Archivo | Foto AFP

Las elecciones libres y justas producen cambios políticos pacíficos en las democracias, no división de los pueblos. A su vez, esos cambios, que reflejan la voluntad de la mayoría de los ciudadanos, generan confianza en los otros países y en los inversionistas privados, nacionales y extranjeros, en un futuro estable y con correcciones políticas sin violencia, que es lo que permite el crecimiento económico sostenido y por consiguiente el progreso de las personas. Basta ver la evolución del PIB/cápita (Ingreso promedio anual por habitante) de nuestro vecino Costa Rica, que entre los años 1979 y 2022 (43 años) logró una mejoría de $10.700/año para cada costarricense, mientras que la nuestra en el mismo período fue de solo $1.400/año para cada nicaragüense. Estos datos confirman claramente la ventaja que tienen los habitantes de un país donde se efectúan elecciones libres y justas regularmente.

Los que sostienen una visión contraria no realizan que el elemento esencial es la confianza que generan las instituciones democráticas, contrastando con la desconfianza que produce la voluntad de cualquier mandatario, sin límites a su poder.

La alternabilidad en el poder, entre las diferentes fuerzas políticas que representan a los ciudadanos, es la principal ventaja del sistema democrático sobre los demás, porque permite cambiar pacíficamente a un gobierno, por otro elegido por la mayoría.

Las recientes elecciones en Estados Unidos produjeron un cambio importante, al elegir a una mayoría de representantes del Partido Republicano en la Cámara baja, dándoles el control de la agenda legislativa y la fiscalización institucional del Ejecutivo. Este cambio se efectuó pacíficamente, la democracia salió fortalecida y generó confianza en los otros países y en los inversionistas privados.

Contrastando con esas elecciones, el proceso electoral municipal en nuestro país, que no fue ni libre ni justo, no generó ninguna confianza en los otros países, que ya se han pronunciado descalificándolo, ni en los inversionistas privados, nacionales y extranjeros, lo que presagia inestabilidad  económica, con consecuencias para nuestra gente. Por esas razones, el Partido Conservador (PC), actualmente dirigido por una nueva generación, decidió no participar de ninguna forma, ni permitir candidaturas de sus miembros.

Los nicaragüenses debemos restablecer la libertad y la democracia, para tener elecciones libres y justas y poder ofrecerle a nuestro pueblo un futuro de progreso en paz.

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El autor es Presidente de Honor del Partido Conservador (PC).


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