Aunque la situación del covid-19, incluida la propagación de variantes nuevas o preocupantes, difiere según cada país, los viajes internacionales suponen riesgos adicionales aun para los viajeros totalmente vacunados, los cuales pueden correr mayor riesgo de contagiarse y posiblemente propagar ciertas variantes del covid-19.

Recientemente, además de la carrera de obstáculos de toda índole para realizar viajes desde Venezuela hacia el exterior, ahora se nos suma el requerimiento por parte de países destinos de cumplir con la vacunación completa, es decir, tener más de 15 días de haber recibido la última dosis de las vacunas aceptadas tanto para aquellas con 2 dosis o la vacuna de Janssen de una dosis. Hasta la fecha, las únicas vacunas que ha recibido el país son la rusa Sputnik V, que no ha recibido la aprobación por la OMS y las que si están aceptadas, las chinas Sinopharm y la de los laboratorios Sinovac, esta última como parte de la adquisición realizada por el país a través del mecanismo Covax, informó la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Cuba también envió a Venezuela un lote del candidato vacunal anticovid no aprobado Abdala.

Estados Unidos tiene previsto implementar nuevas restricciones de viaje a todos los visitantes extranjeros a partir del 1 de noviembre, un plazo que según el centro de control de enfermedades (CDC) “dará tiempo para prepararse». El detalle de estos nuevos requisitos es que se abre un nuevo frente de dificultades para aquellos coterráneos que han sido inmunizados con la vacuna rusa Sputnik V, a diferencia de los que fueron inoculados con la Sinovac o la Sinopharm, la producida en Pekín, no aquella desarrollada en Wuhan. Adicionalmente tendrán que mostrar resultado negativo de prueba covid-19 antes de subir al avión. Además de exigir la vacunación, con las que están aprobadas en Estados Unidos y las que figuran para uso de emergencia por la OMS, representantes del gobierno de Joe Biden advirtieron que tomarán medidas adicionales para mitigar la propagación del virus: pruebas, rastreo de contactos y uso de mascarillas.

Si bien es cierto que las teleconferencias por plataformas digitales como Zoom han florecido y facilitado los intercambios educativos y de trabajo, hay venezolanos cuyas actividades deben ser presenciales, incluyendo tratamientos médicos y asuntos familiares.

Estos requisitos forzan a los viajeros a Estados Unidos y la Unión Europea ya  vacunados con la Sputnik V a buscar un plan B para sortear esta traba, con combinaciones no comprobadas por estudios científicos. Este plan puede incluir  viajar antes de noviembre para volver a vacunarse con alguna de las marcas que sí fueron incluidas en la lista de emergencia del CDC y de la OMS, como Pfizer, Astra-Zeneca, Janssen (Johnson y Johnson) y Covishield. Otra opción es revacunarse con las vacunas chinas también aprobadas como Sinopharm y Sinovac, lo cual presionaría la demanda de vacunas en el país, desplazando a los ciudadanos no vacunados. En otras palabras, darle doble salvavidas a los viajeros, cuando hay un número alto de personas que quieren obtener su primera vacunación o su primer salvavida. Otra posibilidad, no estudiada aún, sería un refuerzo rápido para los viajeros con el esquema de Sputnik V con la monodosis de Johnson & Johnson, aún no recibida en el país.

La exigencia de una vacuna diferente a la Sputnik V podría generar una situación irregular en la obtención de tarjetas de vacunación por medios distintos a los dos pinchazos en el hombro, lo cual puede crear un mercado negro de certificados de vacunación anticovid para conseguir montarse en el avión.

La situación ideal sería que Rusia se ponga al día con las recomendaciones hechas por los equipos técnicos de la OMS para superar la evaluación, como el resto de los productores y de esta forma su vacuna se incorpore a la lista aprobada por cada país en un futuro cercano.

Las razones esgrimidas por la OMS para el retraso de la aprobación de la vacuna rusa Sputnik V se basan en que la  información recibida estaba “incompleta”, no que la vacuna sea mala. Según varios medios internacionales, la OMS puso en pausa la evaluación luego de detectar riesgos de contaminación cruzada en una planta de elaboración. Además, solicitó un informe sobre eventos adversos serios (SAE, por su sigla en inglés) y no lo enviaron; tampoco dieron detalles del estudio científico del grupo placebo de fase 3. Entonces, ¿solo se trata de una cuestión sanitaria o también interceden situaciones de índole geopolítica?

Los que opinan que no se trata de una cuestión política sostienen que, aunque la vacuna Sputnik V tiene buena eficacia y seguridad demostradas en estudios recientes, la regulación y el escrutinio de la conducción de los ensayos científicos y la fabricación son muy estrictos a nivel mundial, por lo que consideran que no se trata de manejos políticos. De hecho admitieron las vacunas chinas (Sinopharm y Sinovac).

Por otro lado, otros expertos alegan que la falta de autorización de la Sputnik V es una reacción geopolítica porque los datos de la fase 3 que fueron solicitados ya fueron publicados en la revista The Lancet, hay millones de personas inmunizadas en todo el mundo y ha sido aprobada en 70 países.

Del aval de la Sputnik V por la OMS, el cual se espera  tarde o temprano, dependerá el ingreso a Estados Unidos y Europa para los que no cuentan con los fármacos chinos o el resto de las vacunas aprobadas.

La pandemia del coronavirus, llamado por algunos “forever virus” o el virus para siempre, por su duración desconocida, sigue provocando desafíos considerables a la sociedad, no solo por las restricciones de viajes, sino en un contexto de recesión económica global cuyas ramificaciones no somos capaces de apreciarlas en su totalidad en el tiempo presente.

@santiagobacci


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