vacuna Sputnik V
Foto: @CancilleriaVE

“Este lunes ha llegado a nuestro país otro cargamento de la Sputnik-V. Agradecemos a Rusia por ese apoyo y solidaridad, continúa la vacunación”. Esas fueron las palabras de la vicepresidenta del régimen hace dos días. El celebrado “cargamento” es de 50.000 vacunas, aunque no aclara si son dosis, por lo que el número se reduciría entonces a la mitad.

Lo dijo con una amplia sonrisa, con satisfacción porque el gobierno ruso los “apoya” en la campaña de vacunación que los expertos del régimen diseñaron y que comenzó a principios de marzo con los primeros de la lista, su jefe y su mujer, además de los diputados de la asamblea rojita. Esas son las prioridades y de allí su felicidad.

¿Para qué hablar del irrisorio número de vacunas? Es posible que eso también le haya provocado risa a la funcionaria rojita, porque 50.000 inmunizaciones es casi nada y ella lo sabe. Sobre todo si se toma en cuenta que un mayor número iba a llegar al país gracias a las gestiones opositoras con el mecanismo Covax que ellos desbarataron. Todo porque su jefe asegura que Juan Guaidó y su equipo son “insurrectos”. Se le notan las costuras políticas a esa decisión y lo poco que le importa la vida de los venezolanos.

El porcentaje de muertes de médicos por habitantes en Venezuela es alarmante, y eso que se toman en cuenta los números aportados en febrero por la Organización Panamericana de la Salud. Todos los días se anuncia el lamentable fallecimiento de algún especialista que debió estar vacunado aunque sea con la primera dosis. Eso es culpa del régimen. Cada una de las muertes de personal de salud se agrega a la lista de asesinatos rojitos.

No es posible que la cúpula que se mantiene en Miraflores siga manejando la crisis de la pandemia a su propia conveniencia. Al paso que vamos, de 50.000 en 50.000, los venezolanos terminarán de vacunarse en 20 años. Y mientras tanto el país se convertirá en un cementerio, entre los muertos por contagio, los que se lleva el hampa, los que fallecen de hambre, los que asesinan los cuerpos de seguridad del régimen y la guerrilla.

Si por lo menos se dedicaran a explicarle a la gente que no debe exponerse al virus en la calle; si por lo menos se hubieran dedicado todos estos meses a diseñar una cuarentena eficaz; si por lo menos usaran los agentes de seguridad para encargarse de que los ciudadanos se resguarden en sus casas; si hubieran invertido dinero en ayudas para los trabajadores, empresarios y comerciantes. Nada de eso se ha hecho, ni siquiera copiándose de otros países latinos.

La dejadez del régimen en materia de pandemia es tan elocuente, que el venezolano agrega esta situación a la lista de maltrato que recibe diariamente de parte de quienes tienen secuestrado el poder. Ahora más que nunca, cuando el mundo se encierra por cuarta vez, hay que recalcarle a la gente que su única salvación es la prevención.


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