida por lo que realmente era: una dictadura

Recuerdo dos entrevistas realizadas a los líderes emergentes de entonces: Leopoldo López y Henrique Capriles. Ambos entrevistados por Jaime Bayly. Cuando este les preguntó cómo se definía el gobierno de Chávez, ambos tartamudearon, carraspearon, tosieron, se ahogaron pero no pudieron dar una repuesta que apuntara a una lectura adecuada de la naturaleza del régimen.

Y esa indefinición que fue la misma durante bastante tiempo de todo el movimiento opositor, trazó toda la ruta con la que se ha enfrentado al régimen hasta el día de hoy.

Esto es una dictadura, no cabe la menor duda, desde los días iniciales de Hugo Chávez y ahora conducida por la más mediocre élite gobernante que hemos tenido desde la fundación de la república en 1830.

Hasta hoy hemos esperado todo este año una gran movilización social opositora con un curso ascendente, progresivo que derrumbara desde abajo la dictadura. Incluso se ha probado creando un horizonte de viabilidad y posibilidad en alianza con sectores militares, a quien se les ha prometido todo o casi todo y casi todo el liderazgo opositor ha probado esta suerte y la sigue probando pensando que cualquier salida pasa por combinaciones con los militares, pero, hasta hoy eso ha sido infructuoso.

Pero creo que hoy estamos ante un clima de época caracterizado porque todas las variables que hablaban de una descomposición progresiva se han agravado y lo que se evidencia hoy está signado por el desgaste de un gobierno incompetente y corrupto, una crisis económica como nunca hemos visto, una crisis humanitaria que rebasa toda las estadísticas, que muestran que más de 70% de la población vive en la pobreza más extrema, que la clase media es cosa del pasado. En fin, es una crisis general de sociedad.

Todo eso hace esperar que dado que el derrumbe por abajo no se ha producido, en parte por la propia crisis y fractura del movimiento opositor, el derrumbe devendrá  porque la crisis desencadenará la caída desde arriba, es decir por la fractura del aparato de Estado chavista.

Y producido este derrumbamiento, entonces la centralidad de la política se hace importante, especialmente en una sociedad que después del chavismo no ha podido recrear referentes diferentes para constituir una imagen de sí misma. Y allí el movimiento opositor  debe revalorizar de nuevo las palabras que enuncien y propongan una nuevo encanto por la democracia y hacerse cargo de las demandas de orden, progreso y libertad.

Y ojalá cuando ese evento se produzca, a pesar del pesimismo que puede reinar hoy pienso que no está lejos de producirse, la oposición esté a la altura de las circunstancias y no cometa los errores que ya ha cometido para desventura y sufrimiento de los venezolanos.


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