Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y la creación de las Naciones Unidas (octubre 24, 1945), una nueva y promisoria era de actividad diplomática se robustecía, esperando ser generadora de soluciones ante previsibles conflictos.

Por medio del diálogo y la negociación se suponía que se abrirían oportunidades para el encuentro de ideas y la determinación de fórmulas de entendimiento y resolución pacífica de situaciones y conflictos amenazantes. Atenderlos a tiempo, y a más bajos costos, sería la animosa respuesta que impediría que se convirtieran, con el temible avance de las tecnologías, en las peores confrontaciones bélicas imaginadas.

Las espantosas consecuencias de los baños de sangre, gravísimos saldos en mortalidad y morbilidad de las guerras durante siglos derivó en serios daños emocionales, que han, sin lugar a dudas, erosionado el mayor potencial en salud mental y espiritual de las naciones. Ello no ha sido superado cuando nos aproximamos al cuarto de siglo XXI.

También en cuantiosas pérdidas de desarrollos materiales en ciudades que se había alcanzado edificar son destruidas. Monumentos y milenarios tesoros histórico-culturales pueden ser acabados en un segundo. Las guerras hacen cargar al mundo, por muchos más años más de los que han durado dichas guerras, con secuelas difícilmente superables.

Otras prioridades de una diplomacia mundial de mercaderes, sobre todo en las últimas décadas, al parecer han influido en la inadecuada atención a las tensiones existentes y sostenidas en determinadas regiones, por demasiados años.

La actual guerra, por decisión de invasión de Putin a Ucrania, no sólo marca la desestabilización de esa región del mundo, debido a que se afecta el tema vital de la producción y comercialización de la energía, pero también de alimentos y otros. Ello ha hecho evidente que está afectando todo el andamiaje de semi-estables equilibrios en África y el Medio Oriente, antes en cierta medida conseguidos,  pero ahora dentro de un panorama mundial post pandemia del año 2020 muy complicado.

Se hace indispensable de inmediato, opinamos, convocar una nueva conferencia mundial entre países, no sólo integrantes del actual Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sino integrando otros a equipos de intenso trabajo, a nuevos actores responsables y de influencia marcada en los conflictos de la desestabilización existente.

Como punto de partida de una nueva avanzada diplomática hacia el encuentro de intereses compartidos. Citando a viejos y nuevos dirigentes donde están las bases del fanatismo religioso, estados teocráticos como Irán, por ejemplo, o dinastías de viejas ideologías convertidas a una tiranías como Corea del Norte, con manejo de un Estado nuclear como chantaje para la aceptación de la total esclavitud de su pueblo.

El asumir la necesidad de resolución definitiva e implementación de un Estado palestino democrático. Con fehaciente erradicación de cualquier creencia en cuanto a que la eliminación del otro es un mandato divino o de garantía de existencia en el aquí o en el más allá es un reto profundamente reeducacional, mental, y espiritual. Estamos obligados a conseguirlo. Son las nuevas generaciones las que podrán disfrutar cabalmente de ese logro, si nos lo planteamos seriamente y que ¡hay que asumirlo desde ya!

Afganistán, la cual después de ser ocupada militarmente por veinte años se permite retroceda hasta la restitución de la más abyecta violación de los derechos humanos de la mujer, la familia, las niñas y niños es patética comprobación de lo afirmado antes.

La aceptación de las prácticas dentro de la diversidad de las culturas debe llegar sólo hasta los límites de los consensos de protección de los derechos humanos universales, y que a las naciones más avanzadas intelectual y tecnológicamente le corresponde liderar mediante sus mejores dirigentes, para asumir más diligentemente la imposición de sanciones y actuaciones ante la violaciones de los derechos humanos.

No se trata de iniciar un camino de confrontación fratricida hacia regiones con serios atrasos inaceptables en derechos humanos. Tampoco bajo al amparo de supuestos derechos de respecto a la diversidad de creencias de todo tipo, religiosas, políticas o filosóficas, aceptar lo que es consenso mundial de lo que significa la violación a los derechos de los pueblos, a sus niñas y niños a crecer en libertad, con garantías a la integridad corporal y mental para sus vidas.

En Venezuela se nos presenta una situación inédita de un país que sin odios raciales durante todo el siglo XX, y sin fanatismos religiosos, tuvo sí el influjo de ideas mundiales propias del atraso fascista o marxista-comunista. Hoy en la exótica presencia iraní se esconde un grave peligro de incubamiento del terrorismo, que sólo la sensatez y atención inmediata junto a países amigos puede conjurar.

Al mismo tiempo, un viejo conflicto territorial provocado por una negativa intervención británica, y pésimamente llevado e influido por intereses actuales de empresas del mundo del petróleo, nos podrían convertir en zona de guerra. Maduro no podría parar luego lo que mal podría empezar.

Necesitamos apoyo mundial para la oportunidad de resolver nuestra diferencias internas por la vía electoral, respetando la expresión de la auténtica soberanía popular. Ahora, al comprobar la fuerza de la verdad en nítida expresión popular de las primarias, pretenden sabotear e irrespetar el diálogo y acuerdo suscrito en Barbados. Actúan con represión judicial y amenaza de encarcelamiento a venezolanas y venezolanos honestos que participamos.

El mapa mundial de agentes de la promoción encubierta del terrorismo contra Occidente, son más bien sectas minoritarias y seudolíderes que bajo el manto de supuestas creencias se organizan como redes para el crimen y el control crematístico de territorios con subyugación y tráfico humano. Estos deben ser derrotados.

Medios de represión cada vez más avanzados y tecnológicos deben emplearse para reducir las amenazas y extinguir las células malignas del cáncer que podría ser luego de un tardío tratamiento. Tarde significa que podría ser inútil a los efectos de sanar a tiempo el cuerpo mundial planetario de dichos supuestos líderes. Esos son más que nada agentes patógenos multiplicadores de dichas células malignas en el mundo.

¿A cuál humanidad queremos preservar para un mejor mundo? ¿Realmente queremos edificar una sociedad más sana integralmente en sus aspectos biológicos, mentales y espirituales, para todos?

¡La respuesta afirmativa se requiere ahora!

[email protected]


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!