Insisto en que hay que, machaconamente, informar a la ciudadanía de las verdaderas razones de la desaparición del mercado venezolano de alimentos, medicinas, gasolina, gas doméstico y de energía eléctrica.

La verdad que los propagandistas tarifados del régimen pretenden adulterar, es que en estas dos décadas que propiciaron “un gigantesco retroceso en todos los órdenes”, se desplomó la economía de la Nación al extremo de doblar los efectos de la gran depresión que padeció Estados Unidos a finales de 1929. Destruyeron el aparato productivo del país, especialmente el agropecuario. Por eso no hay alimentos suficientes. Es una obligación con nuestros abnegados productores del campo recordarle a las nuevas generaciones del país que Chávez inició una alocada carrera de expropiaciones. Por eso despojaron a gente trabajadora de sus predios y hoy están a la vista adolorida de todos más de 5.8 millones de hectárea desoladas.

Ante esa situación lo que corresponde es aplicar planes de censos de pisatarios y de la tierra ociosa en manos del Estado, para resolver el drama de la titularidad de la tierra. Hacer estudios de suelos con las ventajas de análisis satelitales para saber qué podemos sembrar, cuándo y dónde. Apertrechar a nuestros campesinos y empresarios agropecuarios de los insumos como semillas certificadas, fertilizantes, herbicidas, vacunas, recursos de la biogenética, financiamiento oportuno, silos, sistemas de riego, centros de mercadero, vialidad en buenas condiciones, políticas de precios justos, pronto pagos, empresas de servicios como Agroisleña y un parque automotor indispensables para las faenas.

No hay gasolina porque desbarataron nuestro sistema de refinación que contaba con 18 refinerías, unas en Alemania, Suecia, Inglaterra, Curazao, Dominicana, Cuba, Estados Unidos, Jamaica y otras aquí, en Venezuela, como la de Amuay que estaba en segundo lugar en el mundo como la de mayor capacidad de refinación. Para superar esta tragedia es indispensable reinstitucionalizar al país. Reavivar la seguridad jurídica, crear la confianza y estabilidad política, porque solo así será posible atraer inversiones financieras que hagan posible levantar nuestro parque de hidrocarburos. También será menester reformas de orden legal para que nadie se sienta burlado por gobiernos arbitrarios, de igual manera habrá que reorientar los planes de explotación en la faja bituminosa del Orinoco, los proyectos de conversión profunda, de la Orimulsión, los programas para generar energías alternas como la eólica, aprovechar el gas asociado al petróleo y recuperar nuestra legión extraordinaria de talento humano para que se ponga al frente de una Agencia Nacional de Hidrocarburos.

No hay luz porque en estas dos décadas se dedicaron a robar y a robar dejando en la oscurana al país que tiene una extraordinaria capacidad instalada que supera los 35.000 megavatios. Insólito, ¿verdad? Comenzando por Guri, la represa más grande del mundo, solo superada por la Tres Gargantas en China y la de Paraguay. Otros portentos son las de Caruachi y Las Majaguas, construidas por la democracia que también dejó en marcha la de Tocoma, que sirvió de pretexto para que se rasparan más de 9.000 millones de dólares en la era Chávez-Maduro, con el cuento de que culminarían ese proyecto. Tenemos por ejemplo 11 termoeléctricas en Zulia y solo operan 4. Termoeléctricas en Carabobo como Planta Centro y Termocarabobo II que también están a media máquina. La misma situación presentan las termos de Guárico, La Cabrera, La Josefa Camejo en Punto Fijo, las de Anzoátegui, la de El Vigía, la de la Fría y Termobarrancas en Barinas. Y el país sin luz. Lo de Táchira es asombroso e imperdonable. Allí están los complejos hidrológicos La Vueltosa, La Peña, Santo Domingo y San Agatón, más en el Piedemonte andino la de Masparro. Y no hay luz. ¡Qué barbaridad!

La verdad es que además de robar, dejaron de hacerle mantenimiento a las líneas de transmisión, las subestaciones están cubiertas de monte, como han sido los casos de la estación Malena en Bolívar, la San Gerónimo en Guárico, La Horqueta en Aragua, La Arenosa en Yaracuy, El Tablazo en Zulia o la de El Furrial en Monagas. Ya sabemos también como descuidaron Tacoa y la India Urquía, en La Guaira y Miranda respectivamente.

Todo eso será revertido con talento, con técnicos de primer nivel que tiene Venezuela para sacar de esas poltronas a ese atajo de bandidos que lo que saben es provocar cortocircuitos, además de saquear.


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