«Me. Me. Me. I am not alone. I am surrounded by words that tell me who I am» *(ANNA QUINDLEN)

Esta mañana cuando me preparaba para escribir mi columna de la semana fui incapaz de no echar un vistazo al smartphone. Deslicé los dedos índice y corazón de mi mano derecha por la pantalla de norte a sur y detuve la carrera en seco al tropezarme con esto: «¿Cuáles son las verdades más amargas de la vida que uno debería saber?». No es que quisiera ponerme a prueba, en plan, qué listo soy que me sé la respuesta, sino que sentí curiosidad por saber qué me estaba perdiendo.

El texto pertenece a una plataforma digital conocida que plantea cuestiones de todo tipo sobre temas de interés universal. El autor postula la importancia de distinguir a los amigos verdaderos de aquellos que sólo están a tu lado cuando les conviene. Bien, me digo para mis adentros, esto ya lo sabía yo. Sin embargo, uno debe estar alerta en todo momento para evitar sorpresas desagradables. Yo añadiría a este postulado un consejo arriesgado a modo de refrán: «Mejor pocos amigos que muchos conocidos».

El autor de nombre oculto comparte su segundo principio y final en el que señala que siempre estamos solos -«You are always alone«-. Aceptar este hecho supone aceptar otras muchas cosas y dejar de esperar ayuda de nadie. En resumen, si uno acepta que está solo, no va a sufrir tanto a causa de los otros.

En fin, la plataforma digital -quora- admite muchas respuestas y yo fui incapaz de no seguir leyendo. La verdad es que estas verdades resultaron formar parte de un club de pesimistas. Un individuo del foro afirma que la gente cambia en un instante y eso puede verse como bueno o como malo. No dice más. Para que se haga una idea del pesimismo de este participante del foro, «that person you might always be thinking of, probably doesn’t even spare you a thought» (esa persona en la que podrías estar pensando todo el día, probablemente no te dedica ni un momento en su cabeza).

 

Otro señor dice que la mayoría de los familiares solo consideran a uno en función del sueldo que gana. Vamos, que si sigo leyendo estas cosas puedo acabar sintiéndome un poco deprimido. Casi mejor no saber nada de nada.


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