Hace poco escribí un artículo sobre el valor de las Humanidades. Ahora vuelvo a tocar el tema, pero intentando transmitir otras ideas. La razón estriba en mi preocupación al ver que en diversos centros educativos están arrasando con ellas. Me contaban de un colegio que eliminó recientemente de su pensum la filosofía, la sociología y la ética. El gobierno ya hace tiempo que las eliminó del bachillerato, pero hay colegios que mantienen algunas materias por considerarlas necesarias, como este que menciono. Las consideraba importantes hasta este año.

Es triste y preocupante porque es un indicio de ignorancia sobre el tema. Viene a mi mente algo que sucedió en la Universidad de Chicago tras la Segunda Guerra Mundial. Después de una guerra de esas dimensiones y de la maldad implícita en la construcción de campos de concentración, Mortimer Adler, junto a otros filósofos, se reunieron para intentar descifrar las causas de las dos guerras del siglo XX. Llegaron a la conclusión de que Occidente había olvidado sus raíces. El fruto de estas reuniones fue una gran enciclopedia llamada Great Books que recopila los libros que consideran esenciales para Occidente. Los primeros tomos concentran su estudio en los eternos problemas de todos los tiempos: la verdad, el bien, el mal, la justicia, la belleza, etc., como base para enfrentar la lectura de los libros. Homero es el primero, autor de la Ilíada y la Odisea. Con estos libros, el autor intentó ordenar la genealogía de los dioses y encontrar en el pasado acontecimientos de los cuales todo griego pudiera enorgullecerse. La razón era muy obvia: quería unir a todos los griegos que en ese momento estaban dispersos y lo logró a través de la lengua y la historia.

La filosofía, la sociología, la psicología, las artes, los estudios de las lenguas clásicas, no constituyen un hobby ni una pérdida de tiempo. La filosofía, en concreto, es la madre de todas las ciencias y, al quitarla del medio eliminamos el origen de todo lo que queda solo para aplicar, pues sin conocer el origen la practicidad manda y dirige. La reflexión es prioritaria en la vida, pues nos permite analizar los siguientes pasos que vamos a dar. Aporta profundidad, relieve, más dimensiones al asunto de estudio. Una perspectiva que las ciencias exactas no pueden dar.

Las Humanidades engloban el estudio del hombre, de su alma, de su psique. El lenguaje es esencial en el proceso de pensamiento, pues la comprensión de un asunto termina de lograrse cuando se habla o se escribe eso que estamos reflexionando. Esto es así porque pensamos en palabras y necesitamos procesar lo que conocemos. Eso es reflexionar, pensar.

La salvación de un mundo pragmático que nos lleva por los derroteros de la violencia, la represión y el autoritarismo vendrá de la mano de las Humanidades. Ellas nos recordarán qué es el hombre, qué significa pensar y sobre qué hay que reflexionar. Nos recordarán que tenemos un alma que cuidar y una mente que cultivar; unos hermanos-hombres con los que dialogar y llegar a acuerdos pacíficamente, sin violentarlos. Los extremismos que vemos en el mundo tienen su origen en el olvido de las raíces de Occidente: algo parecido a lo que esos filósofos de Chicago vieron. Y si no hacemos algo al respecto, todo empeorará.

Un gobierno como este, quita las Humanidades para que no se piense, para que no se reflexione, y solo se acaten órdenes venidas desde arriba. Hay colegios mandando a leer Rebelión en la granja y 1984, algo laudable y maravilloso, pues no se han dejado amedrentar. Hay otros que mantienen la filosofía y la psicología, la sociología y la ética. Hay otros que, habiéndolas mantenido por un tiempo, las acaban de quitar. Triste; muy triste.

Los tiempos nos dirán cuándo retomarlas de nuevo como quien busca la cura como una emergencia, pues nuestra sociedad alertará sobre su falta. Presentará más síntomas de superficialidad, de liviandad y de pragmatismo. Y Dios quiera que entonces nos preguntemos por qué estamos como estamos.

Definitivamente, hay que volver a Sócrates. Hay que ayudar a pensar.


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