La ciencia ficción vive un momento de especial interés en la pantalla chica y a través de las plataformas por suscripción streaming. Desde la serie Tales from de Loop basada en la obra del artista Simon Stålenhag, hasta Devs de Alex Garland, la nueva visión sobre el futuro y la incertidumbre no solo es un recorrido novedoso, sino uno que pone especial énfasis en el dilema del libre albedrío, la búsqueda de la identidad y la incertidumbre de lo desconocido.

La distopía posee un elemento de belleza perturbadora, al tratar de reflejar los misterios universales a través de símbolos más o menos comprensibles. Una mitología que se sostiene sobre la capacidad de las metáforas más extrañas para reflejar el rostro del mundo desde su reverso oscuro y más desconcertante. El mundo imaginado por el artista sueco Simon Stålenhag, tiene algo de esa belleza siniestra, destartalada, pero sin duda significativa que hace de toda distopía una metáfora poderosa sobre la sombra junguiana. Cada una de sus pinturas es un recorrido analítico por escenarios imposibles que, sin embargo, se enlazan con la realidad sin perder un ápice de la poesía que le vincula con algo más emotivo. De allí que los tres libros que componen su obra sean una extraordinaria recopilación de experiencias visuales sin nombre y lugar específico, pero tan poderosas en esencia, como para dialogar con algo más complejo que la mera idea de un paraíso sostenido a través de lo misterioso.

La serie Tales from the Loop (Matt Reeves para Amazon Prime Video, 2020) traslada el universo de Stålenhag a la Norteamérica profunda, en una mirada sobre lo macabro de irremediable hermosura. Dirigida por talentos como Mark Romanek, Andrew Stanton y Charlie McDowell, el show es un recorrido cuidadoso por el mundo del artista, pero también lo que yace debajo sus inspiradas obras. Esta pequeña antología en la en que la tecnología juega un papel preponderante pero no central, toma la arriesgada decisión de englobar la posibilidad de lo imposible que el simple asombro. El guion mezcla lo sobrenatural con los paisajes rurales estadounidenses, desde un aire contemplativo que reflexiona sobre los misterios que pueden esconderse a simple vista. La serie es algo más que una delicada combinación de formidables con una historia sugerente que no se prodiga con facilidad. Es también, un cuidadoso repaso por la realidad subvertida en algo inexplicable.

En la misma dimensión, pero desde una versión mucho más mundana, la serie Devs de Alex Garland juega con elementos misteriosos alrededor de la capacidad para decidir y la independencia intelectual, desde una óptica engañosa y que cambia a medida que la serie de ocho capítulos avanza hacia lo más elaborado de su trama. Con el aire sofisticado de un thriller que explora la conspiración corporativa, utiliza todos los recursos a su alcance para crear una atmósfera claustrofóbica, que, además, se relaciona directamente con la manera en que la información se maneja como una forma de poder. Pero a diferencia de otros argumentos, en la que la data es en realidad una excusa para mirar desde una nueva dimensión la identidad contemporánea, Devs asimila el hecho que la tecnología es un elemento de primordial importancia, que juega un papel preponderante en nuestra vida, presente o futura. Lo hace, además, desde la convicción que hay un terreno inexplorado en el que lo digital y la realidad se unen para crear algo por completo nuevo y peligroso.

Garland no se prodiga con facilidad y la historia avanza con una lentitud que, en ocasiones, es un real estorbo para el desenvolvimiento de los personajes, a pesar de que al final no es otra cosa que un señuelo para distraer de atención del núcleo del guion. El juego de espejos bien medido que planea el director, comienza desde la primera escena, en la que Sergei (Karl Glusman), el empleado especialmente dotado de la compañía Amaya, lleva a cabo una presentación para Forest (Nick Offerman), CEO de la compañía y también la enigmática personalidad que se esconde detrás del singular espacio atemporal de las instalaciones de la empresa. De nuevo, Garland juega con el aislamiento, los espacios industriales extraordinarios y una inquietante percepción de la distancia emocional. Cuando Sergei recibe un ascenso, el argumento hace especial énfasis en mostrar que algo inusual ocurre detrás de los árboles frondosos que rodean al edificio de Amaya y la sonrisa afectada de Forest. Una sospecha que se confirma cuando el empleado estrella comete un aparente suicidio. Por supuesto, se trata de una trampa argumental que Garland utiliza con elegancia: hay algo escondido en medio de los terrores pulcros de la alta tecnología.

La propuesta de Garland es además lo suficientemente ambiciosa, como para intentar abarcar a la vez la física cuántica y el determinismo biológico. Tal vez por eso, algunos episodios tienen un aire genérico que afecta su solidez y también, la lógica de su estructura. La historia no tiene puntos especialmente claros (de hecho, si algo podría decirse en contra del guion de Garland es su cualidad genérica), lo que provoca que la trama tenga retrocesos y avances visibles, en una combinación tramposa de trucos de guion y la intención del director por aumentar el misterio. A eso habría que añadir, los disimulados clichés de ciencia ficción: el CEO de Amaya es el típico genio del mal, con un carácter extravagante y una inteligencia asombrosa, mientras el resto de los personajes responden al científico promedio. A pesar de eso, Garland logra una reflexión brillante sobre el futuro y los terrores acerca de la obsesión colectiva por la identidad y el control.

Tanto Devs como Tales from the Loop son espejos una de la otra, en la media que analizan el futuro a través de las inquietudes universales que aún obsesionan al hombre contemporáneo. Con su deslumbrante apartado visual y argumentos críticos, ambas series toman la audaz decisión de no ser complaciente a la hora de revelar sus secretos, guardados en un sofisticado empaque de revelaciones cada vez más difíciles de entender. Con su singular visión sobre el logro científico, los peligros de la tecnología y la amenaza del mesianismo, tanto Tales from the Loop como Devs intentan brindar un nuevo rostro a la ciencia ficción actual. Y lo logran, aunque toman caminos distintos para hacerlo.

 


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