Estos son tiempos de una radical incertidumbre, partiendo de un hecho irrefutable: la oposición es una mayoría contundente en el país. Y lo es tanto que el gobierno ha tenido que hacer trampas para darle continuidad a Nicolás Maduro,  como por ejemplo, cambiar intempestivamente la directiva del CNE para mantenerse a flote. Estamos en un inmenso tablero de ajedrez desarrollando las más variadas jugadas, aunque el juego no es completamente limpio. Como muestra veamos lo siguiente. Recientemente, tomaron preso a un muchacho de la UCV para enviar señales ciertas de lo que son capaces de hacer;  responden tardíamente a una solicitud que hizo la Comisión Nacional de Primaria para intentar otro sentido y orientación;  inhabilitan y, posiblemente, rehabilitarán a quien les dé la gana sin que haya sentencia condenatoria definitiva y firme sobre personalidades de indudable trascendencia nacional; persiguen a quienes les da la gana, amedrentan y  dan aparentes facilidades electorales y hasta dejan que se filtre a los medios alguna información importante.

Todo lo anterior significa que día a día, o quizá de una hora a otra, los precandidatos presidenciales y sus partidos deben tomar decisiones frente al régimen y de cara a los demás candidatos y partidos, sin mencionar los ciudadanos y otros entes. Pero causa desconcierto en los ámbitos regionales y municipales del país el retraso  o la inexistencia de información desde Caracas, ya que son más las veces que la dirigencia del interior se entera de las noticias por las redes sociales y no por una línea de estrategia política. Hay piezas de información delicadas que cambian de un momento a otro, y no es fácil transmitirlas de arriba hacia abajo en un tiempo razonable. Líneas políticas, actividades que deben realizarse, contribuciones económicas que esperan, por ejemplo. Compartimos la idea de un mínimo de confianza hacia los candidatos y sus cuadros más estelares de conducción.

Sería absurdo que un general  llame e informe a la oficialidad subalterna de la estrategia que, en definitiva, está implementando; o que un oficial subalterno llame a un general para darle cuenta de una particular táctica empleada en un apartado rincón del país. Esto vale igual para la Conferencia Episcopal, los obispos y párrocos, o el presidente de una firma mercantil que informe o sea, constantemente, informado por el jefe de un departamento de una lejana sucursal. Pero un buen gerente sabe que se requiere de un mínimo de información, para paliar la ansiedad natural y, de manera, crear confianza esperando que las líneas de información lleguen a otros niveles.

Todo el mundo sabe que los canales institucionales internos de los partidos ya no se reúnen con la misma regularidad de antes y tampoco sus integrantes administran y transmiten la información necesaria hasta llegar al último militante, ni siquiera por los canales tecnológicos que hoy abundan.  En las regiones hay ansiedad y entre los jefes de los partidos de cada estado existe un cruce de noticias porque Caracas poco o nada dice. Al dejar la información a un nivel de rumor o chisme que poco bien le hace a las estrategias, que se podrían manejar para canalizar el desempeño de las líneas políticas que se generen.

Sabemos que toda estrategia está basada en una planificación, que implica en parte un conjunto de lineamientos pensados en las posibles actuaciones que se conciban a partir del comportamiento del adversario, generando posteriormente una acción. La tarea de planificar se concreta en un contexto de complejidad cambiante, donde las decisiones no siguen un orden secuencial o lineal, ya que la realidad social tiene otra lógica de conformación, y en el estudio, análisis y comprensión del régimen, que está acostumbrado a un juego macabro con varias posibilidades en paralelo.

Hemos insistido, resistido y persistido durante más de 20 años de lucha contra este régimen por retomar el camino democrático. No podemos seguir esperando por un partido político específico que logre el trabajo de informar con prontitud. Es esencial seguir organizándonos para lograr que la información llegue al momento que debe llegar. Por ello, conocer con más exactitud a nuestro contrincante, analizar cómo ha sido su actuación y cómo deberíamos estar claros de su accionar, que en muchas oportunidades ha sido cíclico. Siempre han tenido su objetivo claro: mantenerse en el poder a través de la división de sus oponentes y apostar a que la oposición no pueda determinar líneas claras de acción que generen una estrategia conjunta que lleve al país a un mejor término, es decir, lograr un cambio de gobierno de forma democrática.

@freddyamarcano


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