Marie Curie

El pasado 23 de junio tuve el honor de representar a Cedice Libertad en la sesión especial del panel «Dignidad humana y empoderamiento del papel de la mujer en el desarrollo» en el marco del evento organizado cada 2 años por el think tank Atlas Network a nivel mundial. Este evento se organiza de modo casi simultáneo en Asia, América Latina, Europa y África y funge como co-host un think tank de la región. Este año para el evento de América Latina le correspondió la coorganización a Cedice Libertad y este panel estuvo moderado por su gerente general, Rocio Guijarro.

Confieso que se trata de un tema que abordo de un modo distinto a como se hace generalmente desde el liberalismo. Siento que se rehúye hablar de estos temas desde el liberalismo porque se reduce a identificarlos como feminismo radical. Pero tampoco creo que deban abordarse usando las palabras de la izquierda como empoderamiento.

De modo que mis reflexiones iniciales quise hacerlas a partir de un personaje de la historia, Marie Curie, a quien conocemos como la primera persona en recibir dos premios Nobel en áreas distintas, Física y Química y la primera mujer en dar clases en la Universidad de Paris. Curie alcanzó sus logros en condiciones adversas, porque debemos recordar que ella fue testigo del final del siglo XIX y comienzo del siglo XX; fue testigo de la Primera Guerra Mundial; nació en Polonia en una época particularmente difícil para el país. Curie es el perfecto ejemplo de que la reivindicación de la mujer es un tema propio del liberalismo. La historia nos recuerda casos de discriminación por razones de género o de violación del principio de igualdad ante la ley, y justamente el liberalismo es una filosofía que reivindica la dignidad humana de todos.

Pero quise enfocarme en un aspecto, el humano, que por lo general no es abordado. Para esto quise hacerlo a través de la novela histórica La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero. De hecho, la última parte del libro reproduce el diario que Curie escribió luego de la muerte de su esposo. En la novela nos recuerdan que para el primer premio Nobel ella no fue invitada, quien dio el discurso y allí la reivindicó fue su esposo. El segundo premio casi no lo recibe porque estaba envuelta en un escándalo al estar vinculada con un hombre casado. Curie tuvo que decir en el discurso que debían separar a Marie Curie mujer de la científica.

Esto ocurrió en el siglo pasado, la pregunta es: ¿hemos avanzado?. Para responder esto quise usar un ejemplo en particular: la Academia de Ciencias Sociales y Políticas. Se trata de una corporación privada; que ha alzado la voz ante los desmanes del régimen; que incide en la opinión pública y que se ha mantenido actividad en cuanto a propuestas legislativas y proyectos similares.

Recientemente la Academia cumplió 106 años de fundación. Tiene 35 sillones ocupados por individuos de número que son intelectuales con un importante trabajo docente; de divulgación e influencia. Pero en sus poco más de 100 años de fundación, los sillones de la Academia han estado ocupados solo por 4 mujeres, 3 de ellas activas. La verdad dudo que en el corto y mediano plazo este número cambie. ¿Esto significa que no existen más mujeres académicas con investigaciones capaces de aportar a la Academia?, la verdad no lo creo. Creo que la Academia reviste atavismos del siglo XIX y parte del XX.

Desde Cedice Libertad podemos contar con los ejemplos de las doctoras Sary Levy, quien coordina el Observatorio de Gasto Público e Isabel Pereira, quien coordina el Observatorio de Propiedad, que llevan adelante investigaciones muy importantes con resultados que serán de utilidad el día de mañana para la reconstrucción del país. También su trabajo es sumamente relevante al exponer los desmanes del régimen a través de sus políticas monetarias o de su política sistemática de destrucción de la propiedad.

Quise poner la atención en este espacio en particular porque en fotografía nos vemos muy bien. Nuestras aulas muestran incluso más estudiantes mujeres que hombres. En ocasiones hay más profesoras que profesores. Pero esto no ocurre en todos los espacios y la Academia es un ejemplo de ello.

Obviamente no hablo de imponer cuotas de participación atendiendo al género. Pero definitivamente el género no puede condicionar el ingreso de las mujeres a estos espacios de relevancia para el país.

El foro liberal no puede rehuir hablar de estos temas y casos como la Academia nos recuerdan las razones por las que no debemos hacerlo.

 


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