Protesta en el estado Nueva Esparta

Por equipo editorial

Este 15 de enero, Día del Educador en Venezuela, ha tenido como preámbulo las apoteósicas protestas que este 9 de enero marcaron a nivel nacional la expresión colectiva de quienes entregados en su máxima lucha por la vocación magisterial, levantaron su voz para decirle al gobierno de Nicolás Maduro que su macabro plan de terminar de enterrar la educación no ha sido posible porque maestras y profesores siguen en las aulas a pesar de los malogrados salarios que en el mejor de los casos promedian unos 20 dólares al mes; mientras, el régimen continúa negando cualquier espacio financiero para el conocimiento y el aprendizaje.

En efecto, ver multitudinarias marchas docentes  en Nueva Esparta, Táchira, Zulia, Barinas, Portuguesa, Guárico, Carabobo, Anzoátegui, Monagas, Bolívar, así como en el resto del país, y por supuesto, en Caracas, quiere decir que por los cuatro puntos cardinales de la geografía nacional, los educadores salieron a las calles para decirle nuevamente a quienes tienen el propósito de asesinar a la República, que todavía tendrán que pasar por encima de un gremio unido, pues solo les quedará la opción de la cárcel para todos ellos, porque el derecho a la educación y los derechos laborales deben ser cumplidos por los ineptos y ramplones que han hundido a la nación en la peor crisis económica de su historia contemporánea.

Ante ello, desde el grupo de educadores e investigadores que somos parte de Pensar Educativo y quienes estuvimos de manera activa apoyando las distintas marchas a escala nacional, exigimos a Nicolás Maduro y Yelitze Santaella que digan a la nación de cuánto es el monto asignado en millones de dólares para la educación en todos sus niveles y modalidades -inicial, básica y bachillerato-, sin obviar a Tibisay Lucena, que describa el monto para las distintas  universidades del país. Y tal exigencia es con carácter inmediato porque resulta imposible que en medio de esta crisis se pueda funcionar sin insumos pedagógicos, sin servicios públicos, sin productos de limpieza, sin recuperación de infraestructura y, sobre todo, sin salarios que dignifiquen la grave situación social que afecta a los educadores venezolanos.

La verdad es que, aunque el madurismo con una verborrea de ficción y nugatoria dice que ellos solo generan una «educación de calidad», basta ver escribir o hablar a sus colaboradores, no solo queda en evidencia la pésima expresión, sino también cómo no les ha importado que el país después de tener los mal altos niveles de formación estudiantil y académica en América Latina, hoy, hasta el otrora Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), ha quedado desierto en sus instalaciones y centros de documentación, todo ello debido a una espantosa emigración que según la ONU supera los 7,1 millones de personas, lo cual ha impactado significativamente la matrícula estudiantil y docente de la educación.

La educación vive momentos amargos. Se necesita la construcción de un mínimo de 5.000  planteles con un promedio de 1 millón de dólares por cada institución, lo cual equivale a no menos de 5.000 millones de dólares, que sumados a una cantidad similar para las universidades, todo revela que el régimen de Nicolás Maduro solo pretende seguir escondiendo sus deseos perversos en terminar de acabar con el principal sentido humano para el crecimiento y desarrollo de cualquier país.

Los educadores venezolanos no vamos a rendirnos. Hemos dado inicio a un 2023 con la fuerza y el deseo de luchar por la educación como el eje más importante del sistema democrático, y también que sea desde la escuela que el pensamiento de Bolívar se mantenga vigente históricamente como único precepto que fortaleció los pensamientos de intelectuales como Andrés Bello, Simón Rodríguez, Luis Beltrán Prieto Figueroa y Arturo Uslar Pietri.

Nicolás Maduro y sus autoridades educativas están en la obligación de informar el monto asignado para la educación en este período 2023. Negarlo o no decirlo es demostrar que el régimen solo busca destruir la educación en su integridad para imponer en Venezuela un sistema neototalitario que llena de tristezas y sufrimientos a sus habitantes.

Basta de mendacidad por parte de quienes controlan el poder. El régimen tiene la palabra ante las exigencias del país y cada día será un 15 de Enero en la conciencia colectiva de los educadores venezolanos.


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