El problema de Venezuela es el régimen que usurpa el poder y la condena traducida en conculcación de libertades, calidad de vida y progreso. Sumamos casi 25 años de cumplimiento de una pena general, de endogamia y fracasos, que ha retrasado el ingreso del país al siglo XXI. La economía improductiva que ha fomentado y aplicado perversamente como un bautizo con manguera-a contrapelo del enriquecimiento personal de la claque y enchufados-  degeneró en una dura realidad de pobreza y desesperanza. Este es el país del chinchín, acabaron con el mercado financiero. El ecosistema criminal está lejos de producir prosperidad. No hablemos de la “política” deformada que ha encarnado, negada a producir derechos, libertades ni buenos líderes. No hay autoridad que garantice los derechos humanos, y mucho menos esa negación de la “política” apuntala prosperidad.

El mundo de hoy se debate entre democracia y autocracia, y la usurpación del poder ha colocado a una nación de determinación democrática en la opresiva balanza.

El régimen forajido se jacta en tener 312 presos políticos, a quienes ha configurado brutal y salvajemente en la denegación de  justicia. Utilizando indebidamente el expediente del terrorismo condena a inocentes por penas altísimas en años. Y cuando no encuentran a los que busca, al igual que los nazis, se lleva a cualquier miembro de la familia. Y de paso en las tropelías cometidas en los allanamientos se incautan y roban los bienes que consiguen.

Los presos políticos deben ser la bandera de cualquier negociación, el principal motivo. No olvidemos que todos los venezolanos son presos políticos potenciales.

El coronel García Palomo denunció que en la Dgcim tienen a 7 presos políticos metidos en una especie de cámara de gas, encerrados en el sótano del estacionamiento respiran continuamente el humo de los vehículos.

Aquí no hay sistema de justicia, el régimen lo maneja a su antojo para intimidar a quienes no se amolden a sus designios criminales. Montó una estructura y entramado de represión, un modelo de Estado que capacita a personas para la opresión y causar tormentos a los privados de libertad. Siguen las torturas y la indefensión en juicios que se hacen eternos.

Los abogados venezolanos debemos ser más proactivos en denunciar la ausencia de justicia en el país, que lo hace inviable en el presente y futuro. Y los políticos tener a los presos políticos como primer punto de la agenda en cualquier negociación y foro en los que participen.

Hacemos, desde este lugar, un llamado para que la familia se reencuentre con su preso político. Más sufre la familia en muchos casos con la incertidumbre de los que yacen tras las rejas. Exigimos una amnistía general para una Navidad en familia.

¡Libertad para Javier Tarazona y Emilio Negrín! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!


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