Las pandemias, sin duda alguna, se han convertido en un objeto de interés académico para las ciencias sociales. Una definición contemporánea de estas no podría dejar de lado, por ejemplo, el pánico como una de sus particularidades fundamentales; el cambio que suscitan en los procesos sociales inherentes a la interacción humana y el ordenamiento económico que dinamizan en los intereses materiales de la sociedad civil.

Pero, además, las pandemias tienen un componente antropológico importante para la preservación de la especie humana, sus costumbres y sus idiosincrasias. El desarrollo diligente de la comunicación en tiempos de tecnología profunda y la capacidad de la historia para preservar el pasado en el futuro, son igualmente elementos que conviene abordar para una comprensión global de estas como fenómenos sociales.

Así pues, los tiempos difíciles a los que le metemos el pecho, han obligado a producir diversas reflexiones desde distintos puntos de vista para afrontar los cuestionamientos e incertidumbres que han salido a luz, desde el pasado mes de enero, cuando se comenzó a hablar de una posible pandemia –en ese momento epidemia– que podía asolar a la población mundial de no tomarse las medidas correctas para detener la propagación. Hoy ya la historia es otra. La pandemia del covid-19 es una realidad y hay que concebirla como un fenómeno social además de biológico. De allí la necesidad de escribir una reflexión sobre las orientaciones y sugerencias que tienen a bien las ciencias sociales y humanas en el estudio de estos fenómenos.

Hasta ahora los gobiernos de los países desarrollados los mas golpeados con todo esto-solo han convocado, para la resolución de esta crisis, a la ciencia y la tecnología. Esto puede entenderse. Los Estados necesitan datos precisos que les sirvan para respaldar su toma de decisiones. Empero, no les vendría mal echar mano de la ciencias sociales para, además de atacar al síntoma que ha ocasionado esta emergencia sanitaria, aprovechar y –a través de la creación de nuevas políticas sociales, devenidas del análisis de las ciencias humanísticas–, solventar la causa de esta crisis que hoy es una enfermedad llamada coronavirus, pero que mañana puede tener otra cara, otro nombre y repercusiones más serias de las que en el ámbito socioeconómico se esperan luego de pasada esta contingencia.

De hecho, el doctor Daniel Varnagy, director de la escuela de Economía de la Universidad Simón Bolívar, destacó a este respecto que “serán necesarias una serie de políticas orientadas a reimpulsar las producciones locales y regionales, así como la reconsideración del concepto de monodependencia”. En su opinión, la hecatombe que ha generado la propagación del covid-19 dará motivos para intensos debates económicos que vendrán más adelante de cara a dar respuesta a las consecuencias que los confinamientos impuestos en casi todos los países tendrán en la productividad.

En consecuencia, la sinergia entre las ciencias exactas y las sociales y humanas, ante la coyuntura actual es, sin lugar a dudas, un propósito que debe empezar a vislumbrarse en busca de soluciones a este contexto social turbulento y aquejado. Como se señaló anteriormente, las pandemias entran también en la gama de interés sociológico, politológico, económico, psicológico, antropológico, histórico, comunicacional y tecnológico. ¿Por qué? Pues porque estas impulsan nuevos retos; suponen una contribución exhaustiva de distintos saberes, experiencias y métodos de estudio. Por ello, las consideraciones que desde las perspectivas sociohumanísticas puedan ofrecerse como respuesta a los problemas globales que ha generado la pandemia actual, podrían definitivamente sentar un precedente fundamental en el abordaje de cualquier nueva crisis porque, finalmente se entendería que es algo que va más allá de la mera competencia médico-sanitaria y que incumbe igualmente a los profesionales de áreas sociales.

Para validar lo anterior, cabe traer a colación el reconocimiento que la Organización Mundial de la Salud hizo del destacado rol que tuvieron los antropólogos en el control del virus ébola en África occidental en el año 2014. El equipo multidisciplinario estuvo conformado por epidemiólogos, biólogos, médicos infectólogos, pero también por un grupo de tres antropólogos sociales cuya principal misión consistía en escuchar a las comunidades afectadas y proporcionar asistencia psicosocial a las familias y las personas sometidas a observación por haber estado en contacto con enfermos de ébola.

La función de estos profesionales –aunque menos conocida– fue de una importancia capital para la detección y posterior aislamiento de nuevos casos. Según se señala en el informe, los antropólogos fueron los responsables de ayudar a las comunidades a readaptarse a la normalidad de sus rutinas, a retomar las interacciones sociales propias de las comunidades y a llevar a cabo las transacciones económicas necesarias para la sustentabilidad, sin ser objeto de estigmatizaciones. En dos platos, fueron ellos quienes ayudaron a la gente de a pie a hacer frente al pánico y posterior estigmatización que emerge en torno a las epidemias o pandemias.

El coronavirus –visto desde una óptica positiva– si se quiere nos está dando una nueva oportunidad. Si bien el planeta, a la vista de todos, ha recuperado algo de salud gracias al confinamiento humano, también la humanidad podría en el futuro agradecer por mucho a este virus que tanto hogares ha enlutado. No obstante, esto solo podrá ser posible si la sociedad entera –cada quien desde su área de saber/acción– ofrece su aporte desinteresado en la construcción de ciudades más amables con su entorno y habitantes; con sistemas de gobiernos más preocupados por la ciudadanía que por sus ideologías; con economías más centradas en el aprovechamiento de los recursos, que en la explotación de los mismos; con medios más interesados en la propagación de mensajes positivos y constructivos que en la creación de noticias que generen dividendos y en definitiva con un ser humano que entienda que lo individual repercute en lo global.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!