El fin de la llamada «guerra fría», ni la consolidación de la Unión Europea, ni la unión monetaria plasmada en la vigencia del euro en los últimos veinte años; han permitido que el liderazgo de Occidente, de la OTAN y los Estados Unidos se afirme en un contexto internacional no exento de crisis económicas, acciones terroristas y guerras de diferente intensidad. El fin del bloque soviético supuso la afirmación de la libertad, la economía de mercado y la vigencia de cierta institucionalidad democrática en Europa del Este y en una Rusia más abierta a la economía internacional. La globalización de la economía y la revolución tecnológica han permitido el crecimiento exponencial del comercio, la reducción de la pobreza en términos globales y mejores condiciones de vida para sectores que abandonaron la economía agrícola y se han desplazado a las grandes ciudades.

China y la India representan casi el 40 % de la población mundial, mientras que se reduce sustantivamente la tasa de natalidad en la Unión Europea. La migración del norte de África hacía Europa es constante, mientras que la administración Biden impulsó políticas laxas de control migratorio. En América Latina alrededor de 8 millones de venezolanos han abandonado su país, como consecuencia de la virtual quiebra de la economía venezolana, la falta de libertades y la vocación autoritaria del gobierno de Nicolás Maduro. El llamado «socialismo del siglo XXI», el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla pretenden ser una alternativa de transformación a favor de las grandes mayorías; habiéndose convertido en instrumento al servicio de proyectos autoritarios que han dilapidado los recursos fiscales, impuesto políticas expropiatorias sin límites, aumentando la pobreza e incentivado la migración de sus ciudadanos. La dictadura cubana no cede, habiéndose convertido Cuba en una economía que sobrevive gracias a las transferencias generosas de sus connacionales en el exterior, los ingresos por turismo, la explotación «sutil» de sus miles de médicos que prestan servicios a terceros países y recientemente gracias a la ayuda humanitaria solicitada por la tiranía de Díaz Canel. Nicolás Maduro es un operador político de Cuba, los servicios de inteligencia cubanos ejercen control sobre las instituciones militares y policiales de Venezuela. Los «Acuerdos de Barbados» fueron suscritos por el gobierno de Nicolás Maduro como una manera de ganar tiempo y engañar a la comunidad internacional. El gobierno de Joe Biden, en medio de la invasión de Rusia a Ucrania, se acercó a la tiranía de Maduro, levantó ciertas sanciones económicas, demostrando falta de pericia y complicidad.

En un contexto de campaña electoral, para el Departamento de Estado, la situación política en Venezuela pasa a un segundo plano; por ello Nicolás Maduro opta por el adelanto de elecciones e impide la postulación de María Corina Machado a la presidencia de la República. El eje La Habana, Caracas y Managua desafía a la comunidad internacional. Daniel Ortega reprime al clero, ante la casi inacción de la Santa Sede, impide la postulación de opositores aplicándoles leyes represivas. El gobierno de López Obrador defiende abiertamente al gobierno de Díaz-Canel, mientras que la candidata de Morena se siente confiada en ganar las elecciones del próximo 2 de junio. Si México no puede sustraerse a sus obligaciones como integrante del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, por el contrario está deshonrando sus compromisos como Estado integrante de la Alianza del Pacífico, a la par que Colombia, Perú y Chile. La exigencia de visa a los peruanos, para poder ingresar a territorio mexicano, demuestra que el presidente López Obrador es motivado por una política hostil hacía el Perú. Cuando Pedro Castillo rompió el orden constitucional el 7 de diciembre de 2022, no dudó en concederle asilo.

Hoy sigue sosteniendo que Pedro Castillo es un «preso político» y ciertamente da trato preferencial como asilados a la esposa e hijos del exdirigente magisterial y presidente de la República. La Alianza del Pacífico, gestada por el presidente Alan García en el último tramo de su gobierno, ha mostrado logros significativos y tiene como uno de sus pilares el libre tránsito de las personas ciudadanos de los países miembros. López Obrador y su gobierno deberían rectificarse y más aún comprender que sus ciudadanos, las empresas mexicanas y los capitales mexicanos en especial se han visto muy favorecidos por el marco general impulsado por la Alianza del Pacífico. México hoy tiene una mirada hacía América del Sur distinta a la que mantuvo tradicionalmente vinculando su economía hacía Estados Unidos y Centroamérica. El narcotráfico internacional erosiona la política mexicana, durante el gobierno de López Obrador no ha cesado la violencia y determinados Estados de la Unión Mexicana parecen estar en manos de los cárteles de la droga.

Los lazos políticos entre López Obrador y Nicolás Maduro se han mantenido a lo largo del tiempo, lo que se puso de manifiesto cuando en los primeros meses de 2019, el líder de Morena no reconoció al gobierno de Juan Guaidó alegando que su país fiel a su tradición se ceñía a los principios de la «Doctrina Estrada» y por ello no intervendría en asuntos internos de otros Estados; mientras que en los últimos días el gobierno de Nicolás Maduro decidió expresar su rechazo por la decisión adoptada por el gobierno ecuatoriano presidido por Noboa, al haber ingresado a la sede de la embajada mexicana en Quito, para arrestar al exvicepresidente ecuatoriano Glas, sentenciado por tribunales ordinarios de su país.

López Obrador no ha sido capaz de deslindar con el narcotráfico, tampoco cuestiona las tiranías latinoamericanas y pretende dar asilo con prontitud a sentenciados por la justicia ordinaria (Glas) o a golpistas como Pedro Castillo o en su defecto proteger a políticos que instrumentan fraudes electorales como Evo Morales. Andrés Manuel López Obrador como líder del llamado «Grupo de Puebla» sin la grandilocuencia de Hugo Chávez, intenta pertinazmente en ser un líder contestatario, a pesar de estar lejos de encandilar a sus pacientes seguidores de sus largas y tediosas Conferencias de Prensa «mañaneras» en las que participan especialmente hombres de prensa amigables con su gobierno. Las elecciones de junio en México y los comicios del 28 de julio en Venezuela deben ser observados por la comunidad internacional con especial interés.

Artículo publicado en el diario El Reporte de Perú


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