centros de votación Valencia

Quienes viven en democracia a menudo asocian las dictaduras a la represión, al abuso de los derechos humanos, a la pobreza y a los disturbios. Y están en lo cierto, por cuanto en los regímenes dictatoriales ocurren todos los hechos antes mencionados.

Prueba de lo anteriormente indicado, es por ejemplo la muerte de los 49 millones de rusos, que perecieron bajo el régimen de Joseph Stalin y las de los más de 3

millones de camboyanos, que fallecieron durante el mandato de Pol Pot, líder de los Jémeres Rojos.

Hechos como los referidos y otros casos más, ocurridos en distintos planos del orbe, subrayan la necesidad de terminar con las dictaduras de una vez por todas y ello parecería ser un objetivo global.

¿Pero es eso probable? Según Natasha Ezrow, profesora del departamento de gobierno en la Universidad de Essex, Reino Unido, la mayoría de los expertos que comienzan a estudiar las dictaduras lo hacen a partir de una definición simple, al afirmar que cuando no hay rotación en el poder ejecutivo, entonces es una dictadura. Más que una definición simplista, es una soslayada opinión que poco o nada aporta al tema en referencia, porque en el fondo las dictaduras se establecen en torno a un individuo al que se le rinde culto a su personalidad; existe un solo partido de gobierno, en algunas ocasiones disfrazado de democrático, pero afianzado con una oligarquía militar.

Existe lo que se denomina la dictadura constitucional, un término que denota la forma de gobierno dictatorial, en la que el poder se concentra de manera autoritaria o totalitaria en las manos de un dictador o grupo de personas, controlando estos, directa o indirectamente, los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, como es el caso venezolano.

En tanto que la democracia es considerada como una forma de gobierno justa y conveniente para vivir en armonía. En una democracia ideal, la participación de la ciudadanía es el factor que materializa los cambios, por lo que es necesario que entre gobernantes y ciudadanos, se establezca un diálogo para alcanzar objetivos comunes.

Entonces, la democracia es también una forma de vida, los principios de la democracia como: participación, organización social, solidaridad, respeto a la diversidad, igualdad y equidad, son importantes.

En otro artículo que publicamos a principio de año, y ante la inquietante pregunta que muchas personas realizan sobre ¿Cuál es el papel de la libertad dentro de los Estados y gobiernos democráticos? ¿Bajo que indicadores podemos distinguir a las verdaderas democracias liberales de nuestro tiempo? Las respuestas la refieren calificados autores pues señalan que la libertad democrática fomenta la confianza de los ciudadanos en si mismo, es decir, se debe alentar el ejercicio mismo de la libertad.

No debemos olvidar que los principios de confianza y empatía social deben estar presentes dentro de los individuos, quienes deben ser conscientes de su responsabilidad, para adoptar permanentemente actitudes respetuosas ante las opiniones y acciones de los demás. La libertad democrática es un requisito mínimo para la realización de elecciones, por cuanto el derecho de elegir, mediante procedimientos que se consideren adecuados, a los gobernantes y representantes, les resulta un factor incuestionable dentro de los Estados modernos. Sin embargo, la democracia ha sufrido fuertes embates porque se ha topado con la falta de renovación en algunas de sus estructuras básicas, como la de los partidos políticos, que ha generado una decantación del interés de la gente, en brindarles apoyo, circunstancia que ha sido aprovechada por extraños intereses, no propiamente democráticos.

Llegamos a la conclusión, tras diferenciar democracia y dictadura, que será mediante el voto secreto y universal, el próximo año 2024, la escogencia de vivir en libertad o en dictadura.

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