¿Cómo debemos convivir con ellos?

La Declaración de Nueva York sobre la Conciencia Animal publicada el pasado 19 de abril de 2024, sostiene que la investigación científica actual indica que una conciencia animal generalizada es una “posibilidad realista”, y que los científicos y los responsables de las políticas públicas deben tener esto en cuenta al considerar los riesgos para esos animales en sus experiencias con ellos. Primero deben preguntarse si tienen la capacidad de tener experiencias conscientes.

Si bien persiste mucha incertidumbre, han surgido algunos puntos de amplio acuerdo: En primer lugar, existe un fuerte respaldo científico para las atribuciones de consciencia a mamíferos y aves. En segundo lugar, la evidencia empírica indica al menos una posibilidad realista de experiencia consciente en todos los vertebrados —incluidos reptiles, anfibios y peces— y muchos invertebrados como mínimo, moluscos cefalópodos, crustáceos, decápodos e insectos. En tercer lugar, cuando existe una posibilidad realista de experiencia consciente en un animal, es irresponsable ignorar esa posibilidad en las decisiones que lo afectarán. Deberíamos considerar los peligros de dañarlos y utilizar estas evidencias científicas para evaluar nuestras respuestas a estos situaciones.

Declaración de Cambridge

Estas declaraciones de reputados científicos de todo el mundo en documentos reveladores marcan un momento clave tanto en la ciencia como en la ética en nuestra interacción con el reino animal. Desde una perspectiva psicológica, la afirmación de que la consciencia animal es posible amplía nuestras nociones de lo que significa ser un ser consciente y desafía las fronteras tradicionalmente impuestas entre los seres humanos y otros animales.

En julio del 2012, un grupo de científicos e investigadores prominentes, neurocientíficos cognitivos, neurofarmacólogos, neurofisiólogos, neuroanatomistas y científicos informáticos se reunieron en la Universidad de Cambridge y emitieron la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia que señala: «el peso de la evidencia indica que los humanos no son los únicos que poseen los sustratos neurológicos que generan conductas conscientes. Los animales no humanos, entre ellos todos los mamíferos y aves, y muchas otras criaturas, como los pulpos, también poseen estos sustratos neurológicos».

Los científicos afirman que “es indiscutible para los hombres de ciencia que los animales son conscientes, pero no es obvio para el resto del mundo. En tiempos recientes hemos visto cómo diferentes animales son capaces de reconocerse a sí mismos en la ‘prueba del espejo’, incluyendo a los delfines nariz de botella, los chimpancés, los elefantes y hasta las urracas o cuervos… El peso de la evidencia indica que los humanos no son los únicos que poseen los sustratos neurológicos para estar conscientes”. (¿Quién es el Universo?, Pág. 58, 2021).

Existen formas de vida que mantienen una especie de inteligencia o, más bien, de una consciencia colectiva. Es así en el caso de las abejas o las hormigas, en los cardúmenes de peces, los castores y otros mamíferos, o en determinadas aves que, al volar en bandadas, poseen una “inteligencia de manada” que se evidencia cuando vuelan cientos de ellas y doblan al mismo tiempo y en menos de un segundo en otra dirección, lo que impide el caos entre los pájaros.

Implicaciones psicológicas

Reconocer la comportamientos conscientes en una variedad amplia de animales nos lleva a reconsiderar cómo entendemos los procesos mentales, no sólo en términos de los humanos sino en todo el espectro biológico. Esto sugiere que la capacidad de experimentar emociones, percepciones y tal vez incluso pensamientos no es exclusiva de los seres humanos, lo que imbrica la psicología del desarrollo, la psicología comparada y la neurociencia. Reconocer que otros animales son conscientes, también nos obliga a considerar más seriamente cómo sus experiencias afectan su bienestar y, por ende, cómo los tratamos.

Consideraciones religiosas y creencias actuales

Desde un punto de vista religioso y espiritual, la existencia de animales conscientes puede verse como una extensión de la vida y la creación divina, reforzando la idea de que todas las criaturas son valiosas y deben ser tratadas con compasión y respeto. Muchas tradiciones religiosas ya sostienen la creencia de que los animales son parte de la creación y deben ser cuidados adecuadamente. Esta nueva declaración de New York podría ser vista como una confirmación científica de tales creencias, proporcionando una base más sólida para el llamado ético y moral hacia un tratamiento más humano y considerado hacia los animales.

Si existe un Creador sería omnipresente —una Conciencia Suprema— y contendría o estaría presente en todos los infinitos elementos y en todos los seres en el universo, en todos los átomos y partículas o “cuerdas”, ondas, en todas las moléculas, en todas las células, en toda la materia, energías, fuerzas. Por ello se hacen presentes interrogantes esenciales: ¿Es el Universo infinito capaz de crear toda la vida? ¿Las fuerzas positivas y negativas están contenidas en él? ¿Todos los cuerpos? ¿Todas las mentes? ¿Existe parte de la conciencia universal en cada individuo? ¿Todas las conciencias del Universo conforman esa Conciencia Universal? ¿Es Dios o esta Presencia Universal algo más que la suma de todo lo existente en el Universo? ¿Todos y todo forman parte de una Conciencia Universal o Dios?

San Francisco de Asís

Este personaje del mundo cristiano trató a todos los seres con un profundo respeto y consideración, lo cual se manifiesta en su famoso «Cántico de las Criaturas«, donde llama a los animales «hermanos» y «hermanas». Este enfoque podría ser un poderoso llamado a la acción para todos de respetar el bienestar y resguardo animal. La actitud de san Francisco subraya la idea de que todos los seres vivos son parte de una creación divina interconectada y merecen ser tratados con dignidad y cuidado. Su enfoque podría motivar la implementación de métodos más humanitarios en la cría de animales y en la investigación científica, promoviendo técnicas que minimicen el dolor y el estrés animal. Los credos que valoran las enseñanzas de san Francisco podrían utilizar sus prédicas para reforzar o redefinir sus enseñanzas respecto al trato de los animales. Esto puede ser particularmente efectivo en comunidades donde las tradiciones religiosas juegan un papel importante en la formación de normas éticas y morales.

¿Qué piensan los hindúes de los animales?

En su tradición hindú, los animales tienen una posición muy especial y son tratados con gran respeto y veneración. Esto se debe a varias razones teológicas, filosóficas y culturales, que profundizan la relación entre los humanos y los animales dentro del hinduismo. Uno de los principios más fundamentales el de “ahimsa”, que significa «no violencia». Este se extiende a todos los seres vivos, incluyendo los animales. Muchos hindúes practican el vegetarianismo como una expresión de ahimsa, evitando causar daño a los animales por medio del consumo de carne. Igualmente como el hinduismo sostiene que el alma —atman— reencarna en diferentes formas de vida a lo largo de varios ciclos “samsara” hasta alcanzar la liberación “moksha”, podrían haber sido humanos en vidas pasadas o podrían serlo en vidas futuras.

Esta visión promueve una actitud de respeto y empatía hacia los animales, ya que todos los seres están intrínsecamente conectados por el ciclo del nacimiento y la muerte.

Por otra parte muchas deidades hindúes están asociadas con animales. Ganesha tiene cabeza de elefante. Hanuman es representado como un mono. También varios dioses, se relacionan con animales como “el toro NandideShiva y el ratón de “Ganesha”, lo que resalta la importancia de los animales en la mitología hindú. Inspirados por estos principios, muchos textos hindúes antiguos, como el Manu Smriti, incluyen leyes y consejos sobre el trato ético a los animales. Se enfatiza la protección de ellos y se desalienta su maltrato. De esta formas fomentan una convivencia ética y respetuosa con el mundo animal, viéndolos como compañeros en el viaje espiritual de la vida más que como seres inferiores o meros recursos.

Desafíos éticos y responsabilidades

Las declaraciones también plantean desafíos éticos directos: si los animales son conscientes, entonces las políticas y prácticas que afectan su bienestar deben ser reconsideradas y ajustadas para evitar el sufrimiento innecesario. Esto incluye prácticas en la industria de la alimentación, la investigación científica, y el entretenimiento, entre otras. Desde una perspectiva psicológica, ignorar la posibilidad de la animales conscientes puede llevar a consecuencias negativas no solo para los animales mismos, sino también para la salud mental y moral de las personas involucradas en su maltrato.

Desde un punto de vista político ya comienza a causar efecto la consideración de la existencia de animales conscientes. Los legisladores de New York están proponiendo reglas para reducir «humanamente» la población de ratas usando la anticoncepción y la prohibición de trampas, pegamentos o veneno para evitar la muerte de estos animales de forma brutal o lenta. Igual se han planteado las autoridades ambientales colombianas cuando se proponen esterilizar 40 hipopótamos cada año, en un plan para controlar la especie —que crecen desmesuradamente— anunciado que contempla además el posible traslado de decenas de ejemplares a países como India, México y Filipinas y la eutanasia, un proceso que aún no ha iniciado a la espera de protocolos. (Por cierto, los hipopótamos originarios fueron llevados a ese país por el narcotraficante Pablo Escobar Gavidia que los usaba para divertir a sus invitados en sus haciendas).

Como psicólogos, es imperativo analizar no solo las evidencias empíricas sino también las contenidos éticos y emocionales de los hallazgos científicos. La declaraciones de New York (2024) y la de (Cambridge 2012) nos desafían a aumentar nuestros sentimientos de humanidad y a ajustar nuestras acciones en consecuencia. En una sociedad cada vez más consciente de los derechos de los animales y su bienestar, estos pronunciamientos de la ciencia coadyuvan como un catalizador para cambios profundos en cómo los humanos vemos y tratamos a otros seres ahora definidos como «conscientes» en nuestro planeta y en el Universo. En última instancia, refleja un creciente reconocimiento de que la conciencia y que la capacidad de sufrir no están limitadas a los humanos, y que debemos actuar con responsabilidad y cuidado hacia todos los seres.

Nota: Firmantes de la Declaración de Nueva York sobre la Conciencia Animal, de Nueva York: Kristin Andrews, profesora de Filosofía, de la Cátedra de Investigación de Mentes Animales en la Universidad de York, Jonathan Birch, profesor de Filosofía en la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres. Jeff Sebo, profesor Asociado de Estudios Ambientales y Director del Programa Mente, Ética y Políticas de la Universidad de Nueva York, Colin Allen, profesor Distinguido de Filosofía Universidad de California, Konstantin Anokhin, profesor del Instituto de Estudios Avanzados del Cerebro de la Universidad Estatal Lomonósov de Moscú, Culum Brown, profesor de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Macquarie, Gordon M. Burghardt, profesor con Servicio Distinguido de Antiguos Alumnos de Psicología y Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Tennessee, David Chalmers, catedrático Universitario de Filosofía y Ciencias Neurales de la Universidad de Nueva York, Lars Chittka, profesor de Ecología Sensorial y del Comportamiento de la Universidad Queen Mary de Londres, Nicola S. Clayton FRS, profesor de Cognición Comparada de la Universidad de Cambridge, Robyn Crook, profesora asociada de biología de la Universidad Estatal de San Francisco, David Edelman, profesor visitante de la Universidad de Dartmouth, Robert Elwood, profesor Emérito de Comportamiento Animal de la Universidad de Queen en Belfast, Becca Franks, profesora Asistente de Estudios Ambientales de la Universidad de Nueva York, Matilda Gibbons, investigadora postdoctoral, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pennsylvania, Martín Giurfa, profesor de neurociencias de clase excepcional de la Universidad de la Sorbona en París, Peter Godfrey-Smith, profesor de la Facultad de Historia y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Sídney, Australia, Simona Ginsburg, profesora asociada de Neurobiología de la Universidad Abierta de Israel, Stevan Harnad, profesor de la Universidad de Quebec en Montreal, Eva Jablonka, profesora emérita de Historia y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Tel Aviv, Christof Koch, presidente y científico jefe del Instituto Allen de Ciencias del Cerebro, Jon Mallatt, profesor clínico, del Programa de Educación Médica de la Universidad de Washington en la Universidad de Idaho, Jennifer Mather, profesora de Psicología de la Universidad de Lethbridge, Noam Miller, profesor Asociado de Psicología y Biología de la Universidad Wilfrid Laurier, Liad Mudrik, profesora de la Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Tel Aviv, Lucia Meloni, profesor Investigadora de Neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York, Diana Reiss, profesor de Psicología y directora del Programa de Maestría en Conservación y Comportamiento Animal del Hunter College, Irene M. Pepperberg, profesor de Investigación del Departamento de Psicología y Ciencias del Cerebro de la Universidad de Boston, Alexandra Schnell, investigadora de la Universidad de Cambridge, Anil Seth, profesor de Neurociencia Cognitiva y Computacional de la Universidad de Sussex, MV (Srini) Srinivasan FRS, profesor emérito del Queensland Brain Institute de la Universidad de Queensland, Narayanan Srinivasan, Profesor del Departamento de Ciencias Cognitivas del Instituto Indio de Tecnología Kanpur, Kulbhushansingh Suryawanshi, investigador de la Fundación para la Conservación de la Naturaleza, Mysuru, Bruno van Swinderen, profesor del Instituto del Cerebro de La Universidad de Queensland, Naotsugu Tsuchiya, profesor, Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad Monash, Cleo Verkuijl, investigadora del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo, Anna Wilkinson, profesora titular de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad de Lincoln, Katrina Wyman, profesora de Derecho de Propiedad de la Familia Wilf, y Director del Programa LLM en Derecho Ambiental y Energético de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York, Yossi Yovel, profesor asociado de la Escuela de Zoología de la Escuela de Neurociencia Sagol de la Universidad de Tel Aviv.

 


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