Entre los diversos escenarios para la salida de la crisis política en Venezuela toman fuerza el cívico-electoral o solución democrática y el de una intervención militar o solución armada –tesis discutidas por muchos años en el seno de los movimientos de izquierda en la década de los sesenta del siglo pasado: elecciones o lucha armada para la toma del poder–.

Carlos Alberto Montaner en su reciente articulo, “El poder político jamás se entrega por las buenas, muchacho”, propone que Guaidó solicite ”la ayuda a Estados Unidos (…) para iniciar la lucha armada con el concurso de los más de mil militares exiliados en Colombia”, e “invocando el artículo 350 de la Constitución vigente, puede reclamar el derecho a la beligerancia y terminar con la fantasía de unas elecciones libres y transparentes”.

Mientras que María Corina Machado, coordinadora del partido Vente Venezuela, reiteró este domingo al presidente encargado Juan Guaidó “retirarse de la  agenda del diálogo con el cuestionado gobernante Nicolás Maduro para recuperar la confianza en la comunidad internacional”, y “dedicarse a la construcción de una vigorosa coalición internacional para una fuerza de liberación de Venezuela que desplace a la fuerza de ocupación que aquí se ha instalado”.

Machado agregó que varios gobiernos democráticos que reconocen a Guaidó como presidente interino ”tienen muy claro que Maduro y su régimen no van a salir del poder por vía electoral ni con falsos y débiles diálogos”. La coordinadora de Vente alertó del ”grave error” que sería “resignarse al diálogo que lidera el gobierno de Noruega, sede recientemente mudada a Suecia”, porque arriesgaría “el importante apoyo de Estados Unidos para que se concrete un cambio político en Venezuela”.

Jesús Seguías, presidente de Datincorp, presentó cuatro opciones dentro del escenario cívico-electoral en el estudio Cohesión Política del 2 de junio.

En la primera opción, 6 de cada 10 venezolanos están de acuerdo con que “Maduro sale del poder por las buenas o por las malas. Luego, se conforma un gobierno de transición dirigido por Juan Guaidó, dedicándose a solucionar los problemas más graves del país. Y un año después se convoca a elecciones”.

En la segunda, de nuevo, 6 de cada 10 venezolanos no considera posible que Nicolás Maduro siga en el gobierno hasta 2025.

La tercera y cuarta opción no cuentan con la mayoría de los venezolanos.

“Maduro se queda en el poder un año más y se convocan elecciones presidenciales para julio del próximo año” es apoyada por 4 de cada 10 venezolanos. Y “Maduro abandona el poder solo a cambio de que alguien relacionado con el chavismo o un independiente asuma la Presidencia. Luego, se conforma un gobierno de coalición con opositores, dedicándose a solucionar los problemas más graves del país. Y tres años después se convoca a elecciones presidenciales” es rechazada por 4 de cada 10 venezolanos.

La salida de la crisis política mediante el escenario cívico-electoral depende de la presión interna (unidad de las fuerzas que apoyan a Guaidó y la protesta política articulada) y externa (imputación a los miembros de la Empresa Criminal Conjunta Bolivariana), a tal punto que amenaza la estabilidad del régimen usurpador.

Por otra parte, Rusia a través del secretario del Consejo de Seguridad, Nikolái Pátrushev, manifestó hace dos días su disposición para “profundizar el diálogo entre representantes de Guaidó y Maduro con el fin de hallar una solución y superar la crisis política en el país».

Datanálisis, en el estudio Escenarios Económicos y Políticos para Venezuela 2019 de mayo, determinó que la mitad de los venezolanos están de acuerdo con la “solución armada” para sacar a Maduro de la usurpación de la presidencia, y la otra mitad en contra.

Datincorp midió la solución electoral a través de la renovación de la Asamblea Nacional, que es la propuesta de Maduro, obteniendo también un resultado parejo. 50% de los venezolanos están de acuerdo con el adelanto de las elecciones parlamentarias.

Por lo tanto, los escenarios cívico-electoral y de intervención militar tienen la misma probabilidad de ocurrencia en Venezuela. Por lo que Guaidó está en un dilema. Su reto es la dirección de las dos agendas políticas. Porque la fuerza del gobierno interino está en la diversidad y el poder en la unidad.

El escenario cívico-electoral ya fue impulsado por Maduro y de alguna manera lo ha hecho Guaidó. Aunque necesita incorporar en las negociaciones de Suecia y Noruega el cese de la asamblea nacional constituyente, la elección de un nuevo CNE, la actualización del registro electoral, el sistema de votación. Además de escoger internamente el candidato único.

Para la intervención militar deberá incorporar a María Corina Machado y los que apoyan esta agenda, para que logren con el gobierno de Trump acelerar las acusaciones en los tribunales estadounidenses a los miembros de la Empresa Criminal Conjunta; y con el secretario general de la OEA la aplicación de la Responsabilidad de Proteger (R2P). Además de la reintegración de Venezuela al TIAR.

El país reclama a Guaidó y a los dirigentes de la Unidad Democrática soluciones creativas y actuar en los escenarios de manera incluyente, porque lo importante en este momento es el bien común.


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