La oposición venezolana sigue desarticulada. He detectado cuatro vertientes, que aunque parecieran tener el mismo objetivo, las soluciones que proponen dan finales distintos porque están basada en intereses propios o particulares. Esto sin entrar en la discusión del principio más elemental del quehacer político que sería discutir, argumentar, ponerse de acuerdo para posteriormente actuar. Se actúa sobre mínimos consensos, sea en una junta de condominio, en un comité político de partido o en el parlamento. Sin embargo, en este contexto, no existe un articulador real capaz de suscitar la discusión.

Hay dos sectores que aunque presentan el mismo propósito de participar en los próximos comicios electorales, difieren en la forma de cómo hacerlo. Un sector participa sin condiciones llevado de la mano de un gobierno que siempre ha buscado una oposición complaciente con poca resistencia; y, otro, que obligado por las circunstancias y saliendo de una propuesta que en dos años no ha tenido efecto, no le toca de otra que sentarse a negociar buscando condiciones con el gobierno para subsistir políticamente, dejando a un lado todo aquel plan del no reconocimiento. Un tercer grupo es el radical, que en los últimos años no ha cambiado su postura y, en el fondo, no consigue una ventana para articular su propuesta.

Sumado a los tres anteriores, se encuentra un nuevo grupo que ha lanzado, nuevamente, la propuesta del revocatorio y, sin esperar respuesta alguna, han actuado, inmediatamente, ante las instancias correspondientes. No buscaron o no encontraron la debida articulación, y se lanzaron a revocar -craso error- sin mayor representatividad de los partidos o de sectores que tengan alguna fuerza en la tan golpeada población.

Este panorama demuestra con claridad cuán cíclica puede ser la política venezolana que sin tomar en cuenta los errores cometidos en el pasado, permite que el país se encuentre en circunstancias tan similares a las que se presentaron entre el 2003 y el 2004, con la diferencia que en esos años había una presencia de partidos más fuertes y nutridos y personajes políticos con mayor representatividad y credibilidad. Sin olvidar que entre las listas planas, la revalidación y la siempre presente lista criminal de Tascón, Chávez volvió añicos cualquier iniciativa. Hoy, cosa que no se dio antes, la negociación es parte del tablero gubernamental porque aunque no parezca y tengan un control férreo de las instituciones, el régimen se siente acorralado por las sanciones a las que han sido objeto en los últimos años.

El régimen busca la forma de seguir desarticulando la oposición, alimentando y apoyando, de forma indirecta, cualquier vertiente que se presente. El dicho popular es sabio: «divide y vencerás», como ha ocurrido en los últimos 20 años.La solución para comenzar una verdadera lucha está en la construcción de una verdadera, sincera y combativa unidad, donde prevalezcan los valores básicos de los ciudadanos y exista una real participación de todos los sectores que hacen vida y se oponen a este régimen opresor. Esta solución ha sido presentada por Venezuela quien ha insistido, resistido y persistido desde hace más de veinte para lograr la unidad.

@freddyamarcano

 

 


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