El régimen estrepitoso quiere robarnos la placidez familiar que irradian las fiestas decembrinas. Su exacerbado odio por la libertad colectiva hace que sus posturas demuestren una sed de venganza nunca vista en Venezuela.

El espíritu totalitario reniega de las tradiciones de los pueblos. Para ellos, la Navidad es una mera invención del consumismo capitalista. Al no creer en Dios, colocan al hombre en posición de abjurar de aquellas costumbres que viajan en los cromosomas de los tiempos. El socialismo esclavista es enemigo de las creencias cristianas y las posiciones democráticas. Su dogma de fe es el odio acendrado por todo aquel que no comulgue con sus retrógradas ideas.

Para poder moler las conciencias de los pueblos requieren del sometimiento y la muerte; la dictadura avanza entre los abusos de la prepotencia.

La revolución jamás buscará entenderse con la democracia. Son dos vertientes que avanzan por destinos contrapuestos. Ambas concepciones buscan convertir su pensamiento en mayoritario. La grave dificultad que atraviesa el totalitarismo de izquierda es que acabar con los principios democráticos no es una tarea sencilla.

El hombre, por muy modesto que sea, aprecia el valor de labrarse su propio camino. Sin que un Estado poderoso decida hasta su forma de vestir.

¿Cómo sería una hallaca del odio  gubernamental? Es difícil precisar los ingredientes exactos del plato navideño del comunismo. Casi todos los productos vendrían en los envoltorios de sus socios del narcotráfico internacional. Los parricidas de la humanidad deben seguir recibiendo las múltiples atenciones de sus aliados de aquí. Es su comilona del horror, los grupos que lactan de la ubre nacional elaborarían los platos navideños con las ganas de descabezar a la inmensa disidencia que crece todos los días. Sus navidades no son remanso de paz. El corazón apolillado por las termitas de sus miserias no entiende de concordia familiar.

La vida que no siente arder el deseo de amar a Dios, vegeta con el alma atragantada por la resequedad espiritual. La verdadera Navidad no se asoma en la ventana de los corrompidos. Allá ellos con su mundo de trampas incendiarias. Los venezolanos no dejaremos que nos roben la vida. Ella es demasiado hermosa para que muera en las manos de un dictadorzuelo cualquiera.

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@alecambero


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