Hay hombres y mujeres que creen que sus vidas son una perfecta organización, pero no se dan cuenta de que viven inmersos en una insuperable degradación. Tratan de entender los problemas que los arropan, pero llegan a la conclusión de que son incapaces de superar sus propias miserias, por lo tanto, deducen que no hay nada definido y claro, todo se vuelve real cuando se cumple.

Ante las situaciones que no saben enfrentar, optan por desarrollar callos en el corazón y forrar el estómago con cuero, para evitar que afloren sentimientos encontrados. Ahorran el aliento para evitar perder el aire en circunstancias incomprensibles, porque los miedos los convierten en miserables, a pesar que piensan que no lo son.

Entonces se transforman en expertos en el uso de las palabras, porque no saben manejar las coyunturas, ya que la vida le da temor, por lo cual la existencia es aquello que deben afrontar cada día. En pocas palabras, lo diferente de lo mismo. Pero a pesar de que tienen la sensación de luchar en cada momento, no son capaces de superar los perversos mecanismos de sus egoísmos, que les impiden ser lo que deben ser, optando por el camino más fácil, eludir sus responsabilidades.

Para no ser menos ante situaciones incomprensibles, desechan el conocimiento para no comprometer su falsa moral, porque el saber es nocivo y se refugian en las sombras de la ignorancia y así, poder seguir respirando con indignidad. No piensan ya en las acciones buenas, solo en las malas, para seguir flotando en un mar de incertidumbres, porque asumen que la felicidad es tener todo lo que desean y no es así, ya que están construyendo su desdicha, porque con esperanzas no alimentan su vida, solo nutren su desgracia, puesto que ya no tienen nada que anhelar y se aferran a la supervivencia, pues ya el prosperar y el crecer no va con ellos.

Para justificar sus errores, se escudan en que, por ser humanos, se equivocan. Eso es cierto, pero como los hombres y mujeres tienen la capacidad de reflexionar, se pueden enmendar los errores. Sin embargo, hay una gama de humanos que se convierten en estúpidos, porque justifican su existencia con el error diario y constante.

Entonces empiezan a cometer equivocaciones, porque sienten que son más listos, más inteligentes que los demás, ya que consideran que la mitad de los seres que los rodean son idiotas y la otra mitad, también. Navegan en su ignorancia, porque lo que hacen es presumir de una sabiduría que carecen, acrecentando su inconsciencia crasa y supina, y lo peor de todo, es que alardean de ella.

Entonces comienzan los cuestionamientos, debido a que no entienden el destino, porque en vez de vivirlo a plenitud, lo están aguantando, ya que la estupidez y la realidad no se combinan fácilmente. Solo son capaces de vivir escondiendo la verdad, razón por la cual le tienen miedo a la fuerza de lo real, se recluyen en el silencio, buscando un escape dentro de sí mismos, para dejar de saber, comprender y hacer, en pocas palabras, su zona de confort es un lugar inseguro, porque cada vez que ven la luz, entran en pánico.

Ya el oficio de vivir se ha convertido en una cadena perpetua, que descuentan la pena con una existencia primitiva, adornada con embustes e inexactitudes, a su vez buscan a otros charlatanes que avalen sus mentiras y las nuevas falsedades, a causa de que le huyen a la razón, porque solo piensan en los deseos, sin comprender que cada sol tiene su ocaso.

Entonces se comienza a creer que la necedad es la única esperanza para salvarse, en el cual las improvisaciones y el apresuramiento les indican el mejor camino a seguir, porque lo que vale es pensar en sí mismos. Por cierto, no se debe olvidar que, para algunos, razonar es un ejercicio agotador, por eso buscan complicidades en la cofradía de los cobardes, en la cual el único lenguaje que comparten es el silencio.

Lamentablemente se están forjando un destino en las bondades de sus propios desmanes, navegado en aventuras riesgosas, ruidosas e inútiles, tratando de construir una verdad diferente, pero con el agravante que no han sabido mantener en vigor un sueño, porque aceptan con sumisión lo absurdo, que ha sepultado sus más elementales derechos, que es tener calidad en su vida.

Con el tiempo, se dan cuenta de que el único justificativo que tienen es glorificar actos indecorosos para explicar su patética existencia, ya que carecen de cualquier sentido ético, debido a que piensan que con respirar es suficiente para seguir adelante. Y comienzan a usar las tres clásicas muletillas, es decir: no saber lo que debe saber, saber mal lo que sabe y saber lo que no deberían saber.

Por lo tanto, se convierten en enemigos de lo que ignoran, porque su pensamiento está puesto en la búsqueda de un redentor, alguien que sea capaz de introducirlos en el paradigma de que todo se arregló y volver a ser un pobre con aires de rico, conformista y que piensa que un par de migajas son suficientes para seguir en su letanía existencial, sin darse cuenta de que es un esclavo de un sistema que lo obliga a pensar, sentir y vivir como los jerarcas quieren, porque aquellos que detentan el poder, se esmeran en cubrirle el rostro a la mentira, para que parezca verdad, disimulando el engaño y disfrazando los designios.

Por lo tanto, se comienza a crear una nueva imagen, engañados por una fantasía que no lleva a ninguna parte, se resisten en despertar en un pasado que perdieron, porque no supieron defender el presente y el futuro se perfila con mucha incertidumbre. Ya no existe la conciencia, porque fueron sustituidas por consignas, que solo sirven para gritar ideas sin sentido y las opiniones no son racionales, sino dogmas que han impuesto una forma muy singular de entender la verdad que rodea a los ilusos.

Ya no tienen el valor de mirarse en un espejo, porque no son capaces de ver la imagen que les explique la realidad que viven, optan por llenar sus espacios de oscuridad, así no lamentan sus decisiones equivocadas. Ya se han dado cuenta de que después de muchos años una ideología no se puede sostener sobre la discriminación, la impunidad, el odio y la persecución. Pero aún se resisten en abrir los ojos, para despertar de una pesadilla que ha condenado a todo un pueblo, para que sigan repitiendo grandes mentiras y glorificar así un liderazgo barnizado con el sufrimiento de toda una nación.

Sin embargo, muchos aún se esmeran en imitar la mediocridad, porque lamentablemente da dividendos, ya que el razonamiento no tiene cabida, solo prevalece la mentira, porque siempre serán admitidas sin pruebas, en pocas palabras, su conducta es un engaño continuo, porque nunca nada es como parece.

Cuando miran sobre el camino andado, se dan cuenta de que ya las palabras han perdido su significado debido a que han decidido ir en la dirección equivocada, embriagados por la estupidez de pensar que se iban a facilitar las cosas, porque dijeron lo que querían y necesitaban oír y ahora, son mendigos dependientes de un régimen que los mantiene al borde de la esperanza, eso sí, deben aceptar que nunca tendrán la razón en nada.

Para soportar esa situación, optaron por ignorar el bien y el mal, prefiriendo una vida desenfocada, para poder existir a espaldas de la realidad y de frente hacia su conveniencia. Ya no se discute sobre la libertad, ya no se discute de principios y valores, solo se actúa en función de los intereses, pero emparejados con una sumisión adornada con laureles hipócritas de una patria de mentiras. Solo se limitan a corear al rey, porque supuestamente todo se arregló.

Ya no caminan, algunos se arrastran y la ambición suele llevar a las personas a trepar, para poder así alcanzar una migaja de miseria. Han olvidado el significado de la palabra libertad, ya que no saben qué hacer con ella y mucho menos lo que se debe hacer para protegerla.

Ahora, solo les queda convertir su existencia en un borrador, porque el tiempo para pasarlo a limpio ya transcurrió. Lo que conviene es hacer frente a lo que son, que no es otra cosa que el resultado de lo que piensan, que se puede resumir en que no están conscientes de sí ni de su realidad, transitan por el vacío de la inexistencia, porque es la improvisación la que manda, no la racionalidad y mucho menos la planificación.

Ya no hay sonidos que identifican la realidad, todo está envuelto en el silencio de los cobardes, debido a que su existencia es una cita imaginaria con la verdad y claro está, puede variar según los ojos que la vean. Se han conformado en ser reducidos al mutismo y vivir de un presente como único estado de las cosas, porque tienen miedo en cambiar el camino, a pesar que el mejor destino está precisamente en aquél que han evitado tomar.

Están cómodos moviéndose en la mentira con naturalidad. Pero, para lograr salir de las sombras, se debe rescatar la esperanza, a pesar de la frustración que se tenga hacia ella, evitando las suposiciones, que son el origen de los fracasos. Hay de nuevo que aprender a luchar por la verdad, teniendo como estandarte la paz, la conciliación y la tolerancia, sólo así se podrá reconquistar de nuevo la dignidad.

 

 


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