La Asamblea Nacional se vuelve a equivocar al colocar como su adversario a quienes asumen la defensa de las víctimas de los derechos humanos que no asume el Estado.
No estoy de acuerdo con aprobar la ley de cooperación internacional, pues su único objetivo es asumir el control total del funcionamiento de las organizaciones no gubernamentales que solo ejercen funciones en favor de la ciudadanía a la que le han sido vulnerados derechos como a la vida, la salud, la alimentación, los servicios básicos, libertad personal, acceso a una justicia imparcial e independiente y demás derechos y garantías constitucionales qué el Estado no les garantiza, como lo establece el artículo 19 de nuestra Constitución. Por el contrario, mantiene un desprecio e indolencia con el agravante de la Defensoría que aún sigue ausente.
Exijo a la Asamblea Nacional que coloque su mirada en el sufrimiento de un pueblo que sigue siendo víctima de una crisis económica feroz, con sueldos y pensiones de hambre. ¡El Parlamento debe legislar en favor de la sociedad, no perseguir!