Para una debida comprensión de la variable económica de la guerra en Ucrania es necesario, en este y los próximos artículos, comenzar con la explicación de conceptos fundamentales que permitan conocer algunas realidades económicas, tales como:

  1. El capitalismo de compinches o “crony capitalism”, como se le denomina en inglés.
  2. La deslocalización industrial
  3. Las empresas estratégicas y los servicios críticos.

El primer concepto es muy fácil de explicar, el economista colombiano Diego Guevara lo define así:

“El concepto inglés de crony capitalism es usualmente traducido al español como capitalismo de compinches o capitalismo de amigotes. Este término alude a un tipo de capitalismo en el que el éxito de los empresarios no se debe al riesgo que asumen y su capacidad de innovación, sino a sus estrechos vínculos con el gobierno, las subvenciones que reciben de este en términos tributarios y unas condiciones convenientes para que los negocios más grandes tengan su rentabilidad garantizada”.

En este campo económico, los lectores se sorprenderán demasiado de las enormes similitudes existentes entre Venezuela y la Federación de Rusia, en cuanto a sus manejos gubernamentales de las políticas económicas, que los diferencia de manera abismal de economías de libre mercado, que solo protegen ciertas empresas muy valiosas por razones de seguridad nacional.

Según expertos y estudiosos del caso, como Anders Åslund, autor del libro El capitalismo de compinches de Rusia: el camino de la economía de mercado a la cleptocracia, la caída de la Unión Soviética en 1991 derivó en una serie de situaciones absurdas en el momento de privatización de las empresas estatales.

Puesto que en un país “socialista”, donde se practicaban las teorías de Carlos Marx, sin ciudadanos acaudalados, que pudiesen ser dueños de empresas privadas con enormes ingresos financieros, podían existir funcionarios bien pagados, pero jamás personas millonarias capaces de pagar decenas, centenares o miles de millones de dólares estadounidenses por los complejos industriales del Estado, por lo cual es evidente que se practicó una serie de irregularidades a plena vista; es como si mañana en Cuba privatizaran las 2.300 empresas estadales y salieran diputados, alcaldes y gobernadores o ministros a comprarlas por millones de dólares estadounidenses, cuando se supone que todos son humildes trabajadores que viven de su sueldo.

Ni imaginar que eso pudiera pasar en Venezuela y se privatizaran las 800 y tantas empresas nacionales y las más de 2.000 empresas socialistas y saliera un funcionario a comprarlas por decenas.

Explicado este punto, es importante conocer la siguiente opinión:

A este grupo de personas, que por ser cercanas al gobierno lograron privilegios para hacerse con las empresas, hoy se les conoce como los oligarcas. “Son élites empresariales ultrarricas con un desproporcionado poder político”, según los describe Stanislav Markus, profesor de Negocios Internacionales en la Universidad de Carolina del Sur, en un artículo de The Conversation. Según Markus, los oligarcas emergieron en dos oleadas. La primera fue a partir de 1990, cuando durante el gobierno de Boris Yeltsin se vendieron grandes compañías estatales a un bajo precio a un selecto grupo de magnates a cambio de beneficios. La segunda oleada fue impulsada por Putin a través de contratos con el Estado, explica Markus. El modelo era que empresas privadas de infraestructura, defensa y atención de la salud vendían sus servicios al gobierno a un precio mucho mayor que el del mercado, a cambio de sobornos a los funcionarios que hacían posible la transacción. “Así, Putin enriqueció a una nueva legión de oligarcas que le debían sus enormes fortunas”, dice Markus.

Este sistema, que funciona hoy día en Rusia, le permite al Estado controlar 55% de la economía y le da al sector privado un sistema de recompensas y castigos, que funciona igual que en la economía china, donde los empresarios son vigilados rigurosamente para que no participen en política, mas si tienen la obligación nacional e internacional de colocar sus empresas en plena colaboración con las políticas nacionales de seguridad nacional por encima de sus intereses corporativos.

Esta situación, tampoco es nueva para la cultura política en Venezuela, donde la clase política, quedo traumatizada con la participación política del banquero Manuel Matos (3 veces ministro de Hacienda y fundador del Banco de Venezuela), que fue el empresario más acaudalado y poderoso políticamente de su época, llegando a financiar el movimiento insurgente más grande y mejor equipado de la historia del país (Revolución Libertadora), que fue derrotada militarmente por Juan Vicente Gómez durante la presidencia  de Cipriano Castro y luego terminó siendo el ministro de Relaciones Exteriores del mismo Gómez. Al asumir este el poder, para redactar y firmar los acuerdos económicos con Estados Unidos y el Imperio británico, que permitió el auge de la industria petrolera en Venezuela.

De esta época es la conseja popular o norma no escrita de que “los empresarios no participan en política”, lo cual se mantuvo durante décadas, siendo rigurosamente vigilada la “clase empresarial” por los partidos políticos, que le achacaban a estos cualidades de insensibilidad social y falta de “conocer al pueblo”, como excusas para evitar su participación activa como candidatos, relegándolos a financistas de las campañas electorales y contratistas del Estado.

Quien no conoció esta época, no entiende de dónde viene el fenómeno político de la antipolítica en Venezuela, que fue abrazado por buena parte de las clases medias profesionales y comerciales  y sectores empresariales de alto nivel, como una respuesta radical a la falta de inclusión de dichos sectores en el discurso político y las maquinarias partidistas de aquel momento, lo que va desde la creación de programas de TV de contenido político muy crítico hacia los partidos políticos y el gobierno nacional en canales privados, hasta el financiamiento de candidatos antisistema, que rompieron el bipartidismo político-electoral, como ocurriese en 1993 y 1998.

En Rusia, el gobierno tiene un severo control de los empleados públicos, a quienes prohíbe o regula según sea el caso, la posesión de cuentas bancarias o propiedades en el extranjero, incluso con amigos y familiares, véase:

https://www.cronista.com/internacionales/Putin-prohibe-a-funcionarios-tener-cuentas-en-el-exterior-20130508-0041.html o https://mundo.sputniknews.com/20161229/rusia-economia-activos-prohibicion-1065923084.html

Imaginar que tales medidas se pudiesen aplicar en Venezuela demostrarían una real voluntad de lucha contra la corrupción y generaría la renuncia de decenas de miles de funcionarios y tal vez, una catástrofe administrativa en el servicio público nacional, estadal y municipal.

Comprendiendo estos conceptos de cómo funciona la economía y el Estado en la Federación Rusa, se puede pasar a los otros 2 conceptos para luego explicar en profundidad los enormes cambios económicos que está generando este conflicto.

Estas explicaciones, serán para la próxima semana…

 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!