En este tiempo que nos está tocando vivir, el tiempo del eslogan y el sinsentido al que nos está abocando el peor presidente de la historia reciente de España, hay demasiadas cosas que no pueden decirse. La censura, y lo que es peor, la autocensura que domina los medios, nos lleva, en demasiadas ocasiones, a callar verdades y a dar por buenas cosas que, en cualquier otro caso, supondrían un cisma nacional y, si tuviésemos la mitad de hombría de la necesaria, un levantamiento.

Como tengo suficientes años,  suficientes recursos y suficientes huevos para que no me importe lo que otros puedan pensar de mí, creo que ha llegado la hora de decir las verdades. Creo que no solo es un derecho, sino una obligación, para quien, como yo, tiene la suerte de tener medios públicos en los que hacerlo. Así pues, aunque esto me lleve a ser tildado, en esta sociedad que gusta tanto de etiquetar, ha llegado el momento de decir, negro sobre blanco, las verdades del barquero.

Empiezo por el final, que viene a ser, sin duda, como empezar la casa por el tejado. El sábado, con el instinto depredador de quien gusta de conocer a su enemigo, estuve viendo la gala de los premios Goya, del cine español. He de decir, para ser honesto, que siempre he sido espectador de cine patrio. No creo que todo lo que se hace en España es peor que lo que viene de fuera, pero también es verdad que, como todo en esta España ruin que nos ha traído Pedro Sánchez, el cine se ha polarizado hasta el punto de volverse, en muchos casos, repugnante.

Y no solo las creaciones cinematográficas, que también, sino todo lo que rodea a esta industria de subvencionados, aunque Pedro Almodóvar se indigne porque se lo digan a la cara. Dice Almodóvar que el cine devuelve con amplitud el “anticipo” que el gobierno le proporciona, en forma de puestos de trabajo e impuestos.

Lo primero, decirle a Pedro que, una multitud de pequeños, medianos y grandes empresarios, que estos si sostienen el tejido económico de España, no reciben, como él dice, “anticipo” alguno. Muy al contrario, para comenzar sus proyectos empresariales tienen en muchos casos que hipotecar sus vidas. Y si su proyecto se viene abajo, son ellos los que se arruinan, sin recibir ayudas públicas, más bien al contrario.

Es probable, sin embargo, que sea cierta la noticia de la que se hicieron eco varios medios, según la cual tanto Pedro como Agustín figuraban como apoderados de la sociedad Glen Valley Corporation, en la Islas Vírgenes británicas, que quedan bastante lejos de Calzada de Calatrava y del Paseo Pintor Rosales, exclusiva zona donde reside Almodóvar. Es posible que esta sociedad se abriese con fines sociales, pero lo que es muy cierto es que se abrió en un paraíso fiscal. Juzguen ustedes.

Claro que viendo como otros estandartes de los derechos sociales, los Bardem, cerraron su negocio de hostelería a través de un ERE, para que el  Fogasa se hiciera cargo de la indemnización de sus trabajadores con nuestro dinero, vemos que lo social queda para el titular y la manifestación. Cuando nos toca el bolsillo, a lo social que le den por el culo.

No obstante, aunque Pedro amortice con creces sus creaciones, cosa que no dudo, hay una gran cantidad de producciones destinadas a loar la ideología y a adoctrinar al, en general, muy inculto votante potencial de su palo, que no llegan a recaudar ni siquiera la subvención recibida, porque la gente tiene ideología, pero no es gilipollas, y prefiere gastárselo en otra cosa y enarbolar luego la bandera arcoíris, que es gratis. Baste como ejemplo la última bazofia de Eduardo Casanova, La Piedad, en la que además aprovecha para tratar de ridiculizar a los católicos, en su obsesión por atacar a todo aquello que no es de su cuerda. Esta película, que recibió una ayuda de 317.000 Euros, consiguió finalmente una recaudación de 18.552 euros, que no dan ni para el catering del equipo de rodaje, lo cual quiere decir que se ha embolsado 300.000 euros de vellón de los impuestos de todos los españoles.

¿Por qué sucede esto? Porque Eduardo, como muchos otros, reúne las condiciones para obtener el favor de este gobierno. Es rojo, es anticatólico y es maricón. Y digo maricón porque me encuentro legitimado, ya que la propia Dolores Delgado, exministra de Pedro Sánchez llamaba así a Marlasca, en público y en privado. Por eso, y porque me sale de los mismísimos. Si a alguien le molesta, ahí está X, para que me pongan verde.

Al hilo de esto, del colectivo homosexual, sin duda la élite actualmente de la pirámide social, ayer Euprepio Padula se permitía vilipendiar a Salvador Sobral por no querer contestar a una seudoperiodista de RTVE, la misma que jaleó a Pedro Sánchez a su llegada al recinto, sobre la nueva canción que nos va a representar este año en Eurovisión. Esa señora que no sabe cantar, no sabe bailar y carece de gusto, hasta el punto de engrandecer la palabra Zorra, que también gusta mucho entre la progresía. Debe ser que las tienen cariño, por lazos familiares.

La actuación de Sobral, así como su magnífica realización, todo hay que decirlo, fue lo mejor de la gala. Pero como no se pronuncia a favor de la Zorra, pues hay que atacarle. Así se mueve esta gente, que está fagocitando las buenas costumbres, el sentido común y los valores que hemos intentado inculcar a nuestros hijos, a base de querer convertir todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida diaria en slogan y doctrina.

Todo eso, bajo un gobierno consentido por Europa, ¿para qué sirve Europa?. Una Europa que consiente que un país como Bélgica albergue a nuestros delincuentes, una Europa que no le para los pies al tipejo que está convirtiendo a España en una república Bananera, manipulando el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial a su propio beneficio. No ya el de su partido, sino el suyo propio, modificando las leyes a su antojo y sacando de la cárcel a la caterva de traidores que intentaron y manifiestan que volverán a intentar destruir España. Un vendido a Marruecos por el miedo a la información que sus servicios de inteligencia, presuntamente, obtuvieron del móvil de Begoña. Un pelele atado de pies y manos que nos está llevando a la ruptura social y a las dos Españas por interés y por inutilidad para gobernar, que es para lo que se le paga.

Podría decir que ya me he quedado a gusto de buena mañana, pero no. No estaré a gusto hasta que esta gentuza que nos desgobierna pague por lo que le está haciendo a España y los españoles. Llámenme facha, llámenme homófobo, llámenme católico o tradicionalista o conservador. Llámenme lo que quieran menos por teléfono. Me importa una mierda lo que otros piensen de mí, por si no ha quedado claro.

Tengan valor. No tengan miedo. Los que enarbolan la bandera de las libertades no van a coartar su libertad de expresión.

¿O sí?

@elvillano1970


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