La ansiada caída del Muro de Berlín fue el 9 de noviembre de 1989, hace casi treinta años. Más que la unificación de dos espacios del mismo pueblo, su derribamiento representaba la culminación de una época de separación y el inicio de la esperada época de prosperidad; el fin de la discordia y el principio de la consolidación, el perdón de la enemistad y el preludio de la armonía. Para la época de su construcción (una valla alambrada separadora) el 13 de agosto de 1961, hace casi 58 años, en todo el mundo los muros fronterizos eran inexistentes, solamente se había instalado la división de las dos Coreas en 1953, y prevalecían cuales monumentos, algunos levantados en épocas remotas (Muralla China y otros). Para el momento de la caída del Muro de Berlín, 28 años después (1989),ya existían otros 10 muros. Hoy, después de 30 años, existen, sorprendentemente, la cantidad de 45 muros esparcidos alrededor de todo el mundo, impresionante cantidad, ya terminados o en proceso,con las expresadas intenciones de delimitar o marcar fronteras, proteger pueblos y asentamiento, controlar el acceso de personas, impedir la entrada de delincuentes; siempre por razones políticas, sociales, religiosas y mayoritariamente migratorias.

La existencia de muros ha tenido y sigue teniendo un poderoso significado en la vida de los hombres. Sean muros, murallas, vallas o cercas, siempre separan. En el mismo espacio geográfico, su existencia divide países en las fronteras, así como divide grupos sociales, poblaciones y ciudades dentro del mismo país. La intención de su existencia es separar bárbaros de civilizados, impedir que los bárbaros entren al área de los civilizados.

Tal vez la única justificación aceptable, eso en referencia a los muros antiguos, es que fueron hechos con fines de defensa y protección. Como muestra observamos los innumerables castillos, fortalezas y ciudades amuralladas en muchos países del mundo, hoy íconos turísticos emblemáticos, representando las astucias requeridas en tiempos pasados para el resguardo y la protección, y que dieron resultados aceptables para su época. Ahora bien, en la actualidad ningún muro es el resultado de una gestión exitosa, siempre es la acción final luego de los fracasos. Se opta finalmente por el muro cuando todas las demás opciones fracasan.

No es arriesgado afirmar hoy que todos los muros levantados después de la caída del Muro de Berlín han sido para enfrentar el movimiento ilegal de personas, dado que con los muros se pretende la contención, limitación, impedimento, expulsión y defensa en contra de los ilegales que pretendan entrar en el territorio. Es importante aclarar que toda nación, país, gobierno o Estado tiene derecho de autodefenderse y decidir quién o quiénes son aceptados o no en su espacio territorial, a cada gobierno le compete establecer libremente la política migratoria que mejor le parezca sin perjuicio de persona, institución o nación alguna. Sin embargo, a partir de la segunda mitad de siglo pasado, los hechos presentados en el Muro de Berlín, el sufrimiento familiar, social y profundamente humano como consecuencia de la división de un espacio, obliga a concluir que no es sensato ni racional el uso de cualquier tipo de construcción similar, aunque los objetivos sean diferentes. El Muro de Berlín fue único, no por su forma, tipo de construcción o características letales, sino que es único por su particular objetivo, y sus consecuencias políticas, sociales y sobre todo humanas. El Muro de Berlín fue instalado para impedir la salida de las personas, aun cuando también se controlaban las entradas, pero su fin fue dividir Berlín y no permitir que ciudadanos de la misma ciudad se trasladaran del este al oeste. La prolongación de este muro, que alcanza más de 155 km de longitud de largo, también separó la socialista República Democrática Alemana (RDA) del lado oriental, quien lo construyó, de la República Federal de Alemania (RFA) en occidente. Los resultados del muro no se miden en la cantidad de personas que no pudieron pasarlo, ni en los que queriendo hacerlo ni siquiera lo intentaron, eso es imposible, sino en los detenidos y fallecidos al intentarlo. En todo el tiempo que permaneció en pie el Muro de Berlín se contabilizaron alrededor de 5.000 fugas y 192 muertes, además de cientos de heridos. La última detención por intento de fuga ocurrió el 5 de febrero de 1989, nueve meses antes de su caída.

Antes de tomar la decisión final de construir un muro, todo país o jefe de Estado debe considerar cuidadosamente el efecto, no para lo cual se quiere, que estaría basado en el legítimo afán de condenar lo indeseable, sino las demás consecuencias derivadas, sean estas familiares, sociales, demográficas, antropológicas y hasta étnicas, y colocar en la balanza todos los beneficios que se esperan lograr por un lado y los daños que pueden resultar en el otro. Los 45 muros existentes o en construcción actuales, todos sin excepción, son vivas manifestaciones de algunas o muchas de estas nocivas consecuencias derivadas, veamos algunos ejemplos.

Ancla–En Chipre hay una dolorosa división de una isla en dos partes desde 1964, el muro fue prácticamente infranqueable desde la invasión del Ejército turco en julio de 1974, hasta el 2004, año del ingreso del Estado en la Unión Europea. Hubo, en su momento, un doloroso traslado de comunidades; abandono, pérdida o confiscación de bienes en la huida y numerosos casos de desaparecidos que aún hoy, casi cinco décadas después, no se han resuelto. Ni siquiera el diálogo en curso, iniciado hace casi cuatro años, ha logrado un mayor entendimiento, y la tensión reaparece a cada instante por agravios enquistados. Tras la caída del Muro de Berlín, Nicosia es la única capital dividida del mundo.

–Con el manifestado objetivo de defender su economía, que es la más poderosa del golfo Pérsico, Arabia Saudita pretende fortificar su frontera terrestre de 4.500 kilómetros con las barreras de seguridad mejor equipadas del mundo, con equipos y controles de alta tecnología. El reino comparte con Yemen 1.500 kilómetros de frontera, y con Irak más de 800. Además, limita con otros cinco países: Baréin, Emiratos Árabes Unidos, Omán, Kuwait y Jordania. Yemen es inestable políticamente y ha sido idóneo para la incursión de terroristas de Irak y Afganistán, esto ha dado origen al levantamiento del muro por parte de los sauditas con el pretexto de defenderse de la penetración terrorista. Una construcción similar es la que separa Arabia Saudita de Irak. Las consecuencias en ambos casos es la separación de tribus, clanes y familias.

–La Zona Desmilitarizada (DMZ) es el nombre asignado a la línea que divide la península coreana en norte y sur al paso del paralelo 38, es la frontera con el nombre más engañoso del mundo. Desde 1953, la firma de un armisticio puso fin a los combates, pero no a la guerra entre las dos Coreas, y legitimó la instalación de alambradas eléctricas, sacos terreros y presencia de vehículos militares, convirtiéndose en el área de mayor presencia militar en el mundo, y ocasionando la división de familias, propiedades y carreteras.

–En nuestro continente, la ya emblemática frontera de más de 3.000 km entre los Estados Unidos y México, con muros, vallas, controles con todo tipo de artefactos y pretendida inflexibilidad, con altas intenciones de radicalizarse aún más, es desde hace mucho tiempo un ejemplo claro de lo que se desea expresar. Según Jacobo García de El País de España cerca de 8.000 migrantes han muerto al intentar pasar al otro lado en las últimas 2 décadas. La mayor potencia mundial en la actualidad recurre a un recurso arcaico en comparación con la revolucionaria inteligencia artificial que desarrolla.

–Finalmente, el muro que divide a la población palestina de la israelí, levantado por Israel, increíblemente en parte del propio territorio palestino, que separa a miembros de las mismas familias, es uno de los más duros. Penetra en barrios, ciudades y divide hasta viviendas. Su propósito es reprimir posibles ataques a la población israelí, que es una muy legítima defensa de los ciudadanos de Israel de cualquier tipo de acción terrorista, pero este muro, construido en estos tiempos, pareciera negar la lección aprendida en el Muro de Berlín, no es posible su aceptación como elemento separador de pueblos y familias. Además, es difícil, casi imposible, entender que no existen otros medios de asegurar el resguardo y protección de la población. Israel es uno de los países más avanzados del mundo, es sorprendente que tenga que recurrir a la radical opción del levantamiento de un muro para demostrar el fracaso de otras alternativas, más cónsonas con el grado de civilización de la época actual.

Sería muy extenso detallar individualmente la 45 actuales “zonas calientes”, que es como se denominan a las fronteras divididas con vallas y muros, controles y fuerte presencia militar. Pero en todas sin excepción, se viven, mientras existan, hechos de conflictos y sacrificios humanos

El muro caído en 1989 no puede haber pasado en vano; como tampoco deben pasar  inadvertidos los lamentables hechos que cada día acontecen en esas estructuras, por el empeño de quienes a cualquier costo quieren superarlas y las respuestas de quienes lo impiden. Todos esos perversos armazones debieran caer y no permitir construir otros. La propia “teoría” del muro como instrumento de defensa o de contención está acabada. Iguales lecciones aprendió la humanidad en el pasado, haciendo por ejemplo inadmisible la aceptación de la esclavitud o la xenofobia.

El criterio planteado debería ser, por supuesto, válido para todos y aceptado por todos. Naciones, culturas y religiones deben ser conscientes de los daños irreversibles que producen estas divisiones en los seres humanos. No es que se eliminen los conceptos de frontera, nativos y extranjeros, soberanía territorial o autodefensa. No se trata de obligar acuerdos y tratados con intención de crear zonas de libres desplazamientos sin controles ni limitaciones. La realidad es que está demostrado lo antihumano que son algunas acciones y procedimientos que se tornan inaceptables en la actualidad, existiendo alternativas. Concluyo retomando lo expresado por Luis Mendiola, ex embajador argentino en Arabia Saudita: “Los muros, todos, son indignos del hombre, tanto del que los sufre como del que los construye”.


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