tropas de Kyiv

Continuando con las explicaciones fundamentales, para entender cómo está  cambiando el mundo, desde el punto de vista político-económico, con la guerra de Ucrania, hay que entender el concepto de la deslocalización industrial, que dio orígenes a la globalización industrial de los últimos 70 años e hizo posible el desarrollo de muchos países, alrededor del globo y que ahora, va a desaparecer en gran medida, por razones de seguridad nacional y regional, después de lo acontecido en los últimos tiempos, primero con la crisis de suministros que genero la pandemia del COVID-19 y que se ha convertido en  un problema gigantesco con la actual guerra de Ucrania.

Comencemos con el concepto, que se sintetiza en los siguientes términos:

“Deslocalización es la operación o práctica que llevan a cabo algunas empresas, la cual consiste en mover todo su sistema productivo a regiones o países que les permiten producir con menos costes de producción. Generalmente los países a los cuales se trasladan presentan una gran fuente de mano de obra más barata, las leyes ambientales son prácticamente más permisivas, menores exigencias con los aspectos relacionados con la seguridad laboral y una política fiscal más laxa. Cuando esta práctica es intensa puede provocar la elevación de la tasa de desempleo en el país de origen de la deslocalización. A su vez, los países receptores de deslocalización prácticamente viven un dilema. Por un lado, las autoridades gubernamentales la aceptan, porque entienden que estas inversiones provenientes de exterior pueden ayudar a bajar la tasa de desempleo. Sin embargo, en la mayoría de los casos tales inversiones suelen ser rechazadas por gran parte de la población debido a que las empresas inversoras resultan ser muy agresivas con el medioambiente”.

Fuente: https://economipedia.com/definiciones

Esta práctica, que se generalizó después de la Segunda Guerra Mundial y que llevaría al político francés Jean-Jacques Servan-Schreiber a escribir una obra memorable (Le Défi américain), que aterrorizó a los políticos europeos, al detallar el número de empresas estadounidenses y el control tecnológico, que las mismas,  tenían en la economía europea, fue un factor de  aceleración en  la creación de los mecanismos de integración que derivaron en la Unión Europea, generó a su vez la aparición de los 4 Tigres asiáticos  (Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur), mientras que los acuerdos de paz y colaboración entre Richard Nixon (Estados Unidos) y Mao Tse-tung (China), terminaron de abrir las puertas para la mudanza masiva de empresas manufactureras e incluso de toda la estructura de una empresa multinacional, para ahorrar costos, por lo cual se entiende que sin esta práctica industrial, no se puede entender el desarrollo de la economía mundial de los últimos 80-100 años.

Es en el año 2019 cuando la crisis de la pandemia del COVID-19 transforma por completo la cultural laboral, generando en muchos países el fenómeno sociológico de “la Gran Renuncia”, mientras se genera una crisis generalizada de suministros médicos y farmacológicos debido a que muchas empresas farmacéuticas europeas y estadounidenses tienen sus centros de manufacturación en Asia y se enfrentaron a la realidad de que dichos países podían disponer de dichos productos, alegando razones de supervivencia nacional. Esta crisis, se agrava con la escasez mundial de microchips, que afecta desde hace 2 años a la industria mundial, obligando a la Unión Europea y Estados Unidos a fomentar la creación de empresas manufactureras de microchip, dentro de sus territorios por razones de seguridad industrial y no por razones financieras.

Es en este punto cuando estalla la guerra de Ucrania y el mundo en su totalidad descubre cómo la salida de Ucrania del mercado mundial de trigo puede generar una hambruna en decenas de países y cómo la posible salida de la Federación Rusa de la economía occidental puede paralizar o afectar muy gravemente estas economías.

Es cuando se produce entonces un cambio de paradigma, en el que el concepto de seguridad nacional se termina aceptando como un costo de producción indispensable para asegurar la estabilidad del suministro por razones logísticas y políticas.

Para validar esta afirmación, veamos la opinión calificada del mayor Fondo de Inversión del Mundo: Larry Fink, el principal ejecutivo de la mayor gestora de activos del mundo, BlackRock, vaticinó  este jueves que la invasión rusa de Ucrania frenará la globalización y previó consecuencias como la aceleración de las energías verdes a largo plazo y el mayor uso de las monedas digitales. En su carta anual, muy seguida en Wall Street, el influyente empresario consideró que las implicaciones del conflicto bélico al este de Europa, sumadas a las de la pandemia, supondrán un «punto de inflexión en el orden mundial de la geopolítica, las tendencias macroeconómicas y los mercados de capital». La «agresión de Rusia» a Ucrania y su «desacoplamiento» de la economía global hará que gobiernos y empresas de todo el mundo revisen las «dependencias» y las improntas de sus cadenas de suministro, siguiendo una tendencia iniciada durante la pandemia de covid-19, explicó. En ese sentido, dijo, la guerra al este de Europa «ha puesto fin a la globalización que habíamos experimentado en las últimas tres décadas» y, además, se produce en medio de la «polarización y el comportamiento extremista» de la sociedad, propiciados por el aislamiento durante la pandemia. Fink destacó claras consecuencias en la energía, considerando que «inevitablemente se ralentizará el progreso hacia la meta de cero emisiones» porque Estados Unidos se está centrando en aumentar su producción de petróleo y gas, mientras que Europa y Asia podrían incrementar su consumo de carbón. No obstante, el ejecutivo dijo esperar que a largo plazo se «acelere el giro hacia las fuentes de energía más verdes en muchas partes del mundo», ya que la búsqueda de la seguridad energética llevará a los países sin recursos propios a «invertir en energía eólica y solar», entre otras.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/economia/2022-03-24/ceo-blackrock-guerra-ucrania-rusia-fin-globalizacion-energia-divisas-digitales_3397344/ 

Traduciendo todo lo anterior a un lenguaje fácil de comprender al lector, podemos pensar que:

Los países de la OTAN van a generar un proceso de reindustrialización basado en la robótica y computación cuántica (4ta revolución industrial) para traer de vuelta la mayor cantidad de insumos industriales que se producen en empresas de dichos países, ubicadas en Asia, África y América Latina, a pesar de los costos laborales y ambientales que se produzcan.

No van a permitir el chantaje de los países productores de materias primas esenciales, creando enormes stock o reservas estratégicas, tal como Estados Unidos hace con el petróleo, almacenado en cavernas y depósitos. Para ello, buscarán países muy controlables, como la República Cooperativa de Guyana, que con apenas 500.000 habitantes y un número parecido de connacionales, viviendo en Europa o Estados Unidos, disponen de recursos naturales como petróleo, lo cual marcará una pauta a aplicar con otras naciones.

No se va a tolerar el flujo de inversión extranjera desde dichos países occidentales hacia naciones que le sean abiertamente hostiles o indiferentes con los intereses estratégicos de seguridad, tales como la cincuentena de países que se niegan a condenar las acciones rusas en Ucrania, e incluso, quienes si lo hacen, pero de una forma muy ambivalente, como México, Brasil y otros.

Los intercambios educativos y tecnológicos, también serán filtrados por las mismas razones y no es desacertado pensar que centenares de miles de estudiantes extranjeros, verán cerradas las puertas de universidades estadounidenses y europeas, alegando que sirven a gobiernos abiertamente hostiles o desafiantes a su seguridad nacional.

Estas acciones no van a ocurrir de la noche a la mañana, pero sí se van a implementar para evitar otro desafío a la hegemonía occidental parecido al de la Federación Rusa, teniendo sin duda la vista puesta en un conflicto global con la República Popular China dentro de pocos años.

Países pertenecientes al grupo del G-20, que no apoyan a los contendientes de Rusia en la actual coyuntura, deben medir con prudencia política sus pasos, al igual que muchos países del denominado grupo de los No Alineados (120 países en vías  de desarrollo).

Los países del denominado mundo occidental y sus aliados (35-40, según la fuente que se consulte), van iniciar la construcción de una nueva economía global, dejando por fuera a aquellos países que durante décadas han demostrado abierta hostilidad hacia ideas como la democracia representativa, el Estado de Derecho, los derechos humanos, el capitalismo y la globalización de la cultura y las telecomunicaciones. Solo se salvarán aquellos países muy esenciales como Arabia Saudita o Qatar, mientras se produce la transición energética, lo cual explica la desesperación de dichos príncipes árabes por liberar a sus países de la dependencia de la renta petrolera, a través de colosales planes de construcción de infraestructuras urbanas para servicios turísticos y financieros.

En cambio países que se han dedicado a “echar vaina”, apoyando permanentemente políticas antioccidentales, deberán prepararse para sufrir el rigor de lo que está por venir.

Aún hay tiempo de aprender de la persecución mundial contra los oligarcas rusos (empresas y bienes familiares) …Ojalá los políticos y empresarios de estos países “antiglobalización”, se den cuenta de esto y no terminen igual a mediano y largo plazo.

La próxima semana, abarcaremos el 3er y último punto conceptual, sobre la definición y evolución del concepto de empresas estratégicas, para entonces caer en la descripción del Nuevo Orden Mundial, que se puede generar sin caer en las teorías de conspiración que tratan sobre el Club Bilderberg, como una versión actualizada del protocolo de los Sabios de Sion, entre otras ideas de este tipo.

Por esta razón, concluyo el artículo de opinión, con la siguiente afirmación:

(Aclaro en forma pública, notoria y comunicacional que no trabajo para George Soros)


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