Muchos de mis vecinos en West Miami son inmigrantes de países destrozados por regímenes socialistas. Llegaron a Estados Unidos porque vieron a esta nación como la tierra de la libertad y el sentido común —libre de las ideologías marxistas que habían convertido a sus países natales en lugares de opresión. Pero los tiempos están cambiando. Hoy en día, estas personas ven la misma locura que se apoderó de sus países de origen infiltrándose en Estados Unidos y, lo que es peor, siendo abrazada por parte del Partido Demócrata.

Teoría crítica de la raza. Ideología radical de género. Fanatismo proaborto. Discriminación antirreligiosa. Las ideas que se originaron al margen de la política americana y fueron relegadas por mucho tiempo a los profesores de las Ivy Leagues y las células socialistas ahora son comunes en las principales instituciones, desde Hollywood hasta varios de los medios tradicionales y Wall Street. Creer que Estados Unidos es un imperio del mal y que los hombres pueden quedarse embarazados es ahora una prueba de fuego para acceder al estatus de élite.

Esto es una burla a nuestra nación en el escenario mundial, pero no es ilegal estar loco. En Estados Unidos, la gente puede llenarse la cabeza de tonterías si quiere. Sin embargo, nadie tiene derecho a imponer esas tonterías a los demás. Ese es el problema con los manifestantes de izquierdas que creen que está justificado bloquear el tráfico público. También es el problema de los activistas transexuales que exigen a un panadero cristiano que celebre su cambio de sexo. Es un gran problema cuando las llamadas corporaciones americanas se vuelven locas, confiando en las exenciones fiscales para apoyar los abortos de sus empleadas y utilizando el dinero duramente ganado por los accionistas para promover políticas sociales radicales.

Sin embargo, nada se compara con lo que está haciendo la Casa Blanca de Biden. Bajo el liderazgo de «expertos» en temas de diversidad, equidad e inclusión y teniendo a un presidente cautivo de la base extremista de su partido, esta administración está financiando currículos racistas en las escuelas públicas, abogando por el uso de bloqueadores de la pubertad en los niños y convirtiendo al Departamento de Asuntos de los Veteranos en una fábrica de abortos en la era Post-Roe vs Wade. Todo esto, valga aclarar, con impuestos de los contribuyentes. Mientras tanto, en vez de responder a los bajos números récord de reclutamiento o de modernizar nuestro ejército desactualizado, el Pentágono de Biden está desperdiciando recursos valiosos en lecturas sobre drag queens, entrenamiento de sensibilidad e innumerables otras locuras. Lo cual detallé en este informe.

Esto es inaceptable. Es una imposición radical sobre millones de americanos que ven el aborto como el asesinato de un ser humano inocente, que piensan que los niños deben estar protegidos de las drogas peligrosas, la propaganda hipersexualizada, y que confían en nuestro ejército para defenderlos de las amenazas extranjeras. El gobierno y las instituciones progresistas están confabulando en contra del sentido común, nuestras comunidades y nuestros niños están sufriendo como resultado.

Es por eso que estoy reintroduciendo ocho legislaciones de sentido común para proteger a los americanos de las locuras de la extrema izquierda. Si nos convertimos en un país donde los manifestantes marxistas están exentos de la ley, donde Wall Street utiliza los fondos de los inversores como un arma en contra de los conservadores y donde el gobierno de Estados Unidos socava el interés nacional, no duraremos mucho como país democrático. Los legisladores con sentido común tienen el deber de responsabilizar a las élites y evitar que nuestro país torne hacia otra Cuba, Venezuela o Nicaragua.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!