Lo más importante que tenemos que hacer los venezolanos en esta hora tan menguada de la vida nacional es comenzar a superar la crisis que se ha venido incubando en el país durante los últimos 25 años, o más.

Una crisis que es política: colapso de las instituciones democráticas. Pero también es económica: inflación y recesión. Destrucción del aparato productivo. También es social: empobrecimiento del país y de los venezolanos. También es moral: corrupción generalizada y escandalosa y, finalmente, es una crisis de servicios públicos: salud, educación, electricidad, agua potable, gasolina y un largo etcétera.

Nada puede haber más importante que comenzar a desmontar esa tragedia y comenzar a construir una Venezuela nueva. Para eso, es indispensable cambiar al gobierno. Si continúa el mismo equipo en el poder, la crisis no solamente no se resolverá, sino que se agravará. Y da la feliz circunstancia de que este año que apenas comienza, por mandato de la Constitución Nacional, es un año electoral. Toca elegir a un nuevo presidente. Sería peor que un crimen, una estupidez que los venezolanos no aprovecháramos esta circunstancia de que podemos elegir a un nuevo presidente para comenzar la enorme tarea de superar la crisis nacional.

Con un nuevo gobierno será relativamente fácil acometer la solución de la crisis. Un nuevo gobierno tendría que llevar adelante un programa con cinco puntos: 1.- Restablecer la institucionalidad democrática. 2.- Reactivar la economía promoviendo inversiones públicas y privadas. Nacionales e Internacionales. 3.- Reducir la pobreza fomentando empleos modernos, productivos y bien remunerados. 4.- Acabar con la corrupción administrativa y 5.- Asegurar a los venezolanos servicios públicos eficientes desde la educación y la salud, hasta el agua, la electricidad y el internet.

Lo fundamental es focalizarnos en lo que es verdaderamente importante: comenzar a resolver la crisis y para ello cambiar al gobierno y tener un nuevo presidente.


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