Director de Foro Penal confirmó la liberación de 13 presos políticos
Foto EFE

Que un importante número de venezolanos presos arbitraria y cruelmente por razones políticas hayan sido liberados en las últimas horas solo puede ser celebrado con la misma fuerza que se reclama la libertad de los que aún siguen tras las rejas.

Son muchos aún los que esperan volver a sentir la luz del día, sometidos a maltratos y a violaciones flagrantes de los derechos humanos que evidencian la sinrazón de unos gobernantes cegados por el poder, que acumulan, junto a riquezas fraudulentas, el mayor desprecio público. Su definitiva liberación sigue siendo parte de la lucha democrática por el cambio político en el país.

El régimen ya carece de sintonía alguna con la voz del pueblo, como quedó demostrado en la primaria del 22 de octubre y en el referéndum sobre el Esequibo del 3 de diciembre. En el primer caso la gente votó masivamente a pesar de las amenazas y en el otro dejó de concurrir a las urnas para rechazar otra vez presiones y coacciones abusivas. Expresión ambas de la desobediencia de una ciudadanía cansada hasta el hartazgo de tantos desmanes materiales y morales.

La liberación de los «secuestrados» en las prisiones del régimen se produjo a cambio de la libertad del tristemente célebre Alex Saab, empresario colombiano acusado de ser el testaferro de Maduro, encarcelado en Estados Unidos por lavado de dinero. Un trago amargo, condenado por los partidos opositores Voluntad Popular y Primero Justicia,  que debe ser inscrito, por un lado, en la negociación en desarrollo entre Estados Unidos, la opositora Plataforma Unitaria Democrática y la delegación oficial del régimen y, por otro, en el marco de la política estadounidense en la víspera del proceso electoral que se inicia en 2024. Saab era un preso de la justicia del gran país del norte, conviene no olvidarlo.

El gobierno que encabeza Joe Biden al soltar a Saab logró la excarcelación de diez estadounidenses detenidos en en el país y la entrega de un fugitivo de la justicia de ese país (Leonard Francis, «Fat Leonard»), condenado «en un caso flagrante de soborno y corrupción» y quien había sido arrestado en Venezuela, además de los venezolanos que fueron puestos en libertad. Puntos a favor del presidente de Estados Unidos que buscará la reelección el año próximo en un contexto complejo y que se aventura muy conflictivo, dado el carácter polémico e iracundo de su contrincante.

Biden, en una declaración de la Casa Blanca, reiteró el apoyo a la «democracia en Venezuela y las aspiraciones del pueblo venezolano». El mandatario consideró las liberaciones como un paso «positivo e importante» y aseguró que su país seguirá atento al cumplimiento de la ruta electoral acordada por el régimen con partidos de la oposición (en el Acuerdo de Barbados de octubre) para que «haya elecciones presidenciales competitivas en 2024». Punto crucial para  la oposición del cual se esperan noticias.

En ese contexto, la decisión del Tribunal Supremo de Justicia, plegado al oficialismo, que el miércoles dio un plazo de 72 horas a la Contraloría General para justificar la inhabilitación política de 15 años impuesta a la candidata presidencial María Corina Machado, no deja de ser un dato a tomar en cuenta.

Como Machado lo había adelantado cuando concurrió al TSJ a presentar una demanda contra la vía de hecho que pretende dejarla fuera de la arena política, la pelota está en el campo de Maduro y su justicia al uso. ¿Se atreverán a ratificar la inhabilitación o abrirán una rendija para la participación de la candidata electa por abrumadora mayoría en la primaria? Una rendija puede ser un boquete. Maduro y los suyos lo saben. Lo cierto es que las cosas se están moviendo, como lo reconoce el comunicado de ayer de María Corina Machado sobre la liberación de 24 presos políticos venezolanos. «A partir de la primaria se inició otra etapa en la causa de la libertad de Venezuela», afirma la líder la oposición venezolana.


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