Afirmar que una empresa es como un barco nunca tuvo tanta validez como en estos momentos. Es oportuno, entonces, apegarse a la idea planteada metafóricamente y entender que en esa embarcación estamos montados todos. La empresa ha tomado un nuevo rumbo y ese mar que ya era movido, ahora es exponencialmente más difícil de navegar. Incluso a los más experimentados el entorno actual, la pandemia y la competencia, los ha vuelto unos principiantes.

Parece reiterativo mencionar que dentro de la barca/empresa estamos todos, sin importar el cargo ni las funciones. Pero esa descripción puede provocar cambios en la percepción general sobre la responsabilidad en los momentos actuales. En vez de preguntar solamente cuáles son las medidas que deben tomar las empresas o sus líderes para sobrellevar la emergencia; la pregunta potenciadora sería: ¿qué estamos haciendo desde nuestra posición de empleados como parte fundamental del equipo para proteger la barca y llegar a una orilla segura? Sin barca, sin empresa, de nada vale que todo mejore, pues quedará poco de ella.

Debemos profundizar mucho sobre temas de líderes y seguidores, la interdependencia que existe entre unos y otros, pero definitivamente valorar la balanza entre ellos producirá resultados diferentes.

Se mencionan bonos extraordinarios, adelantos, facilidades de conexión por parte de las empresas a sus trabajadores; sin embargo, poco se habla del esfuerzo extra que deben dar estos últimos para ayudar a saltar semejante obstáculo de mercado mundial. También están aquellos que lo mencionan, pero desde la arista del trauma que representa dicho esfuerzo; no desde el orgullo de cumplir responsablemente con la parte de remar en equipo.

Aquellas empresas en las cuales sus equipos están empoderados (nunca mejor usada esta palabra, por cierto), se han convertido en barcas protegidas y potentes. Son esas en las que sus equipos han construido dinámicas que permiten obtener rentabilidad o al menos no agravar la contabilidad del presente. También es cierto que, cuando retorne la normalidad, será tarea de los líderes reconocer y compensar.

Así como existen empleados que no conciben en profundidad su parte de responsabilidad, existen líderes que se lavan las manos por completo. Mi intención, debo aclararlo, es una relación balanceada y apreciada por ambas partes.

He enfocado esta reflexión en la empresa, pero cuántas otras cosas podemos visualizar como una barca: nuestro edificio, urbanización, ciudad o incluso país. Imaginemos el impacto de entender a consciencia plena el poder –y la responsabilidad– que tenemos en nuestras acciones. Remo en mano, haz tu parte y luego, quizá, exige.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!