Cuando un periodista como @OrlvndoA, con más de 100.000 seguidores en sus redes, se toma la molestia de tomar en cuenta  – y hasta ofender al redactor @carluchoOJEDA, por un simple artículo publicado en @ElNacionalWeb, debo sentirme halagado. ¿Por qué? Respuesta muy simple, no es muy común para quienes, nacidos en la provincia venezolana sin nunca haber pretendido ser ciudadano universal, el tener una querella pública con un “prestigioso” reportero de VP, Co-Editor-in-Chief, del @ElAmerican. ¡Ni sé qué vaina es esa!

Sin duda, Orlando Avendaño es un destacado y – hasta en su propia versión-  un exitoso profesional. Co-editor en jefe del medio internacional PanAm Post. Empleado fiel por más de un quinquenio del medio de comunicación propiedad de Luis Enrique Ball Zuloaga, casualmente primo de María Corina Machado. Tiene una percepción objetiva de la realidad social del ciudadano venezolano. Sobre todo, de mis vecinos – gente sencilla y de barrio – que solo entienden que necesitan de líderes comprometidos con la tragedia que los rodea.

Orlando, el muchacho de Valencia, autor talentoso del libro Días de sumisión: Cómo el sistema democrático perdió la batalla con Fidel,  ha tenido la suerte con esa formación ética, honesta y hasta pedagógica, de contar con la aleatoria oportunidad de llamar tanto la atención del periodista cubano Carlos Alberto Montaner para cualificar su brillante ensayo. ¡Imagínense que hasta Luis Almagro,  secretario general de la Organización de Estados Americanos, sintió al leer su obra tanto impacto, que hasta le escribió el prólogo.

Mi padre Carlucho, quien sí gano un premio nacional de periodismo, quien no solo fue el cronista de Acarigua e hijo ilustre de Turen, fue un ejemplar corresponsal del más destacado diario de Latinoamérica. ¡Sin nunca pretender salir de su ciudad! Me decía: «Hijo, siempre serás ofendido por quienes creen que son superiores a ti, por tener más poder o dinero. Cuando eso te ocurra, solamente ilústrelos. A nadie le ofende que le enseñen un poco de lo que nunca han aprendido».

La batalla solo es una parte de la guerra. La batalla es un conflicto físico y parcial entre dos o más entidades. La guerra es la victoria de los ideales. Las batallas duran poco, las guerras son eternas, porque las ideas son a prueba de balas.

En las batallas se enfrentan tropas, soldados, ciudadanos o pueblos. Carne de cañón para esos militares ambiciosos que los consideran desechables. En las guerras – conformadas por infinidad de batallas – siempre  surge victoriosa una sociedad, que pretende la libertad y esos derechos civiles, que le fueron negados.

Eso es lo malo del palangrismo. Eso es lo malo de despreciar el periodismo honesto y de pretender – por ser mejor pagado – que quienes opinamos de forma honesta tenemos que ser lanzados al coliseo, para ser festín del público internauta.

Batalla y guerra no es lo mismo. ¿Sabias?

Von Clausewitz, militar, filósofo, científico e historiador influyó con  su tratado De la guerra en la formación pedagógica de la mayoría de los cadetes adoctrinados en las ciencias y las artes militares, como también en los estudiosos de las tácticas y estrategias militares. “La guerra es la continuación de la política del Estado por otros medios”.

No me asombra en cómo tan nobel escritor pueda pretender que una nación, aun en pleno descenso político, social y moral – describiendo una normal curva de Gauss – considere que el sistema democrático, haya colapsado en el tiempo por perder una que otra batalla con Fidel. La curva de Gauss tiene un ciclo eterno de distribución de eventos.  ¿Se te fundió el cerebro? Sorry.

Tampoco me asombra, que tu comentario, y cito: “Aquí el señor @CarluchoOJEDA, que debería estar medicado (si ya no lo está)”, pretende ser ofensivo, como tantos otros, que provienen de tus seguidores.

En principio no lo entendí. A un viejo de 63 años de edad le es difícil adaptarse al modus vivendi de la nueva generación. Una vez entendido. Pregunto, ¿cómo sabes que La Guaira es lejos?

@CarluchoOJEDA


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