Las vacaciones son un tiempo increíble para fomentar la lectura en nuestros hijos, para tratar de que amplíen sus conocimientos en un área o se diviertan con el producto de la imaginación de tantos escritores.

Se ha visto que la gran carencia en la juventud y la adultez es comprender lo que se lee e intentar luego transmitirlo, bien sea por escrito u oralmente. Por eso todos los esfuerzos que hagamos por promover la lectura no serán nunca en vano, pues aprender a leer bien, comprendiendo lo que se lee, es fundamental.

La lectura va unida a nuestra capacidad reflexiva y de redacción. Leer algo bien escrito por otro ayuda a pensar con lógica, al tiempo que aumenta el vocabulario y la facilidad par poner por escrito lo comprendido, pues pensamos en palabras y en palabras bien estructuradas, que son oraciones.

La lectura activa esta lógica reflexiva: ese orden de sujeto, verbo y predicado con el que todos pensamos. Cuando falla esa lógica razonamos mal y cuando razonamos mal falla esa lógica. También falla la redacción porque falta el orden que subyace en el pensamiento, pues ¿qué otra cosa escribimos sino lo que pensamos? Comprender lo que se lee no es solo competencia de niños y adolescentes porque están en “época de estudiar”; es algo que ameritamos todos, pues leer bien es también pensar bien.

En vacaciones hay que descansar la mente, pero leer cuentos breves no quita el sueño a nadie ni agota. Ayuda, por el contrario, a corregir indirectamente nuestra ilogicidad, divirtiéndonos. Hay que hacerlo, además, con los pequeños, pues ya con los grandes hay que razonar. Ya el hábito debería estar adquirido y si no lo está se hace más difícil convencerlos. El único modo de lograrlo es que hayan constatado sus carencias y deseen, voluntariamente, subsanarlas.

La comprensión lectora y la redacción es lo más fundamental que se puede enseñar, pues la lectura atenta ordena la mente.La comunicación humana y la intimidad que luego podamos tener con los demás se basa en esta comprensión de lo que se lee, de lo que nos dicen otros, de lo que pensamos. Si supiéramos cuáles son los beneficios ¡cuánto leeríamos!

La lectura de literatura, además, tiene unos beneficios adicionales que es bueno explicar. No solo se leen historias que divierten, sino que a través de las novelas, de los cuentos y ni decir de la poesía, accedemos a un nivel de lenguaje diferente. Las metáforas, los símbolos, el sentido figurado, ayudan a descubrir niveles más hondos de vida en el día a día, pues llevan a captar la analogía supuesta que necesariamente nos hace razonar.

Una vez un profesor de literatura nos dijo que si queríamos conocer al ser humano leyéramos novelas. Yo añadiría que hablásemos con la gente, pero es cierto lo de las novelas, pues toda trama oculta la psicología de los personajes y su modo de reaccionar ante las circunstancias que acaecen.

Asociar la lectura a las vacaciones es asociarla, además, a la diversión y esto, es muy positivo, pues no está asociado a la obligación, que siempre encuentra resistencia en los jóvenes.

La lectura es diálogo con miles de autores. Es comprensión de muchos modos de pensar, de muchas inquietudes, de muchos sentimientos. Sin duda sensibiliza al lector y abre su mente y corazón a todas las novedades con las que se encuentra y esto, es positivo.

Leamos con nuestros hijos, leamos nosotros, para empaparnos de estas bondades de las que hemos hablado. No empecemos mañana sino hoy, de una vez. Si no sabemos por dónde empezar, es bueno saber que hay muchos cuentos breves que nos pueden ayudar. En internet se encuentran páginas repletas de ellos. Lo importante es comenzar.


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