Foto Gogo Lobato

En los recientes tiempos, los ciudadanos hemos oído y leído con vergüenza, sorpresa, estupor, desconcierto, rabia, desencanto y profunda decepción, las diversas declaraciones de algunos dirigentes de la ahora mal llamada oposición que tratan de justificar y defender lo injustificable y lo indefendible. Nos referiremos, por de pronto, a las graves irregularidades administrativas y de otro orden que ocurren en las empresas Monómeros y Citgo y en el uso de los fondos provenientes de la comunidad internacional que debían ser destinados a paliar las penurias de los venezolanos. Ninguno de los seudolíderes opinantes, envueltos en un vendaval de virulenta hostilidad recíproca, acusaciones, irracionalidad, imprecisiones, mentiras y contradicciones, ha querido asumir la cuota de responsabilidad  que le pueda corresponder al no denunciar en el momento oportuno lo que sabían de las referidas irregularidades ampliamente difundidas por los medios de comunicación; así como también el haber influido, con criterios exclusivamente de conveniencia política y de intereses particulares en la conformación de las directivas y en las dolosas decisiones administrativas  que en su momento se adoptaron y  que han llevado a las empresas mencionadas al borde de su extinción. Todo ello, subraya más aún la insania política de los tiempos que vive la oposición que se traduce, entre otro de los aspectos, en una extrema despreocupación por el futuro del país.

Uno de los más señalados por su injerencia en las actividades de Monómeros y en el uso de los fondos para la ayuda humanitaria es Leopoldo López, joven político que otrora despuntaba como uno de los líderes del futuro, pero que, por su ambición desmedida, su delirio destructivo y su controvertida actitud política ha venido perdiendo irremisiblemente credibilidad y confianza entre los ciudadanos. El personaje de marras ha sido profusamente entrevistado por los medios de comunicación nacionales e internacionales sobre este y otros asuntos; pero lo constante que se observa en todas las referidas entrevistas han sido las contradicciones y la malintencionada mezcla de mentiras y medias verdades utilizadas profusamente por el entrevistado durante las interviús; en otras palabras, sibilinamente ha tratado de desvirtuar y falsificar la verdad. Particularmente, todo ello quedó clara y dolorosamente expuesto al leer las falaces, ambiguas y cobardes respuestas que ofreció durante la entrevista que le hiciera el conocido entrevistador Jaime Bayly.

Olvida López que el liderazgo y el protagonismo para que tengan veracidad y credibilidad deberán atender y analizar objetivamente y con espíritu autocrítico las circunstancias en las que se desenvuelven los temas objeto y la capacidad para enfrentarse a las realidades existentes.

Los ciudadanos no podemos olvidar los imperdonables errores de falta de visión y apreciación política cometidos por López en el pasado reciente que le costaron la vida a muchos venezolanos, prisión y exilio para muchos más y, lo que es más grave, que facilitaron y contribuyeron a extender la permanencia de Maduro y su combo en el poder y la angustia y desesperación de todos.

Finalmente, pienso que lo ocurrido, con la extravagante impronta de López en Monómeros marcará el definitivo fin del liderazgo de quien no supo ejercerlo y que todavía cree que puede seguir engañando a los venezolanos.

 


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