Estamos en tiempos santos para la comunidad judeocristiana. Los occidentales que aún profesan la religión más distribuida globalmente –la crìstica con todas sus iglesias– cada vez que hay crisis en sus respectivos países, se refugian en la fe y en la oración. En la búsqueda de soluciones terrenales que en muchas ocasiones los liderazgos físicos y de planta no ofrecen, ni brindan, ni cumplen, en las promesas de la felicidad y del bienestar de sus comunidades que se quedan en vacíos y con espacios disponibles, que solo el banco de los templos los ocupa ensamblados con la oración, ante la ausencia del cumplimiento de las palabras empeñadas por el liderazgo. Esas vacantes las cubren en la fe y en la esperanza. Mientras el tiempo de la vida discurre.

Dos mil veintidós años tienen los cristianos sobre la tierra y en ese corto periodo se ha impuesto un liderazgo que ha trascendido, precisamente porque el anclaje en la ilusión y en la certeza de un mundo mejor después de la muerte,se mantiene vivo.Así funcionan todas las religiones.

Estamos en la semana mayor. Los evangelios canónicos recogen que el viernes santo, un día como hoy, Jesucristo, ante su crucifixión pronunció siete palabras que han servido para todo tipo de interpretaciones ante todo pasaje de los creyentes por los que se atraviesan durante la vida terrenal. La interpretación devocional que hace cada quien ante su propia realidad de la vida, su propia crisis, sus propios pecados, sus intimas reflexiones, la realidad de su relacionamiento personal, su vinculación personal, familiar, profesional o política con el terruño que lo vio nacer, muy bien puede hacer espacio para asociar las siete palabras bíblicas con esa plaza donde se desenvuelve la fe y la esperanza de alcanzar un mundo mejor, y donde el bienestar y la felicidad hacen la propia iglesia personal que cada quien se construye. Hacemos de nuestro sitio en la tierra, en vida, el cielo que aspiramos conseguir después de la muerte.

Como decíamos de entrada, estamos en días santos para la comunidad cristiana y todas sus iglesias a nivel global.Los venezolanos, una mayoría abrazada a esa fe, deben estar volcados a las celebraciones litúrgicas de la época. Misas, procesiones, promesas al Nazareno, oraciones, recogimientos y vida en contigüidad a la santidad durante una semana, y dejando también el espacio para la recreación y la reunión en familia. Allí siempre estará un inmenso vacío,abierto por la ausencia de un familiar bien cercano, esposos, hijos, amigos, compañeros de trabajo, etc. que han sido martirizados por la diáspora de más de seis millones de compatriotas que han hecho del cruce de la frontera de Venezuela hacia un futuro mejor, su propio purgatorio o el infierno adelantado.Es la más ilustrativa imagen ante la crucifixión personal después de vivir el calvario de arrastrar durante 24 años la cruz de la revolución bolivariana. Estoy seguro de que, ante la oración de esta semana, el primer pedido de esa plegaria será para la salud y el bienestar de ese ser querido ausente, pero también por el país, lejano físicamente desde hace mucho tiempo y siempre bien cercano en el corazón.

Estamos en tiempos sagrados para los cristianos y esa estación coincide en aniversario con un evento donde la fe y la esperanza en Venezuela, se traicionaron –como Judas y sus 30 monedas en su tiempo–con caminos hacia el Gólgota arrastrando una cruz, con Pilatos lavándose las manos, con ladrones a ambos lados en el gobierno, pero también en la oposición, con clavos en las manos y después conun lanzazo en el costado y precedidos de las propias siete palabras. El 11 de abril de 2002 –hace 20 años- tiene sus originales siete palabras que han hecho de esas jornadas los evangelios políticos y sus evangelistas.

  1. Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Ese versículo de Lucas 23:34 que es aplicable en ese tiempo a judíos, a romanos y a la humanidad entera, muy bien puede extrapolarse al rendido, renunciado y entregado teniente coronel en la madrugada del día 12 de abril de 2002 en la sala de reuniones del Estado Mayor General del Ejército, cuando el grupo de generales y almirantes le anunciaron que quedaba detenido en Venezuela a la orden de la Fuerza Armada Nacional, para rendir cuenta por los asesinatos del día anterior. El registro histórico de ese entonces señala que la respuesta del dimitido, lloriqueante y resignado expresidente fue: “Pienso que soy menos problema para ustedes si me dejan salir que si permanezco en el país. Pero ustedes tienen la última palabra.”El desenlace es historia que todo el mundo conoce.
  2. Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso. Lucas, 23: 43. Nada más apropiado en la fecha, en los personajes y en el evangelista. Los registros revelan que el general comandante en jefe e inspector general de la Fuerza Armada Nacional se puso de acuerdo con su comandante en jefe para anunciar en cadena de radio y televisión a la opinión pública nacional e internacional la histórica expresión. Mentira o verdad, así fue anunciado y esa es la verdad revelada que quedó asentada como un hecho comunicacional, público y notorio. ¡Muy buenos días! Los miembros del Alto Mando Militar de la Fuerza Armada de la república bolivariana de Venezuela deploran los lamentables acontecimientos sucedidos en la ciudad capital en el día de ayer. Ante tales hechos, se le solicitó al señor presidente de la república la renuncia de su cargo, ¡la cual… aceptó! Ya ustedes saben que Lucas desde hace veinte años está en un paraíso portugués y su evangelio de esa madrugada es la más rotunda manifestación de la renuncia de Hugo Chávez a la Presidencia de la República.
  3. -Mujer, ahí tienes a tu hijo.Juan. Juan, 19: 26-27. “Yo, Hugo Chávez Frías, ante los hechos acaecidos en el país durante los últimos días, consciente de que ha sido depuesto de la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, declaro: ‘Abandono el cargo para el cual fui electo legítimamente por el pueblo de Venezuela y que he ejercido desde el 2 de febrero de 1999”. Mujer –Venezuela- allí, en esa ignominia y en esa vergüenza telúrica, trágica para todos los venezolanos, tienes a tu hijo.
  4. -¡Dios mío, Padre! ¿por qué me has abandonado? Marcos 15:34 y Mateo, 27:46. La tarde del 11 de abril de 2002, a medida que la marcha convocada en las calles de Caracas avanzaba y se empezaban a anunciar los muertos provocados por los francotiradores desplegados por el régimen en el área de influencia del Palacio de Miraflores, un grupo de militares encabezados por el vicealmirante Héctor Ramírez Pérez iniciaron el proceso de desconocimiento a la autoridad del comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional “por contrariar los valores, principios y garantías democráticas y menoscabar los derechos humanos de todos los venezolanos. La Constitución vigente nos impone en su artículo 328 la obligación de mantener el orden interno y por lo tanto, para evitar más derramamiento de sangre y la destrucción de nuestro bravo pueblo y de sus instituciones esa obligación pasa por la salida pacífica del ciudadano presidente de la República y la sustitución del Alto Mando Militar”… Esa declaración y los eventos previos del Fuerte Tiuna le anunciaron a Hugo Chávez que su principal soporte militar lo estaba empezando a abandonar.
  5. -Tengo sed. Juan, 19: 28. 1. Como si todo se tratara de pedir una bebida de cualquier naturaleza en una barra, los destinos de la república que estaba naciendo fueron despachados con la celeridad de un mesonero dragoneante. “Esto se jodió” anunciaba Carlos Ortega después de salir presuroso y sofocado de una reunión en Miraflores la mañana del 12 de abril y antes de agarrar una avioneta que lo llevó a saciar su sed en el estado Falcón. Nadie sabe qué hablò con Pedro Carmona en el despacho presidencial y esa es una deuda pendiente con la opinión pública, que tiene tanta sed de conocer por qué no se respetaron los acuerdos en el triunvirato del gobierno provisional del que él formaba parte.
  6. -Todo está consumado.Juan, 19: 30. “Yo, Pedro Carmona Estanga, en mi condición de presidente de la República de Venezuela, juro ante Dios Todopoderoso, ante la patria y ante todos los venezolanos restablecer la efectiva vigencia de la Constitución de la República de Venezuela de 1999 como norma fundamental de nuestro ordenamiento jurídico y restituir el Estado de Derecho, la gobernabilidad y la garantía del ejercicio de las libertades ciudadanas, así como al respeto a la vida, la justicia, la igualdad, la solidaridad y la responsabilidad social”. No hizo falta que el gallo de la pasión cantara tres veces para negar nada; simplemente cantò y este otro Pedro dejó para la exégesis posterior la interpretación de su canto.
  7. -Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Lucas, 23: 46. El presidente Chávez sabía que toda su fortaleza política dependía de la posición que tomara el Ejército en la coyuntura. Por encima del pronunciamiento del grupo de oficiales encabezados por el vicealmirante Ramírez Pérez y luego de la Guardia Nacional con el general Alfonzo Martínez, su esperanza se mantenía en lo que hiciera su fuerza de origen, donde mantenía un ascendiente. Es el componente más poderoso militarmente y con el mayor poder de fuego en toda la jurisdicción capitalina. Hacia donde se sesgara el componente más antiguo, esa era la ruta donde iba a establecerse el nuevo poder político en Venezuela. El plan para el control del orden público que venía rodando a través de la red Tiburón con “te ordeno la aplicación del Plan Ávila” se había conseguido de frente con la alocución del general Efraín Vásquez Velasco en cadena de radio y televisión, donde entre otras cosas le decía: “Hasta esta tarde le fuimos fiel al presidente de la República, pero no podemos tolerar las muertes que ha habido en el país por falta de diálogo, por falta de tolerancia”… A partir de allí Hugo Chávez le encomendó su espíritu al Ejército, al general Efraín Vásquez Velasco.

Estamos en días santos, como decíamos de entrada. Días de oración, de recogimiento y de asistencia a los templos para pedir por el sufrimiento de todos, principalmente por Venezuela que aun camina su calvario directo a un Gólgota permanente, con muchos Judas, ladrones a ambos lados y la realidad de una crucifixión que se ha vivido desde hace 20 años con el tormento de una lejana resurrección.


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