En el corazón de la Amazonía venezolana, las mujeres indígenas de la comunidad Kariña están protegiendo su tierra del cambio climático. Armadas con siglos de guía ancestral y con suprema preocupación por el impacto que está ocasionando la desforestación y la contaminación por mercurio en las aguas de sus comunidades, este grupo de 162 mujeres pasa sus días en el espesor de la Reserva Forestal Imataca, el bosque de las mujeres, cultivando y reforestando el área.

Su hogar, el Amazonas, a menudo se conoce como el principal pulmón del planeta Tierra. Sin embargo, a lo largo de los últimos años, el cambio climático en esta región ha generado un alarmante aumento de las temperaturas, alta humedad, sequía, fuertes vientos, y altos porcentajes de residuos de mercurio en el agua causados por la minería extractiva ilegal que abunda en la zona. Aunado a esto, la deforestación ambiental que actualmente existe en las áreas aledañas adonde reside el pueblo Kariña en el estado Bolívar y Delta Amacuro, ha destruido gran parte del ecosistema y ha cobrado su precio principalmente en los medios de vida de las comunidades indígenas, haciéndoles más difícil vivir por encima del umbral de la pobreza, así como también combatir la inseguridad alimentaria.

No obstante, las mujeres Kariñas han tomado las riendas de este asunto; y, desde 2019, comenzaron a cultivar plantas medicinales y de agroforestería en un intento por revivir tanto el ecosistema como los medios de subsistencia alimenticia dentro de su comunidad. En más de 7.000 hectáreas de terreno, este grupo de mujeres Kariñas, a través de una alianza estratégica acordada con la FAO, el Minec y la empresa Enafor; cultiva plantas para infusiones y consumo primario, al mismo tiempo que crean un próspero negocio de ecoturismo.

Esta iniciativa forestal, que además cuenta con un alto componente de inclusión, género y tecnología, ha permitido la movilización y comercialización de más de 1,3 toneladas de alimentos apoyados por las herramientas que facilita Tukupu, un proyecto financiado por la FAO, Naciones Unidas, el  Minec y la empresa Enafor  para desarrollar la resiliencia dentro de las poblaciones rurales e indígenas con más alto riesgo al cambio climático.

Es importante destacar que llevar acabo esta tarea ambiental no ha sido nada fácil para estas mujeres indígenas, tomando en cuenta las recientes estadísticas arrojadas en el informe del organismo de control ambiental y de derechos humanos Global Witness, el cual indica que la Amazonía Brasileño-Venezolana, es uno de los lugares más peligrosos para las mujeres indígenas defensoras ambientales, pues solo en 2022 más de 55% de ellas han sido víctimas de agresiones o incluso asesinatos por parte de grupos armados responsables de las extractivas ilegales en el área. Adicionalmente, el informe enfatiza que a pesar de representar solo el 5% de la población mundial, más de 30% de todos los ataques mortales que ocurrieron en el Amazonas en 2022 fueron contra pueblos indígenas y más específicamente contra mujeres indígenas defensoras del bosque.

Activismo ambiental y emprendimiento femenino en la selva

Las mujeres Kariñas trabajan incansablemente para proteger la tierra donde sus abuelas alguna vez les enseñaron a identificar, cultivar y preparar plantas y semillas con fines medicinales y de nutrición.

«La valentía, la educación, la creatividad y el ojo para las oportunidades de innovación son fundamentales para sobrevivir y prosperar como mujer indígena en la Amazonía, y para esto las mujeres Kariñas tienen habilidades en abundancia», aafirma Yasmira, una de las lideresas indígenas de esta comunidad.

Adicionalmente, Cecilia Rivas, quien es una de las voceras indígenas del proyecto Tukupu, dijo sentirse feliz de ver cómo el bosque representa tanto el hogar de su comunidad como su sustento. Rivas también enfatizó que el trabajo agrícola y de reforestación que realiza el equipo del proyecto Tukupu es un triunfo no solo para el ecosistema, sino también para las propias mujeres indígenas; pues muchas de ellas tuvieron que luchar contra discriminación y prejuicios de género profundamente arraigados para trabajar en el campo y convertirse en empresarias exitosas creadoras de oportunidades e innovación.

Actualmente, las mujeres Kariñas a través del proyecto Tukupu han sembrado más de 60.000 semillas en lo que va de año, producen 20 sacos diarios de productos forestales no maderables (PFNM) y han reforestado más de 80.000 hectáreas de terreno en colaboración con el pueblo Pemón, con quienes han pactado la meta conjunta de restaurar las 576 hectáreas directamente aledañas a la Reserva Forestal Imataca para finales de 2024.

Por otro lado, las Kariñas han establecido más de 10 viveros comunitarios y familiares, donde han capacitado a más de 300 integrantes de las comunidades en actividades de plantación sostenible y forestería análoga bajo el método aprender-haciendo.

Proyecto Tukupu como modelo de acción climática  

El proyecto Tukupu, por su parte, está muy alineado con las ambiciosas promesas climáticas hechas por Brasil, Colombia, Perú, Ecuador y Venezuela durante la cumbre COP 27, que se llevó a cabo en Egipto el pasado noviembre y en la cual los países se comprometieron a terminar con la deforestación ilegal por completo para 2030, así como lograr la neutralidad de carbono para 2050.

En este sentido, Alejandra Loyola, quien es una de las mujeres indígenas lideresas del proyecto Tukupu en la comunidad Mapauri de Canaima, señaló: “Reforestar no es un beneficio para mí. En algún momento ya no estaré aquí. Los que se van a quedar son los que van a disfrutar del ambiente, del aire y de todo lo que les vamos a dejar; es por esto que crear conciencia sobre la importancia de los bosques y su preservación es clave’’.

Alejandra también hizo referencia al reciente informe publicado por las Naciones Unidas en 2022, donde se encontró que, en promedio, los bosques dentro de las tierras indígenas en América Latina y el Caribe se han conservado mucho mejor que otros bosques en la región. Razón por la cual es de suma importancia prevalecer los derechos, la participación y el liderazgo de los pueblos indígenas y en particular de las mujeres Kariñas en estas tierras, para evitar que las extractivas ilegales continúen expandiendo sus actividades ante la crisis de recursos naturales que se avecina en paralelo a la recesión económica que el Fondo Monetario Internacional anticipa para este 2023.

“Las mujeres indígenas venezolanas tienen un rol protagónico en  los esfuerzos de resiliencia climática en la Amazonía, y aunque muy poco se habla de ellas, su labor hace parte vital de la preservación de las tradiciones indígenas ancestrales y del sustento económico, educativo y social de estas comunidades”, así lo afirmó la coordinadora del Fondo para el desarrollo de los pueblos indígenas de América Latina y el Caribe (Filac).

 


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