El miedo a errar es, ya de por sí, el Error en persona. Lo que se llama miedo a errar resulta, a la hora de la verdad, miedo a la verdad.

Hegel – Fenomenología del Espíritu 

Mientras avanza el 2023 y están previstas elecciones presidenciales en 2024, comienzan a emerger aspirantes a candidaturas presidenciales, algunas de ellas conocidas en sus espacios de oposición radical y otras que intentan venderse hasta como «académicas», después de tener un historial acumulado de obscenidades y seudocultura.

Lo cierto es que indefectiblemente, sea cual fuere la selección dentro de algo que han llamado «elecciones primarias», lo único que muchos esperan es que el empresario e industrial Lorenzo Mendoza decida lanzarse al ruedo electoral y desmontar con ello no solo la lamentable realidad a la que ha sido condenada la otrora patria de Bolívar, la cual ha visto durante una década de Nicolás Maduro en el poder un oxigonio de emigración, destrucción del sistema económico y la pobreza, sumados a la pérdida del valor del salario como fuente digna de vida y también de la esperanza de cada venezolano de que su situación personal pueda mejorar en el corto, mediano o largo plazo, basado en las dos esencias fundamentales de la superación personal: el estudio y el trabajo.

Un país donde lo exotérico se ha convertido en salarios y pensiones miserables que equivalen a 5 dólares mensuales, y tener que vivir con destruidos sistemas de educación y salud, así como pésimos servicios públicos de agua, electricidad y transporte, y en donde hasta la gasolina y el gas se han convertido en una carencia de una nación productora de petróleo y energía, no puede tener otra descripción para un régimen que un estruendoso fracaso.

Consciente de semejante realidad, el madurismo actúa con máxima gazmoñería al eludir sus responsabilidades y con un infeliz discurso achaca a unas «sanciones» -siendo estas irónicamente su peor confesión de incapacidad- las inmensas necesidades del pueblo, mientras es condenado en el mundo por violaciones de los derechos humanos, e intenta tapar semejante verdad, acusando, palabras más palabras menos, a la Corte Penal Internacional de no ser «imparcial» en sus investigaciones.

En tal sentido, el país no podría tolerar un sexenio adicional de este régimen en el poder, pues esa cifra que según la Organización de Naciones Unidas es de 7,1 millones de emigrantes venezolanos esparcidos por el mundo, y fundamentalmente en América Latina, no solo se duplicaría, sino que acabaría por completo cualquier emporio industrial que aun con dificultades se mantenga operativo, como es el caso de Empresas Polar y similares.

Por ello, aquellos que argumentan que la decisión de Lorenzo Mendoza está en desistir de la candidatura presidencial para preservar el complejo industrial de su familia, ignoran que de continuar Nicolás Maduro en el poder ninguna red de grandes empresas pudiera seguir operativa, porque además de ver emigrar el último lote de una población joven y activa, la nación solo quedaría conformada por un grupo gregario cuya única plétora estaría en la miseria. Entonces, ¿es realmente la necesidad de preservar Empresas Polar, teniendo el miedo del yugo autoritario, lo que impide postularse definitivamente a Lorenzo Mendoza como posible candidato presidencial?

La geopolítica latinoamericana está mancillada por un régimen que no entiende que mientras Tesla invierte 4.500 millones de dólares en México en una planta ensambladora de autos eléctricos, aquí se originan impuestos hasta para comprar queso y mortadela, a la par que no se comprende que el neototalitarismo al pulverizar el sistema judicial, pues, jamás llegarán al país esas inversiones mil millonarias en divisas que serían las indispensables para que Venezuela pudiera salir de esta infernal crisis en la cual nos ha hundido el madurismo.

El madurismo es una marabunta sobre los venezolanos y no tiene posibilidades de revertir esta realidad, porque si fuera así, hasta sus amigos chinos no estuvieran negociando con Guyana la explotación de petróleo y gas sobre los espacios en reclamación, y desde hace tiempo, ya habrían auxiliado financieramente al régimen, y por el contrario, la prácticamente quebrada industria petrolera venezolana sigue enviando alrededor de 500.000 barriles diarios de crudo a la nación asiática por concepto de «deuda», y sin recibir un dólar por tal «exportación».

Ante esta destrucción, no es casualidad que el presidente de Fedecámaras haya asomado la posibilidad de candidatura presidencial sobre el industrial que, de terminar asumiendo dicha responsabilidad, significaría el fin del madurismo en el poder, luego de una década de malandanza conjugada en una monserga pueril, que no tiene más posibilidades que seguir de fracaso en fracaso.

Lorenzo Mendoza es consciente de que tiene una enorme responsabilidad ante la historia y el país. Solo el anuncio de su candidatura elevaría inmediatamente a nuestra nación desde la sima del averno hasta una cima de exultación en el rincón más lejano en la geografía venezolana, y generaría ese efecto en cada emigrante que aún sueña con retornar a sus espacios naturales de vida, cultura y trabajo.

La candidatura de Lorenzo Mendoza está cada vez más cerca de ser anunciada, y es probable que el apoyo público e internacional de grandes líderes mundiales tanto de Europa como de América Latina sea el último eslabón que hace falta para que el empresario nos diga con una afirmación que ha llegado la hora de volver a sonreír, y ver nuevamente ante el horizonte que lo bello del iridiscente estará bordeando cada nuevo amanecer en el futuro de Venezuela.

@vivassantanaj_


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