Nicolás Maduro como canciller y ahora como ocupante del Palacio de Miraflores se ha ganado unos “socios y amigos” muy peculiares.

Unos amigos y socios que en algunos casos le están dando la espalda y en otros hacen silencio; unos amigos como los cuervos, que le sacan los ojos a quien les da de comer.

Sobre el caso del Esequibo, los aliados y socios de Nicolás Maduro no abren su boca para hacer causa común con Venezuela; más bien apoyan abiertamente a los enemigos de nuestro país o se alejan y voltean su mirada para otro lado.

No hemos visto a Lula da Silva diciendo nada, ni a Daniel Ortega de Nicaragua, ni siquiera al saliente Alberto Fernández de Argentina y mucho menos a los cubanos. A nadie del mundo socialista, ni siquiera al muy entrometido de Gustavo Petro ni al metiche de Andrés Manuel López Obrador los vemos solidarizándose con el país.

Nadie dice nada, sobre la legítima reclamación de parte del territorio venezolano, ninguno de ellos se muestra cercano a Nicolás Maduro. Todos se apartan de Miraflores como si se tratase de un lazareto.

Y ni hablar de Cuba y de los vividores de Petrocaribe; las islas que integran el Caricom, que durante años se beneficiaron de Venezuela, ahora no tienen el menor pudor de ponerse del lado de Guyana en contra de Venezuela.

Por años recibieron petróleo barato, incluso se le condonó una deuda que tenían con Venezuela; recibieron apoyo de toda índole. Y ahora ¿qué hacen? Se oponen fuertemente al reclamo venezolano.

Cuba y las islas del Caricom se chulearon a Venezuela gracias a las políticas complacientes de Chávez y Maduro y ahora vemos cómo le pagan el favor.

Los amigos de Maduro lo dejan solo y esto debido a que su estrategia diplomática y de alianzas ha sido nefasta, torpe y totalmente desequilibrada.

Los socialistas destinaron millones de dólares a comprar votos en la OEA, a ganarse amigos a punta de “realazos”, y ahora vemos las consecuencias. Venezuela pareciera aislada sin dinero y sin amigos.

Solo con un nuevo gobierno firme y decidido lograremos rescatar la dignidad nacional en el mundo diplomático; solo con un nuevo gobierno lograremos el respeto que nos merecemos en el concierto de naciones.

A Venezuela la respetarán cuando tengamos en Miraflores un gobierno que se gane con fuerza ese respeto.

Sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.


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