Que la historia se repite es simplemente una generalidad, una falta de precisión de lo que se dice o escribe. Sin embargo, todos captamos su alcance e intención cuando hacemos señalamientos o asertos como ese. Lo cierto es que encontrar la solución o respuesta correcta al problema político que vivimos en Venezuela en virtud de la “revolución bonita” se ha convertido en un continuo tropiezo con la misma piedra.

No ha sido mera casualidad que Julius Henry Marx, más conocido como Groucho Marx, prestigioso humorista y escritor estadounidense, haya dejado plasmado con su genio y humor característico una verdad amarga: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos por todas partes, llegar a conclusiones erróneas sobre ellos y aplicar soluciones que no funcionan para tratar de arreglarlos”. Ante tan cruda verdad se hace apremiante identificar las causas ciertas del continuo fracaso y ubicar las rendijas en las que hay que centrar los esfuerzos.

Obviamente que no estamos diciendo nada nuevo. Por descontado, tan relevante asunto ha sido tratado, de una u otra forma, por otros columnistas y estudiosos de nuestro drama político. Aun siendo eso así, estamos obligados a insistir en el tema para tener conocimiento claro y reflexivo de la magnitud de nuestra lucha y tratar, en la medida de lo posible, de no perder las esperanzas. Con ese propósito no está demás fijar un mantra en nuestras mentes para que opere como apoyo al objetivo a conseguir: “La noche es más oscura justo antes de amanecer”.

No es la figura nada carismática de Nicolás Maduro Moros, su séquito civil repartido por los distintos componentes del Poder Público (Poder Municipal, Poder Estadal y el Poder Nacional) o el respaldo minoritario del pueblo, lo que le da sustento a la dictadura venezolana; el verdadero y más firme apoyo al régimen viene de la Fuerza Armada Nacional y la dictadura cubana. Allí está la pared, el corazón de todo y la fuerza motora que han generado nuestros infinitos males y fracasos.

Todas las marchas y acciones de protestas de la sociedad civil opositora, que por lo demás siempre han puesto en evidencia su contundencia, se han estrellado contra esa doble pared que hasta ahora nos mantiene en estado de servidumbre. Con una diáspora numerosa repartida por el mundo y una población interna sumida en la pobreza y el desaliento, hoy día la situación de país es extremadamente enervante.

Lo que deriva de esa realidad es simplicísimo: solo la acción conjunta de las democracias del mundo occidental, con la participación indispensable de Estados Unidos, tiene posibilidad real y la fuerza suficiente para ordenar al país y restaurar nuevamente el estado de Derecho. Sin ese apoyo, los venezolanos que seguimos luchando aquí y somos indiscutible mayoría no podremos avanzar.

Si lo anterior no se concreta, Venezuela se hundirá en el más tétrico y profundo abismo, arrastrando en su caída, más tarde o más temprano, a otros gobiernos democráticos del continente americano. Esa no es ninguna exageración, es por desgracia la cruda verdad.

@EddyReyesT


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