En otro intento por erigirse como la nueva vanguardia de las fuerzas democráticas, el pasado 11 de febrero, un grupo de partidos políticos lanzó la plataforma que llamaron Salvemos Venezuela. A partir de este planteamiento, se supone que el resto de organizaciones democráticas deben alinearse con sus planes, reconociendo y siguiendo sus propuestas.

Hagamos un análisis sobre la narrativa que se utilizó para presentar la idea:

  1. «Este es el equipo que va salvar a Venezuela»

Según este discurso, los que estaban en ese acto son los que van a salvar a Venezuela. No es que van a tributar a unir a la nación para que, entre todos, la salvemos. No, ellos la van a salvar. Ellos son el sujeto político de cambio.

2. «Esta vanguardia de líderes, de jefes, asume el compromiso de lograrle a todos los venezolanos el derecho a decidir…»

Coherente con lo anterior, esos líderes van a lograrnos algo. Ya no es el pueblo luchando el que reconquista sus derechos, sino esa vanguardia la que los recuperará por nosotros.

3. «Hoy, aquí está la nueva vanguardia de la oposición venezolana, que no se cansa, que no se rinde…»

Igualmente, se nos informa que allí está «la nueva vanguardia de la oposición venezolana», y, aclaran, “la que no se cansa ni se rinde”. ¿Quiénes son los cansados y rendidos?

Queda claro que hay una continuidad narrativa que expresa una concepción política, según la cual ellos son los líderes que nos liberan a nosotros, el pueblo, incapaz de liberarse a sí mismo con organización y unidad.

Los discursos en la política no son ingenuos.

Lo relevante no es lo desatinado del discurso, sino que este grupo expresa una visión utilitarista del pueblo. No ven a los ciudadanos como sujetos sociales de cambio, como sujetos políticos. Para ellos los cambios los genera una vanguardia que le conquista la democracia a la gente.

El pueblo es, por tanto, un sujeto pasivo. Las luchas sindicales, gremiales, campesinas, estudiantiles y comunales son relleno, complemento de la «verdadera lucha estratégica» que lideran los jefes que nos devolverán nuestros derechos. No es el venezolano el que reconquista, es la vanguardia.

Algunos señalarán: «Lo que dijeron no significa nada, ellos en realidad sí creen en las luchas desde abajo», pero la realidad nos demuestra que ese discurso se corresponde absolutamente con la política opositora en estos 3 años de interinato.

Cuando en 2019 salieron millones a apoyar a Juan Guaidó, que retaba al poder constituido de facto, la respuesta de ese liderazgo fue «estamos trabajando con nuestros aliados internacionales», «todas las opciones están sobre la mesa», «muy pronto Venezuela será libre», es decir: «váyanse para sus casas que ya viene la solución desde afuera o por una vía de fuerza». No había que organizarse, movilizarse y luchar. Ahora ese liderazgo nos traería la «libertad». Y así llegó el 30 de abril, el clímax de esta estrategia. (Me abstendré de comentar tal episodio porque es un tema diferente).

Sin embargo, es clave la demostración de que esta dirigencia opositora que ha liderado estos años y que hace este acto, aún persiste en su visión utilitarista de los ciudadanos. Aquí radica una de las razones de su incapacidad para dirigir el cambio que necesita la nación. Creen que la gente los seguirá por decreto.

En el fondo es una deriva autoritaria de la política, pues la construcción de consensos, la democracia desde abajo, escuchar a las regiones, construir desde la agenda del pueblo, que es la agenda de sus padecimientos, es un estorbo. Para ellos las decisiones las toman ellos arriba.

Por eso es muy importante que, como ciudadanos, hilemos fino cuando de discursos políticos se trata.

Hoy es un momento de humildad para el liderazgo opositor, de llamar a todos, de dialogar, de construir consensos, de escuchar a los movimientos sociales y apoyarlos en sus luchas.

Al contrario, llegan imponiendo una vanguardia, proclamándose nuestros libertadores y el efecto que han causado es de rechazo, porque las vanguardias no se decretan, se construyen al calor de las luchas de los pueblos. De allí salen los verdaderos liderazgos, no del Twitter. Creerse una élite por encima de los ciudadanos es una grave desviación del comportamiento ejemplar que esperamos de nuestros líderes. Precisamente porque quienes nos gobiernan de facto se creen una élite más sabia que la ciudadanía es que decidieron confiscarnos la democracia e imponer su voluntad por encima de la voluntad de las mayorías.

Pero, además, ese discurso los aísla internacionalmente, porque fuera de esos liderazgos que hablaron durante el lanzamiento de Salvemos Venezuela está el mundo venezolano, las miles de organizaciones que luchan diariamente. Tratarlas tan despectivamente solo le demuestra al mundo que ellos no son los indicados para liderar.

Si lo que dijeron no es lo que querían decir, les recomiendo que lo aclaren y ofrezcan disculpas por el acto de soberbia y sectarismo que mostraron. Corrijan esa concepción del ejercicio del poder, pues, de llegar al gobierno, se comportarán de igual manera que los autócratas que nos gobiernan y difícilmente lo hagan bien.

Finalmente, los líderes que necesitamos para superar esta crisis institucional, económica, política y social, deben abrazar la democracia no solo como meta futura, sino como práctica cotidiana, deben vestirse de humildad y paciencia para construir, deben tener una narrativa coherente y, sobre todo, deben asumir que los pueblos son quienes labran sus cambios.


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