Por Carmen Sulay Rojas

La terrible crisis que está afectando Venezuela nos obliga como docentes e investigadores a profundizar sobre los distintos temas que están afectando a las familias en sus componentes de vida, razón por la cual, en una investigación que realizamos desde la institución Ángel Noriega Pérez de Pampatar –pueblo de pescadores– en el estado Nueva Esparta, conviene motorizar políticas públicas que puedan mejorar tales condiciones, pero también analizar hasta qué punto fueron existentes las acciones para disminuir los efectos negativos del covid-19, tanto en lo biológico como en las asistencias sociales.

Respuestas de los padres y representantes ante el covid-19

Sobre los aspectos económicos y sociales, y tomando como eje fundamental el cómo fue la alimentación de las familias vinculadas con la institución objeto de investigación, y siendo los representantes los entrevistados, algunas de las respuestas fueron las siguientes:

“Para los niños siempre hemos resuelto, pero nosotros pasamos hambre para que alcanzara”. “Pasamos mucha hambre, después de tener y sacar a la familia adelante, aquello daba pena, muchos creían que había caído en droga. La necesidad es grande, gracias a Dios había sardina y mango”. “La alimentación muy mala, se come poquito, aunque aquí el pescado es la salvación, pero cansa todos los días”. “Las condiciones de alimentación son pocas dada la situación económica que sufrimos todos, se pasa hambre, es la verdad, yo doy todo por mis dos hijos y me he ido a dormir sin comer bien”. “La alimentación bien a base de pescado frito y sopas, aunque ha sido difícil porque se gana muy poco y no alcanza para comer bien”.

Tales testimonios solo demuestran el nivel de sufrimiento, dolor y empobrecimiento de las familias venezolanas, las cuales dejan en evidencia que la inseguridad alimentaria es probablemente el principal problema que agobia a los padres o representantes de los niños y adolescentes, quienes aseguran que ellos han dejado de comer para que sus hijos pudieran consumir esos alimentos, aunque fuera en mínimas cantidades.

Los aspectos de vida que los padres y representantes reflejaron en cada una de sus entrevistas evidencian que la crisis económica que ha venido atravesando Venezuela en los últimos años los ha afectado de manera colectiva en cada uno de sus núcleos familiares, así como las periferias sociales, además de las condiciones de pésimos servicios públicos y que algunos de ellos ni siquiera encontraban gasolina para realizar sus labores de trabajo independiente. Hay que hacer mención especial a que actualmente los pescadores artesanales, por decisión unilateral de Petróleos de Venezuela y el gobierno que controla Nicolás Maduro, tienen que pagar el gasoil a precios internacionales, concretamente en 0,5 dólares por litro, lo cual originaría un aumento no menor al 1.000% en los precios del pescado. Esto conlleva a la destrucción de tan importante actividad económica y de la que se constituyó, como se pudo observar en las respuestas de los representantes entrevistados, en la “salvación alimenticia” durante el covid-19. Ya vimos que el pescado continúa siendo de incalculable valor en la alimentación de las familias de Nueva Esparta, y del país en general, pero con la decisión del gobierno hasta una simple sardina será inaccesible para los venezolanos.

Otras respuestas de los representantes revelaron que la mayoría de ellos o familiares, así como los docentes que atendían a sus hijos, tuvieron covid-19. Un alto porcentaje dijo que sufrió “dolores terribles”.

Sobre la enfermedad, muchos padres coincidieron con sus hijos en que hubo mucha angustia. Llama la atención que algunos de los entrevistados empleó el “gasoil” que necesitan sus embarcaciones para desinfectar la casa, una condición extrasanitaria a la que recurrieron para contrarrestar la calamidad del coronavirus en sus hogares o ante la imposibilidad económica de adquirir desinfectantes, cloro y productos similares. Por supuesto que las deficiencias en los servicios públicos agravó la situación sanitaria del covid-19 en la comunidad de Pampatar y sectores cercanos al liceo Ángel Noriega Pérez.

Respuesta de los adolescentes frente al covid-19

En relación con las respuestas de los adolescentes consultados, la realidad nos demostró no solo las adversidades económicas, sino también las deficiencias de la educación y de lo que el Ministerio de Educación denominó “a distancia”. Fueron entrevistados 10 alumnos, 5 del género femenino y 5 del género masculino, quienes a su vez se dividieron en parejas de distinto sexo de primero a quinto año.

En tal contexto, la entrevista estructurada reveló severas deficiencias en la redacción y orden de ideas (sintaxis) de la mayoría de los estudiantes consultados (las respuestas fueron transcritas textualmente en presencia de la investigadora), todas las entrevistas – excepto una de las 10 realizadas- dejaron muchas debilidades de ortografía, incluso con errores de sintaxis y morfología como escribir “habeces” por a veces, o “tube” en vez de tuve, o la confusión permanente del seseo, cuando se coloca “c” por una “s” o viceversa, lo cual denota muy poca lectura en nuestros estudiantes  y una deficitaria escritura en términos generales, que además pareciera que no se trabajó en la llamada “educación a distancia”.

Estudiantes y padres se quejaron de las fallas en los servicios públicos. En la foto, un poste caído cerca del liceo Ángel Noriega Pérez, en Pampatar

Llama la atención que todos los estudiantes manifestaron no tener servicio de Internet, y la mayoría no contaba con equipos tecnológicos, lo cual revela que lo que llamó el Ministerio de Educación programa Toda familia una escuelase convirtió en retórica, pues en su ejecución tuvo muchas debilidades, así como una permanente desarticulación. También destaca que ninguno de los estudiantes señaló haber aprendido algo en particular o que le pareció positiva e interesante determinada actividad educativa. Por el contrario, se nota en los metamensajes hasta cierta frustración por esta experiencia, derivada del covid-19.

A manera de síntesis en relación con el plano pedagógico y educativo, ninguna de las entrevistas señaló por los estudiantes una praxis relevante, que hubiese podido marcar un interés individual y menos generalizado. Es más, algunos hasta aseguraron que no realizaron actividades educativas, y otros dicen que tuvieron prácticas educativas hacia la nivelación o recuperación de las “clases recibidas”.

La mayoría de los entrevistados fueron directos en que tenían muchas necesidades económicas en sus casas, sobre todo problemas de alimentación y pésimos servicios públicos. Los adolescentes señalaron en sus testimonios que comían fundamentalmente sardinas, pero hubo dramáticas expresiones como “mi mamá nos ponía poquito” para describir las raciones de alimentación que podían recibir ellos y sus hermanos. Más grave es que en algunos de los hogares hubo “mucha pelea” por la comida. Es decir, basados en la muestra entrevistada, podemos asegurar que el Estado incumplió con su rol de garantizar una alimentación balanceada a los niños y adolescentes. Es evidente que ninguna institución los visitó en estos tiempos, o indagó sobre las condiciones sociales de cada familia. La ausencia del Estado fue absoluta en todos sus niveles (nacional, regional y municipal) en la atención colectiva de las personas que estaban siendo restringidas por sus condiciones de vida

Durante la pandemia del covid-19 la enfermedad no solo tuvo una afectación de salud sobre la mayoría de las familias de las personas que fueron entrevistadas, sino que su poder de interacción como virus alcanzó las variables de posibilidades negativas, sobre todo en la población adulta, fundamentalmente por sus condiciones de foco de contagio, lo cual conduce a expresar que la propagación del coronavirus originó dos conductas: una autológica y otra heterológica. Verbigracia, la población sin saberlo entró en una dicotomía entre las interrogantes: ¿será posible o no será posible?, porque había que resguardarse y tener una autodisciplina en el hogar para evitar la pandemia. Por ello, la heterología estaba en que la enfermedad pudiera llegar a un miembro del grupo familiar, y por supuesto, la autología, a sí mismo; lo cual en ambos casos revestía momentos de tensión y preocupación en el grupo de personas; y solo era la alimentación el pensamiento que probablemente se antepuso en el grupo de familias entrevistadas.

Las causas y consecuencias del covid-19 aún están en estudio e investigación por las diferentes particularidades que se originaron en el mundo, y en el país. Por lo pronto, en el caso del liceo Ángel Noriega Pérez en Pampatar, son evidentes las situaciones de pobreza, dificultades alimenticias, complejidades en los servicios públicos y deserción escolar como un cuadrante de problemas que afectaron a  las familias. Aún es mucho lo que tenemos que seguir indagando sobre el covid-19.

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