El Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea)  publicó en su cuenta de la red X la lista de deseos para este 2024 a punto de estreno: una docena de anhelos, peticiones, reclamos -uno por mes- que comienza por tener agua todos los días al abrir el grifo en la cocina, en el lavamanos, en la ducha. ¿Qué se puede decir de una «revolución» que ni siquiera puede ofrecer un derecho básico, indispensable para la vida? ¿A quién echarle la culpa?

La lista, que Provea no indica si está en orden jerárquico, continúa con democracia, salarios dignos, ambiente sano, libertad de presos políticos, obras públicas, educación de calidad, cero cortes de luz, Estado de Derecho, seguridad social, dignidad, justicia. En fin, el enunciado de un programa de gobierno incumplido durante dos décadas y media.

Fundada en octubre de 1988 por Ligia Bolívar, exfuncionaria de Amnistía Internacional; Dianorah Contramaestre, activista de las comunidades cristianas de base en barrios de Caracas, y Raúl Cubas, detenido y desaparecido por la dictadura argentina, Provea está especializada en la defensa y promoción de los derechos económicos, sociales y culturales, para la plena realización de los derechos humanos.

Gracias a un montón de organizaciones como Provea, dentro y fuera del país, y en áreas muy diversas de la vida social, sanitaria, cultural, económica, deportiva,  este país no ha naufragado por completo. Constituyen la base organizativa ciudadana que juega un rol importante para la promoción, en sentido amplio, del cambio político y de la recuperación del país. Ante un Estado quebrado económica, moral e institucionalmente, la sociedad civil es la mejor expresión de la Venezuela que levanta cabeza al margen de los resortes del poder.

Volvamos a la lista. Cada quien tiene la suya, también cada organización. La ganancia de este año es que los venezolanos han sido capaces de renovar su liderazgo, del que se deben esperar las grandes líneas de acción política. Tenemos un horizonte definido, aunque falta un buen trecho por recorrer, lleno de zanjas; pero si las cosas se hacen bien, como se vienen haciendo, es posible satisfacer una buena parte de esos deseos.

Otros países lo han hecho antes, ¿por qué no Venezuela? Si lo logramos, nacerá ese “ambiente sano” del que habla Provea, que tiene una potencialidad que desconocemos y contagia a la gente buena de este país, que es la inmensa mayoría.

La prensa, en medio de tanta censura y control político ejercido desde Miraflores y todas sus ramificaciones, está llamada, sin embargo, a orientar e informar, también a cuestionar no solo al poder envejecido y corrompido durante 25 años, sino también al que propone el cambio político, para reconocer los éxitos como los alcanzados este año, advertir de premuras e inconsistencias y fomentar el debate político de arriba abajo porque ese es el sostén de toda democracia.

Este 2023 nos deja una lista de deseos compartida,  que servirá como guía, sin caer en provocaciones, ganando voluntades en cada rincón del país y entre los muchos que están en el exterior, también en las cancillerías y partidos políticos de otras naciones.  Es el momento.


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