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Continuando con lo planteado la pasada semana y apuntalado por un importante artículo de The New York Times (https://elpolitico.com/nyt-china-y-rusia-exponen-las-debilidades-del-autoritarismo/), se puede afirmar que estamos en medio de una luch a entre dos formas de entender la realidad: el sistema capitalista liberal y democrático contra el capitalismo de Estado. En muchos países este último es disfrazado como socialismo, con las variedades propias de cada uno, como es el caso del socialismo del siglo XXI en Venezuela, o cualquier otra calificación política que se le quiera dar, para lo cual también recomiendo  un artículo del profesor Fenando Mires, en el que explica con mucha facilidad y profundidad las diferencias entre los regímenes políticos de esta centuria: https://polisfmires.blogspot.com/2022/04/fernando-mires-democracias-contra.html?spref=tw&m=1&s=08

Es aquí, donde se entiende el silencio prudente de la República de Cuba, colocada tan cerca de Estados Unidos, que jamás podría aceptar la idea de que Ucrania es una zona de influencia/seguridad o un «patio trasero» de la Federación Rusa, porque sería apoyar el planteamiento de algún político republicano (¿adivinen quién?) que señaló que era válido invadir México y Cuba si eran una amenaza inminente para la seguridad nacional estadounidense .

Ya se puede advertir, en mi opinión, el inicio de una nueva guerra fría, impulsada por Putin, en la que ya nadie discute la vigencia de la economía bajo parámetros capitalistas, puesto que los gobiernos de China y Vietnam, entre los cuales pronto podría militar Venezuela (por su dolarización de facto, desesperación por inversionistas foráneos y devolución de empresas expropiadas), se alejan cada vez más del estatismo tradicional de los regímenes socialistas.

En este nuevo mundo donde los empresarios se pueden dividir entre los que viven del Estado, sean oligarcas rusos o «enchufados» criollos, y los que viven de la innovación y la competencia, el punto ideológico, está en el papel del Estado y el papel de las clases políticas para compartir el poder o renovarse por vía electoral o de otro tipo.

Debemos estar claro que existen muchos países con gobiernos no democráticos, pero gobernantes absolutos como el rey de Arabia Saudita, el sultán de Brunei o los gobernantes de países con democracias «frágiles», pero que están en el grupo de 141 países que apoyan a Ucrania, no serán cuestionados ni perseguidos política ni comercial ni financieramente por los países de Occidente.

El caso de Venezuela, donde el partido político gobernante acaba de terminar su Convención Nacional con el acento puesto en la disciplina interna, en un estricto Código de Ética para intentar poner freno a la corrupción y el mal ejemplo mediático, que ya se ha cobrado algunas víctimas en su liderazgo político, que se expresa en el NO Nombramiento de algunas figuras extremadamente populares de sus bases políticas en su Dirección Nacional, es sin duda una expresión contundente de que se intenta rescatar el discurso político socialista, a pesar de que las acciones económicas parecieran estar orientadas en otra dirección.

El «escándalo» mediático de la carta de los 25 ciudadanos, que solicitan el levantamiento de las sanciones por razones humanitarias en Venezuela y de Seguridad Nacional de orden energético en Estados Unidos, ha tenido nuevamente la misma respuesta establecida por la Casa Blanca, desde hace años, de que solo la negociación política con la Plataforma Unitaria de Venezuela o G-4 o gobierno interino de Juan Guaidó, es la única vía que entiende el Departamento de Estado y el Congreso de Estados Unidos en una vasta mayoría de sus líderes, lo que tarde o temprano deberá ser aceptado por el gobierno de Maduro y por la plana mayor del PSUV, a la luz de lo que ocurre en Ucrania.

Las sanciones financieras, comerciales y políticas contra la Federación Rusa es un gran ejemplo de lo que le puede pasar a un gobierno que enfrenta directamente a Estados Unidos y Europa, pues aún existen miles de funcionarios y empresarios en Venezuela que viajan a estos países y disponen de patrimonio familiar y empresas en dichos países, por lo cual no es exagerado pensar que lo peor de las sanciones no ha llegado aún a nuestro  país, si el Gobierno de Nicolás Maduro,  toma la decisión de “ profundizar la revolución “.

Aunque no se discute en los medios de comunicación por ser un tema muy delicado, es obvio la existencia de un sector renovador dentro del oficialismo, que entiende la imposibilidad de sostener económicamente al país si cae en el espiral sancionatorio que afecta a la Federación Rusa, por lo cual son partidarios de poner fin al conflicto político mientras tengan ventajas en la mesa de negociación.

Mantener la situación actual es muy  peligroso para el gobierno de Maduro, dado que puede caer en una megacrisis económica terminal si Putin pierde la guerra de Ucrania y Occidente pasa a tomar represalias contra sus aliados como Siria, Cuba, Irán o Nicaragua, entre otros.

La idea de la ventaja temporal hasta las elecciones presidenciales de 2024 fueron alteradas por la guerra de Ucrania,  que ha debilitado a nivel global a Rusia y que en caso de derrota politico-militar la obligará a abandonar militarmente a sus aliados extracontinentales como Siria y Venezuela, para enfrentar a adversarios como Turquía, Israel y Arabia Saudita en el primer caso y Estados Unidos y Colombia en el segundo caso.

No son solamente los denominados «25» los que piensan en la necesidad impostergable de llegar a un acuerdo político, antes de que suceda un imprevisto o imponderable.

No olvidemos que Fidel Castro, después de su gran victoria militar en África contra Suráfrica, en 1988,  que aceleró el fin del apartheid, se enfrentó a la caída del muro de Berlín y luego a la desaparición de la Unión Soviética, acabando en cortísimo plazo lo realizado en décadas de esfuerzo.

Nicolás Maduro,  que vivió como militante revolucionario estos violentos cambios de época, de auge y caída del socialismo del siglo XX , no es para nada ajeno a estos acontecimientos globales, que terminan desplazando movimientos regionales y locales. No olvidemos la existencia del denominado Grupo de Boston, donde importante políticos  oficialistas y opositores deben manejar un diálogo extraoficial, que gira hacia una negociación formal que debería concluir en México con un acuerdo político aceptable para todas las partes.

Así como parecía muy improbable que Ucrania resistiera más de 2 meses de guerra y peor aún, derrotar al ejército ruso a las puertas de Kyiv, obligándole a llegar la guerra al este y sur de dicho país. Es muy delicado imaginar qué puede suceder si la asistencia militar y financiera de la OTAN permite a Ucrania pelear durante muchos meses más.

El problema del radicalismo en política, del «todo o nada» o «rendición incondicional» es que debe estar muy seguro de su victoria final o corre el riesgo de perder la oportunidad de negociar, cuando aún tiene la oportunidad de hacerlo.

La gran lección histórica de la guerra en Ucrania es subestimar al adversario y sobrestimar la fuerza propia.

Putin no pudo imaginar que Zelenski se quedara a pelear y por ello no entendió la importancia de repetir la operación Storm-333, realizada por la Unión Soviética en Afganistán, donde la invasión militar comenzó con un ataque de fuerzas especiales al palacio presidencial, neutralizando al gobierno.

La cercanía de la capital de Ucrania a la frontera de Bielorrusia, que recuerda el problema militar de Seúl (Corea del Sur) demasiado cerca de la frontera de Corea del Norte, no fue un problema inmanejable para el ejército ucraniano.

En este punto, el gobierno de Corea del Norte debe estar estudiando esta guerra, pues se está demostrando que centenares de miles de soldados, miles de tanques y cañones, no son garantías de triunfo frente a un enemigo decidido.

Un aspecto económico importante es que algunos expertos refieren una sobrevaluación de nuestra moneda, que de ajustarse a 10-12 bolívares digitales provocarían tal aumento del costo de la canasta básica que enterraría el desarrollo económico favorable del último año 2021 y del actual 2022

Sin duda alguna, la economía venezolana no está para sufrir más rigores o sanciones que detengan la capacidad del BCV de mantener el precio del dólar estadounidense.

Eso lo saben muy bien los ministros, gobernadores y alcaldes que sufren las carencias financieras para realizar obras públicas y actividades sociales y que perderían en la práctica su capacidad operativa, tal como ocurriese en la época de la hiperinflación, por lo que la urgencia por negociar es una espada de Damocles, sobre la cabeza de los principales líderes políticos.

Cada día que pasa existe el peligro cierto de un cambio de la dinámica política, en dirección y escala desconocida.

Por tales razones, es un ejercicio de sabiduría la búsqueda de la negociación en tiempos actuales antes de seguir esperando una coyuntura que permita aplastar al contrarío y termine presentándose un cuadro social y económico que derive en tragedia política.


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