El Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Ceofanb) anunció el sábado 5 de noviembre que este año han destruido 34 aviones vinculados al narcotráfico, pero los militares chavistas al parecer tienen un modo muy particular de detectar aeronaves que violan el espacio aéreo venezolano.

Antes han empleado esa táctica para atribuir presuntas incursiones en ese sentido a la “arrogancia imperial, en su estrategia de asedio”, pero una interrogante ante esa estratagema dejó perplejos a los generales del régimen. Tanto, que al cabo de poco más de tres años no han sido capaces de responder.

El 29 de septiembre de  2019, Hugo “el Pollo” Carvajal les hizo desde España un planteamiento comprometedor.

“@ceofanb ¿Detección de 54 aeronaves estadounidenses en territorio venezolano? Jajaja”, escribió en Twitter el exjefe de inteligencia de Chávez y Maduro, con fama de astuto y meticuloso y de que “lo sabe todo de todos”.

Y agregó: “Curiosamente estos radares sirven para detectar aeronaves estadounidenses pero no para detectar aeronaves del narcotráfico auspiciado por Maduro”.

Investigaciones de la DEA permiten explicar la “selectividad” para detectar con los radares que emplean los jefes militares de Nicolás Maduro. La agencia antidrogas estadounidense ha establecido que contactos cruciales entre narcotraficantes de otras naciones y el Cartel de los Soles negocian la venta de códigos de transpondedor, dispositivo de telecomunicaciones que normalmente son asignados a vuelos autorizados.

En Apure, según el Ceofanb, fue donde destruyeron “el avión invasor tancol 34 del año 2022”. Tancol, de acuerdo con el régimen de Maduro, significa “terroristas armados narcotraficantes colombianos”. Pero el uso de la sigla parece un subterfugio.

El miércoles 16 de junio de 2021 los militares chavistas anunciaron un despliegue de la Infantería de Marina en Apure “para combatir y expulsar todo grupo irregular colombiano”. Esa vez ya no los llamaron “narcotraficantes terroristas”.

El anuncio sin embargo pareció tardío, pues entonces no había transcurrido siquiera un mes del desastre al que los mandos de Maduro y sus aliados de las FARC de Iván Márquez arrastraron a la FANB para hundirla en la guerra de guerrillas en el estado llanero, que terminó en rendición incondicional y la cesión de territorio nacional al Frente Décimo de las FARC, el rival  en el tráfico de drogas y otros negocios sucios del crimen organizado.

La mayor paradoja es que asesores, soldados y armamento rusos no impidieron la debacle de Maduro y sus mandos débiles en el brevísimo conflicto en Apure el año pasado. Lo peor fue que en esa frustrante aventura bélica jóvenes oficiales y soldados fueron sacrificados porque los enviaron al terreno de combate sin las provisiones y elementos mínimos de supervivencia. Eso se sabe en los cuarteles y es probable que no se olvide con la supuesta destrucción -menos en Apure- de aviones tancol.


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