La noticia corrió con intensidad y rapidez; la misma se conoció hacia el final de la noche del pasado miércoles 18 de octubre de este 2023. Lo ocurrido quedó registrado en la prensa nacional e internacional a primeras horas del día siguiente. Palabras más, palabras menos, los medios de comunicación destacaron lo siguiente: “Luego de suscribirse un acuerdo entre la representación de Nicolás Maduro y la oposición, el exdiputado Juan Requesens y el periodista Roland Carreño fueron liberados el pasado miércoles, hacia al final de la noche, junto con otros tres presos políticos”. Así lo indicó Gerardo Blyde, jefe de la delegación opositora. Junto con los líderes antes señalados, también se vieron beneficiadas otras tres figuras: Mariana Barreto, Marco Antonio Garcés Carapaica y Eurinel Rincón. En nuestra modesta opinión, estamos frente a un hecho que no implica victoria alguna para la oposición.

Es evidente que un factor determinante en la medida que se tomó fue la crítica situación económica y política que experimentan Nicolás Maduro y su Corte. La hambruna y la salida de connacionales de nuestra Tierra de Gracia ha alcanzado magnitudes ardientes. Como consecuencia de lo anterior, el respaldo de los venezolanos a la “revolución bonita” amaina cada vez más; si no proceden a dar el giro necesario, el destino que les espera será el hundimiento total. Esa es la cruda y triste realidad.

El deseo de muchos venezolanos es que el proceso de restablecimiento de la democracia se lleve a cabo de modo pacífico; lamentablemente, la realidad ha puesto siempre de manifiesto que las dictaduras son huesos duros de roer, motivo por el cual sus salidas son producto de acciones ejecutadas por fuerzas opositoras internas.

Ya el gran demagogo de la revolución, Hugo Chávez Frías, puso en evidencia que el incremento de los recursos del Estado no es suficiente para una buena gestión de gobierno. Los regalos de dineros públicos a otros países que llevó a cabo el de Sabaneta afectó negativamente el avance y crecimiento de nuestra economía y del país. Adicionalmente, sus alocadas expropiaciones condujeron al descarrilamiento del tren loco que condujo por casi 11 años. Para colmo de los colmos, Nicolás Maduro no ha logrado enderezar el rumbo del tren que ahora él conduce. No dudo que, por el camino que va, llegaremos al despeñadero que hoy es Cuba. Sólo actuando con capacidad natural para juzgar rectamente, el conductor de Miraflores podrá experimentar un final feliz.

Es momento  para que la dictadura “roja rojita” reflexione y dé marcha atrás, reconociendo las atrocidades cometidas, algo que no será fácil de concretar si tenemos presente las horribles prácticas y andanzas del liderazgo revolucionario hasta ahora.


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