de Derechos Humanos
Foto AFP

Habiendo tratado la semana pasada los antecedentes históricos y conceptos básicos para ilustrar al lector sobre el impacto militar y tecnológico de la última guerra ocurrida entre el Estado de Israel y el grupo Hamás que controla el territorio de Gaza -que no debe confundirse con el gobierno del grupo político Al-Fatah, que tiene el control del territorio conocido como Cisjordania y que viene a ser el heredero directo del liderazgo de Yasser Arafat, fundador de  la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), siendo como tales quienes disfrutan del reconocimiento internacional en los organismos internacionales como la ONU- voy a analizar a continuación las lecciones militar, institucional y económica del conflicto.

Lección militar

Es una realidad evidente que el uso de las tecnologías avanzadas tienen una superioridad  demasiado grande sobre las tecnologías industriales tradicionales. A pesar de que logró lanzar más de 4.000 cohetes sobre el territorio israelí, Hamás no tuvo la incidencia destructiva esperada debido a la efectividad del sistema antiaéreo denominado Cúpula de Hierro, que evitó en gran medida la destrucción de la infraestructura civil y militar, lo que redujo los daños económicos y sobre todo las pérdidas humanas.

Por el lado contrario, los gazaties sufrieron ataques aéreos y de artillería que lograron destruir miles de unidades habitacionales (unas fuentes hablan de 17.000, incluyendo 450-500 edificios), mientras que las bajas civiles, siempre lamentables, llegaron a unas 200. Las bajas militares son imposibles de calcular debido al natural secreto de dicha información, quedando solo la afirmación de fuente israelí de la destrucción de decenas de kilómetros de túneles subterráneos, que seguramente, como ocurriera en la ruta de Ho Chi Minh en la selvas de Vietnam, serán reconstruidas en poco tiempo por brigadas de trabajadores abnegados y entregados a su causa.

Tal vez la parte más novedosa para muchos fue la aplicación de una “estrategia de decapitación” a los mandos militares y civiles, que en tiempos de paz se denomina como “asesinatos selectivos”, lo que tiene el efecto de paralizar a los altos mandos de oficiales y responsables políticos, debido a que trata de la eliminación física de los comandantes de las unidades, en vez de buscar la destrucción orgánica de las unidades de combate.

Dicha estrategia ya había sido aplicada con éxito en el pasado con la invasión soviética de Afganistán (Operación Tormenta-333) eliminando al liderazgo político militar en su propio Palacio presidencial, causando conmoción en los gobiernos de los países de la OTAN y que se reflejó en obras clásicas de la literatura de la Guerra Fría, como Tormenta Roja.

Hoy día es el gobierno de Corea del Norte o República Popular Democrática de Corea el que ha denunciado este tipo de intención en las maniobras militares anuales de Estados Unidos y la República de Corea (Corea del Sur), dada la cercanía de las capitales de ambos países que permite desolar dichas ciudades en cuestión de horas de un hipotético primer día de guerra.

Por tales razones expuestas anteriormente, es necesario comprender que un país como Venezuela tiene características muy especiales de peso económico, demográfico y organizativo que se deben reflejar en cualquier enfrentamiento de tipo militar.

Lección institucional

Las instituciones públicas deben funcionar en situaciones de máxima tensión, especialmente en casos de guerra o desastres naturales, lo que se evidenció con el control interno de la Policía de Israel en los barrios árabes de Jerusalén Este, mientras que los servicios sanitarios y de defensa civil actuaban para atender los problemas cotidianos en forma simultánea con los problemas extraordinarios de un conflicto militar.

Esto es importante de analizar porque un país donde sus instituciones fundamentales no funcionen eficazmente ni siquiera en tiempos de paz, es demasiado optimista pretender que puedan funcionar en medio de sabotajes, ataques aéreos y misilísticos.

Tan cierta es esta afirmación que, según sondeos de opinión en Israel, un elevado porcentaje de la población deseaba continuar con la guerra durante varias semanas más porque su institucionalidad no se sentía amenazada por el conflicto.

Venezuela como país tiene enormes experiencias y conocimientos que absorber de los países con eficaces sistemas sanitarios como Taiwán y  Nueva Zelanda, sistemas educativos como Alemania e Israel, sistemas de infraestructuras como China y Corea del Sur, entre otros que se destacan por disponer de capacidades singulares para enfrentar contingencias extraordinarias como pandemias, terremotos, tsunamis, guerras y crisis económicas y sociales producto de la misma dinámica de los cambios tecnológicos del siglo XXI.

Lección económica

Las guerras se ganan con “dinero, dinero y más dinero”, afirmó el general Napoleón Bonaparte cuando en forma exitosa, con una eficiente administración de los recursos humanos y económicos de la Francia revolucionaria y luego del I Imperio francés, logró derrotar a las grandes monarquías continentales de Europa, creando los ejércitos de leva que posteriormente se perfeccionarían en Prusia y el II Imperio Alemán (1870-1918).

El mismo hecho se evidenciaría en la I y II Guerra Mundial, cuando la victoria de los aliados se apoyó en el poder industrial y financiero de Estados Unidos, lo que igualmente se reflejó en el resultado final de la Guerra Fría (1946-1991), cuando la Unión Soviética se hundió en la crisis económica y tecnológica que llevaría a su disolución política.

En el caso del desafío militar entre Gaza e Israel son evidentes las diferencias económicas, que se ampliaban aún más con el suministro militar estadounidense que permitía ampliar durante mucho tiempo la capacidad militar de los israelíes.

En el caso de Venezuela, donde la economía se ha contraído entre 70%  y 75% del PIB, no es difícil deducir que la capacidad de respuesta de la sociedad, el gobierno (instituciones) se ha debilitado muy gravemente, por lo cual los ultimátum, amenazas y represalias creíbles, para los adversarios irregulares o estadales de nuestro país se reducen de manera proporcional a la continuidad de la crisis económica que nos azota desde 2013.

No es exagerado pensar que de continuar la crisis económica y el derrumbe de muchas empresas estratégicas, se presentará un estado muy pelagroso de debilidad en materia de seguridad nacional que hace pensar que existe un conteo regresivo hacia un estado de desastre que sin duda debe ser objeto de debate en los altos mandos políticos y militares de la nación.

Conclusiones

De la revisión de los hechos ocurridos entre Israel y las autoridades palestinas de Gaza, desarrollados en forma analítica para el caso venezolano, se pueden desprender las siguientes conclusiones:

  1. Ningún país con la crisis económica de las dimensiones de Venezuela puede ser una amenaza militar para sus vecinos fronterizos, sea Colombia, Brasil o la misma Guyana, debido a que el estado de movilización y el consiguiente estado de economía de guerra sería de un peso muy considerable para la población y las instituciones gubernamentales.
  2. Las Fuerzas Armadas Nacionales enfrentan un problema muy grave que implica la supervivencia misma de la nación, de no presentarse a corto plazo una mejora sustancial de las condiciones económicas, que permita recuperar rápidamente las capacidades operativas de las instituciones gubernamentales.
  3. Las amenazas militares reales o supuestas de otros países no pueden ser afrontadas con mayores garantías de éxito de continuar la ruina de la infraestructura nacional y el debacle de las empresas estratégicas del Estado.
  4. La misma existencia de una estrategia de defensa popular apoyada en 4 millones de milicianos exige una capacidad logística que no es posible estimar, dada la normal confidencialidad de los planes operativos y los datos generales en materia de seguridad nacional, mas de lo que no parece caber duda es de la escasa capacidad contributiva del sector económico, si continúa la crisis económica actual.

 


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